En Arenales se acumulan los carteles de “Se alquila”, los contenedores desbordados y la frustración de quienes siguen esperando que alguien mire hacia el barrio. Entre edificios que mezclan historia y abandono, vecinos y comerciantes unen fuerzas para reclamar lo básico: seguridad, limpieza y dignidad. Mientras el Ayuntamiento mira a otro lado, ellos apuestan por el arte como forma de resistencia.
"Patas arriba"
Domingo Santana, presidente de la Asociación de Vecinos Pamochamoso-Arenales, no oculta su frustración. "Llevamos dos años pidiendo una reunión con la alcaldesa y ni siquiera hemos recibido respuesta", denuncia. Tras reactivar una organización vecinal que estuvo inactiva durante una década, Domingo y su equipo han retomado el pulso comunitario en un barrio que, asegura, "está patas arriba y de pena".
Inseguridad cotidiana
Uno de los focos principales de preocupación es la inseguridad. "Hay zonas donde los mayores no se atreven a sacar dinero del cajero. Han llegado a pedirme que los acompañe por miedo a ser atracados", relata. Señala directamente a los cajeros del paseo Tomás Morales, una de las arterias del barrio, como uno de los puntos calientes, y al cruce de Molino de Viento y Pamochamoso como epicentro del "trapicheo" de drogas.
"Ya no se trata solo de personas pidiendo en la puerta de un supermercado, sino de situaciones en las que se intimida directamente a los vecinos, especialmente a los más vulnerables. Hay quien se siente vigilado cuando realiza una operación en el cajero y teme ser asaltado al salir. Eso está ocurriendo aquí, y con más frecuencia de la que se reconoce".
También señala la presencia visible de prostitución en determinadas zonas, particularmente en torno a Molino de Viento y la calle Ángel Guimerá. Aunque no es el foco principal de las denuncias vecinales, forma parte del entorno de vulnerabilidad y deterioro urbano que preocupa a quienes viven y transitan por el barrio.
Miedo a hablar
Domingo insiste en que el miedo no es infundado: "Hay gente que prefiere no hablar por temor a represalias. Muchos saben quién, cuándo y dónde se vende droga, porque viven justo al lado. Pero si denuncian o se les ve hablar, temen consecuencias. Así es muy difícil construir comunidad".
La falta de actuación ante la inseguridad y el deterioro urbano refuerza la sensación de abandono institucional. "El Ayuntamiento solo reacciona si hay un gran titular o una protesta visible. Pero el día a día del vecino no lo atiende nadie", lamenta Domingo Santana.
Comercios sin apoyo
El malestar también se palpa en el tejido comercial del barrio. Héctor Calderín, presidente de Aeleyca, representa a más de mil pequeños comercios en la zona. "No pedimos milagros, solo que nos traten como a cualquier otra zona comercial de la ciudad", asegura.
El representante de los negocios de la zona critica que, mientras barrios como Triana, Mesa y López o Santa Catalina reciben atención constante y programación cultural, Arenales queda al margen. "Estas navidades nos dejaron sin Papá Noel. Nos confirmaron a última hora que no había presupuesto, cuando ya teníamos todo organizado y difundido".
Un barrio sin franquicias
"Somos un barrio que vive del día a día. Aquí no hay grandes franquicias ni centros comerciales, lo que hay son panaderías, peluquerías, ferreterías, farmacias... negocios familiares que llevan décadas sosteniendo el barrio. Pero sin apoyo, sin dinamización, cada vez cuesta más seguir abiertos", lamenta Calderín.
El presidente de Aeleyca recuerda que Arenales no solo concentra un importante número de comercios, sino que es un eje de tránsito obligado para muchos residentes y turistas que se desplazan entre la parte alta y baja de la ciudad. "Tenemos una ubicación privilegiada, pero no se aprovecha. Esta podría ser una zona viva, atractiva, bien cuidada. En lugar de eso, nos sentimos invisibles para la administración".
Cultura contra la marginalidad
Pese al panorama, en Arenales también germinan propuestas. Una de ellas es el proyecto Arenarte, impulsado por la asociación vecinal y respaldado por el Gobierno de Canarias. Su objetivo: transformar el barrio a través de la cultura.
"Queremos llenar las calles de murales, crear huertos urbanos, talleres artísticos y espacios comunitarios. Donde hay cultura y vida, el trapicheo retrocede", defiende Domingo Santana. El proyecto, que cuenta con una inversión de casi medio millón de euros, incluye también iniciativas como Barrios Orquestados y la instalación de un mariposario.
Vecinos y comerciantes coinciden en una idea clara: Arenales necesita atención inmediata. "Seguridad, limpieza, diálogo y voluntad política. No pedimos más", resume Santana. Mientras tanto, entre denuncias, frustraciones y esperanza, el barrio trata de afrontar su día a día.
