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Carolina Saavedra, Lourdes Martín, Enrique Melián y Juan Melián, vecinos de Tamaraceite / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Entre okupas y ratas, así viven los vecinos de Tamaraceite que esperan una casa: "Es tercermundista"

La alcaldesa Carolina Darias, anunció en octubre del año pasado que las 76 viviendas que faltan del Plan de Reposición en el barrio se entregarían en el primer semestre de 2025, pero los beneficiarios lo ven cada vez menos posible

“¿Qué? ¿Nos van a dar las casas?”. La pregunta de Teresa González, dirigida a cuatro de sus vecinos tras encontrarse por casualidad, tiene un sabor a sarcasmo y desesperación. Tanto ella como Tomás Romero, su marido, están esperando a que el Ayuntamiento de Las Palmas de Gran Canaria los deje mudarse a una nueva vivienda porque son beneficiarios del plan de reposición de Tamaraceite.

En su mirada se nota el hartazgo acumulado tras años de impaciencia para salir de su edificio. La conversación improvisada surge a unos pocos metros de las viviendas donde sueñan mudarse pronto. La imagen blanca e impoluta de las instalaciones contrasta —y mucho— con su realidad. Pero no solo la suya. También padecen lo mismo Carolina Saavedra, Lourdes Martín o los hermanos Juan y Enrique Melián.

Encuentro con Teresa González y Tomás Romero (a la derecha de la imagen) / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

"Hay que quitar los tornillos"

Son 76 familias que aguardan desde hace dos años para irse al nuevo inmueble que el Consistorio les construyó con el objetivo de que pudieran salir de una situación insostenible. Se trata de las últimas que faltan porque las demás —en total suman 350— ya han tenido la posibilidad de abandonar el Patronato Francisco Franco, un conjunto de edificios con más de 60 años que se conservan en mal estado.

Enrique se pasea por la calle Paseo de los Mártires, donde saluda a una vecina de 92 años y le pregunta si puede utilizar su portal con el fin de subir a la azotea. “Inténtalo”, le responde la mujer, “pero tendrás que traer herramientas, quitar los tornillos y volver a ponerlos”. Él, tras parecerle demasiada logística, decide apostar por la siguiente puerta. “Aquí tenemos ratas, cucarachas y humedades”, cuenta por el camino. 

Lourdes Martín desde su azotea / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Okupación

Después de subir varios pisos a pie dejando atrás suciedad, telas de araña y lamparones de pintura, se percata de que acceder a la azotea es misión imposible. Lo impide una barricada formada con una plancha del techo, un palo de fregona, el sommier de una cama y un montón de residuos por cada escalón. A la tercera, como dice el refrán, fue la vencida. El inmueble de al lado puso las cosas más fáciles.

Enrique, Juan y Lourdes, más sueltos, narran lo difícil que es convivir con los okupas que se han adueñado de las viviendas que se han quedado vacías. Denuncian que montan escándalo todas las noches, se pelean en la calle y merman la sensación de seguridad en el barrio. Los tres residen en el mismo edificio y son los únicos propietarios que quedan en él. A menudo experimentan la tensión de evitar que se cuele algún intruso.

Trastos que impiden subir a la azotea / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Dos realidades

La alcaldesa de la ciudad, Carolina Darias, anunció el 28 de octubre del año pasado que las 76 casas se entregarían a lo largo del primer semestre de 2025. Enrique relata que por el momento solo les han pedido la Fe de Vida para llevar a cabo las escrituras. Todos han nacido allí y mientras crecían, el barrio lo hacía con ellos. 

Augusto Hidalgo [el predecesor de la actual regidora] decía que nuestros edificios eran chabolismo vertical, pero hay un matiz, siempre han sido viviendas humildes que antes estaban bien”, comenta Juan. Desde la azotea, miran a lo lejos el edificio al que algún día se mudarán. Al bajar la vista, se pueden ver tejados rotos llenos de escombros y balcones con heces de paloma. No dejan de ser sus dos realidades.

Tejados llenos de escombros que se ven desde la azotea / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

"Nos han engañado"

“Es una vergüenza”, “nos han engañado” o “es tercermundista” son frases que repiten con frecuencia con el objetivo de canalizar su indignación. Las personas de la calle San Matías viven en unas condiciones idénticas. De un portal, con las que parecen ser su abuela y su madre, sale un niño que apenas tendrá dos años. “No es un sitio saludable para los menores”, había proferido Enrique un rato antes.

Lamenta también que hay personas mayores que murieron sin disfrutar de los nuevos inmuebles. “Habría que darles prioridad”, exclama. Es lo que le ocurrió a la madre de Carolina Saavedra, quien no pudo ver —su hija tampoco ha tenido oportunidad—, “ni el color del suelo” de las viviendas. La mujer es la última en incorporarse al grupo y su decepción es evidente. “¿Dónde están los demás?”, pregunta.

La entrada a uno de los edificios con aguas fecales en la pared / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

Achicar agua

Tenemos que unirnos todos, somos cuatro los que damos siempre la cara”, concluye. Sostiene que ha sido testigo de cómo las ratas se pasean por el cableado de la fachada y recuerda cómo un día de lluvia se despertó con la casa inundada —a pesar de no estar en la primera planta— y no le quedó más remedio que coger el cepillo. Las aguas residuales también son protagonistas con frecuencia.

Protesta porque el cartero no entra ni a dejar la notificación o ha tenido que cambiar tres veces la cerradura ante la amenaza de los okupas. “Por culpa de sus peleas me han roto el coche tres veces y me he gastado 1.500 euros en el taller”, asegura. “Hay que vivir aquí para saber lo que es, somos los guardianes de nuestro portal”, agrega.

Enrique Melián señala desde su azotea el edificio donde vivirán / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

"Llueve y se me va la luz"

Hemos sido los olvidados [del plan de reposición], vivimos peor que en las chabolas, llueve y se me va la luz”, reflexiona Carolina. Una de las preocupaciones que los une es cómo serán las nuevas casas. Saben que tienen alrededor 67 metros —las más grandes llegan a 91—, pero desconocen el espacio del que dispondrán en las diferentes habitaciones. “Lo que faltaba era tener que poner camas literas”, dice Juan.

A lo largo del paseo se perciben las ganas de todos de mudarse para abandonar una situación que consideran incluso peligrosa. Carolina se despide recordando que desde su ventana se puede ver el nuevo edificio, un paisaje que ella evita observar porque, al igual que sus vecinos, su interés está en el interior y en empezar una nueva vida.

Los vecinos visitan desde fuera el edificio para el plan de reposición / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

44 bloques residenciales

El Plan de Reposición de Tamaraceite ha permitido la construcción de un total de 377 viviendas para los vecinos del Patronato Francisco Franco, que residían en un conjunto de 44 bloques residenciales construidos en 1967.

Son hogares que contaban con un tamaño de 45 metros cuadrados, que, como ha apuntado el Ayuntamiento en una nota, no alcanzaban las superficies mínimas ni los parámetros recogidos en el Decreto de Habitabilidad ni tampoco en la Ley de Accesibilidad.

El edificio para el plan de reposición / ATLÁNTICO HOY - MARCOS MORENO

El Consistorio ha apuntado que en la actualidad, las últimas viviendas aún habitadas están deterioradas debido a que fueron construidas con materiales de baja calidad, además de carecer de un mantenimiento adecuado en las zonas comunes.