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Santa Cruz

Cueva Bermeja, el barrio olvidado

Optimizar las conexiones y comunicaciones así como pequeñas mejoras para incrementar la calidad de vida de sus vecinos, sus principales reclamaciones

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Aunque es habitual transitar por delante de Cueva Bermeja de camino a la concurrida playa de Las Teresitas, pocos ciudadanos se adentran en este barrio ubicado a tan solo cinco kilómetros del centro neurálgico de la capital tinerfeña. Una fábrica de grandes dimensiones oculta parcialmente a la vista la entrada a este pequeño núcleo poblacional de unos 300 habitantes y viviendas de escasa altura cuyos dueños han ido construyendo ladera arriba. 

Este barrio de cuestas empinadas y calles estrechas, jardines con árboles frutales y familias de toda la vida, surge como zona de autoconstrucción sobre antiguas fincas durante la década de 1950. La mayoría de sus habitantes son oriundos del macizo de Anaga, así como obreros de las industrias portuarias cercanas. A medida que crecía la actividad económica, el barrio proseguía su desarrollo ladera arriba.

Imagen antigua de Cueva Bermeja | CEDIDA

Nadie llega a Cueva Bermeja de casualidad. Su único acceso desde la autovía TF-11 en sentido San Andrés exige desviarse hasta la Dársena Pesquera para hacer, a continuación, un cambio de sentido y encontrar la vía que finalmente conecta con la entrada a Cueva Bermeja.

Por otro lado, casi ninguna línea de guagua se adentra en esta zona, salvo la de Chamorga en su regreso al intercambiador. Los taxis son la última opción para unos vecinos, quienes lamentan las dificultades para tener acceso a este servicio y el incremento de precio que implican los diversos desvíos y el largo recorrido necesario para acercarse al núcleo de viviendas. Asimismo, a pie, el trayecto presenta todavía más dificultades e inseguridad ante la presencia constante de vehículos y la falta de accesos seguros para un viandante.

Con las lluvias torrenciales, la entrada a Cueva Bermeja se bloquea completamente. Si ya es dificultoso acceder al barrio en su día a día, los vecinos miran al cielo con preocupación cada vez que hay anunciada una borrasca importante. Además, los habitantes de la zona echan de menos un semáforo, lo que incidiría en la seguridad de conductores y peatones, expone Juan Manuel Afonso, vocal de la asociación de vecinos Nuestra Señora de Loreto.

Conseguir cualquier mejora para Cueva Bermeja cuesta más que en cualquier otra zona de la capital, aseguran sus vecinos, quienes han visto, sin embargo, hacerse realidad algunas peticiones de años gracias a la lucha constante de la asociación vecinal, que no cesa en su empeño de mejorar la calidad de vida de los habitantes del barrio.

"No pedimos grandes obras, solo las mejoras necesarias y por las que llevamos muchos años esperando", explica al diario digital canario AtlánticoHoy el presidente de este colectivo, Gabriel Franquis. 

Sin embargo, desde la asociación son conscientes de que lo que solicitan como prioridad ahora mismo no va a ser nada fácil. "Para arreglar la entrada tendrían que ponerse de acuerdo el Cabildo de Tenerife, el Ayuntamiento de Santa Cruz y la Autoridad Portuaria, lo que es complicado", explica Juan Manuel.

De dcha. a izq.: J. Manuel Afonso, vocal de la AA.VV. Virgen de Loreto junto a su presidente, Gabriel Franquis | AH

A pesar de las dificultades, han conseguido recientes mejoras para Cueva Bermeja. Como ejemplo de sus logros, tras reiteradas reclamaciones, el ayuntamiento capitalino reasfaltó la cancha deportiva, ubicada en la parte derecha del barrio, ante la presencia de unas grietas en las que "cabía una mano" y que hacía muy peligrosa la práctica deportiva por el constante riesgo de tropiezos. También han visto respondidas sus peticiones de barandillas y arreglos de muros.

"Solicitamos cosas para nuestros vecinos y vamos consiguiendo pequeños cambios, pero para ello tenemos que insistir mucho y esperar mucho", asegura el responsable vecinal, quien admite, sin embargo, lentos avances y un aumento de contacto con el consistorio municipal.

Vista de la autovía de San Andrés a su paso por Cueva Bermeja | AH

Otra de las principales reclamaciones de estos vecinos de Santa Cruz tiene que ver con la ingente cantidad de residuos existentes en la entrada al lugar, sobre todo junto a los restos de la antigua fábrica de hielo. "Se han ido llevando planchas de uralita y la fábrica está llena de basura", subrayan los representantes vecinales.

El problema principal, a su juicio, consiste en que la zona "está abandonada". "No recibe ningún tipo de atención, lleva muchísimos años igual y no parece que esto vaya a cambiar", comentan. De hecho, los restos de la edificación, totalmente en ruinas y llenos de grafitis, "pueden atraer el vandalismo, lo que es nuestro temor", comentan.

También les inquieta que los niños de la zona se acerquen hasta allí para jugar "cuando sabemos que hay ratas y abundante suciedad". "Es la entrada al pueblo. ¡Que la limpien!", reclaman desde la asociación de vecinos.

Al menos, con respecto a la limpieza general del barrio, sí admiten haber detectado mejoría. "Hemos logrado que Urbaser se comprometa a venir más por aquí, porque antes no había apenas zafarranchos de limpieza y solo pasaban por las calles principales . Ahora hay más contacto con ellos y su presencia es más constante", explican.

