En un mundo donde las tiendas abren y cierran al ritmo de las modas, algunos espacios resisten como testigos silenciosos de la historia. Son negocios que no solo han sobrevivido al paso del tiempo, sino que han sabido reinventarse con cada generación. Entre todos ellos, hay uno que destaca por su longevidad y prestigio: la tienda de muebles más antigua de Canarias.
Fundado en 1873 por un joven ferretero, este comercio comenzó vendiendo pintura y barnices. La visión pionera del fundador se mantuvo viva en sus descendientes, que transformaron el negocio inicial en una casa especializada en decoración y muebles con identidad propia.
El salto al mobiliario
Tras la Primera Guerra Mundial, el escaparate del negocio dio un giro hacia el mundo del mueble. A partir de 1920, la tienda comenzó a consolidarse como punto de referencia en el archipiélago para quienes buscaban calidad y estilo. Ese prestigio fue reconocido en 1986 con la medalla de oro internacional al diseño, entregada en el Casino de Madrid.
Décadas más tarde, en 1972, la empresa dio otro paso decisivo al trasladarse a su actual local, situado en la calle Menéndez y Pelayo. La decisión fue tomada por Enrique Schamann y Fela González, padres de la generación actual que sigue al frente del negocio.
Un legado que perdura
Hoy, más de cien años después, esta tienda se ha consolidado como la más antigua de muebles en Canarias. Pero no solo vende productos: ofrece una experiencia personalizada, ayudando a transformar espacios desde cero. Salones, lofts, apartamentos vacacionales o casas rústicas… cada rincón encuentra su pieza ideal.
Además del mobiliario, su catálogo incluye alfombras, cuadros, lámparas, objetos decorativos e incluso proyectos de interiorismo a medida. Cada elemento se escoge por su calidad y por su capacidad de encajar con las necesidades del cliente, manteniendo vivo el legado de una familia que lleva cinco generaciones amueblando historias, casas y sueños.