Visión parcial de la entrada al barrio | AH

Desde que nos alejamos del único acceso al barrio y dejamos atrás la fábrica de cemento a la que "el pueblo ya se ha adaptado", aparece ante nuestros ojos el bar Casa Grande, uno de los inmuebles más antiguos que perviven en Cueva Bermeja, con más de doscientos años de vida. Esta construcción representa uno de los escasos ejemplos de actividad económica en el área, que carece de cualquier tipo de comercio o empresa de servicios. "Para cualquier compra tenemos que salir del barrio", lamentan.

Al dejar atrás este establecimiento, comienza el ascenso hasta uno de los núcleos residenciales, el del margen derecho, que evidencia otro de los principales problemas que marcan el día a día en la vida de los vecinos: la división del barrio a causa de las características del terreno.

Bar Casa Grande en la entrada de Cueva Bermeja

El barranco separa las viviendas en dos zonas diferenciadas, lo que ocasiona innumerables incomodidades a la población del lado opuesto:
  • Cueva Bermeja Este, en la margen izquierda del barranco de Las Toscas
  • Cueva Bermeja Oeste, en la ribera oriental del barranco de Tracabordo.
Esta ubicación y distribución a ambos lados del barranco se ha convertido, para sus ciudadanos, en un arma de doble filo: les mantiene, en cierto modo, aislados no solo del resto de la capital, sino de los mismos vecinos que residen en la zona opuesta del barrio. Al mismo tiempo, garantiza cierto ambiente de tranquilidad en un enclave donde todos se conocen. 

Otra característica del barrio es la presencia de escaleras y marcadas subidas | AH

Pese a todo, la principal dificultad para los vecinos radica en la distancia que deben recorrer muchos de los ancianos para ir a la iglesia, construida en 1978 y dedicada a Nuestra Señora de Loreto, o los niños para acudir a la cancha deportiva o a las actividades de ocio organizadas por la asociación de vecinos.

"Nos da miedo ver a los niños por la carretera", insisten. "Entre todos vigilamos que lleguen bien, pero a ningún padre le gusta saber que su hijo debe caminar tanto por la carretera para ir jugar o acudir a una actividad", lamenta.

La solución planteada consiste en un puente que comunique las dos partes. Sin embargo, esta propuesta se planteó oficialmente hace años a los responsables políticos y todavía no se ha avanzado en la misma.

El barranco divide a Cueva Bermeja en dos áreas diferenciadas | AH

Los obstáculos físicos no solo afectan a la movilidad vecinal, sino también a la señal de televisión. "Llevamos años igual", recalcan.

A pesar de colocar repetidores, la señal televisiva viene y va. Aunque reconocen que, a pesar de ser molesto, no es un problema grave, consideran que se le puede dar solución pues la causa parece señalar a interferencias por la cercana actividad industrial. Hace cuatro años se mejoró parcialmente esta situación que, sin embargo, no se ha visto del todo resuelta.

José María, vecino de Cueva Bermeja | AH

Pese a todos estos inconvenientes, los vecinos opinan que Cueva Bermeja es "un buen sitio para vivir". "Piensa solo en la tranquilidad que hay, que apenas se escucha un ruido", destacan.

Lo mismo defiende José María, un joven de 22 años que lleva toda su vida en este lugar. Destaca precisamente que hay pocos vecinos de su edad en el barrio a la vez que escasas opciones de ocio, aunque valora las mejoras en el polideportivo así como el incremento de actividades que se organizan, aunque aún "de vez en cuando", para los habitantes de Cueva Bermeja que "animan un poco al barrio". "La verdad es que por aquí no se organizan muchas acciones, pero hay que reconocer que tampoco somos muy numerosos", opina.

Aunque no se muestra muy optimista con respecto a conseguir importantes mejoras para el barrio, José María destaca la labor de la asociación de vecinos que, en los últimos meses, ha permitido a Cueva Bermeja percibir ciertos avances. "Sé que la gente de la asociación está luchando por las peticiones del barrio y se notan pequeños cambios", matiza.


Adiós a la casa de los Camineros

Las casas de camineros fueron construidas en su origen para acoger a los que limpiaban y arreglaban los caminos. Hoy por hoy, algunas de ellas han tenido suerte y han sido restauradas, mientras que otras muchas permanecen olvidadas y, las menos afortunadas, han sido derrumbadas, como es el caso de la de Cueva Bermeja.

Los representantes de la asociación de vecinos Nuestra Señora de Loreto afirman que se trataba de un edificio Bien de Interés Cultural, por lo que no entienden cómo la derrumbaron en lugar de proceder a su restauración. "Solo queríamos que incrementaran la seguridad por el peligro de desprendimientos, no que la derribaran", critica Franquis.

El representante vecinal destaca la riqueza de detalles del inmueble, con tejas rojas francesas de elevado valor, uno de los motivos que  llevarían, a su juicio, a desechar la idea de restaurar la casa.

Aunque reconocen que los vecinos presionaron al Ayuntamiento para que actuara en la Casa de los Camineros ante el peligro que presentaba la estructura, lo cierto es que no esperaban este desenlace. "metieron las palas y listo. Arreglarla les salía demasiado caro", explica Franquis. "Vallaron la zona y pensamos que eran las obras, pero cuando vimos que la estaban derribando ya era demasiado tarde para evitarlo", lamenta.