El Trofeo Teide, que ahora se encaja con calzador en la pretemporada del Tenerife, permitió durante años ver equipos de Primera División en la Isla cuando los aficionados tinerfeños –blanquiazules o no– ni siquiera soñaban con que eso pudiera ser norma habitual alguna vez. En sus casi cincuenta ediciones, los organizadores han traído a algunas joyas internacionales que dejaron una excelente impresión. A cambio, también vino un Botafogo de mentiras o un Farense para asustar. Eso sí, nada como el Veracruz de México, que el 18 de agosto de 1994 montó en Los Cuartos un espectáculo apocalíptico. Y hay que aclarar pronto que, en esta ocasión, Juan Manuel Brito Arceo, el árbitro, no tuvo culpa alguna.
Al final, eso sí, Brito Arceo tuvo que suspender el partido y pedir protección a la Guardia Civil. Mientras, los jugadores del Tenerife se limitaban a mirar. Bueno, a mirar y a recibir. Porque los cosieron a patadas. Vicente Cantatore alineó esa noche a: Buljubasich; Llorente (Toño, 65’), Toni, César Gómez, Paqui (Olivares, 58’); Chano, Del Solar (Antonio Mata, 58’), Ramis (Castillo, 58’), Conte; Juanele y Pizzi (Pinilla, 58’). Durante cuarenta minutos se jugó un partido de fútbol que ganaban los blanquiazules por uno-cero gracias a un gol de Chano (23’), que marcó con un gran disparo a la escuadra. Ni entradas duras había habido. O no más de las normales en partidos que no dejan sanciones por cumplir.
Y fue definitivo porque, a falta de un minuto, las amenazas de los jugadores mexicanos a Brito Arceo subieron de tono. Y el árbitro, valiente pero no suicida, llamó a la Guardia Civil, pidió protección y suspendió la farsa.
Al final, eso sí, Brito Arceo tuvo que suspender el partido y pedir protección a la Guardia Civil. Mientras, los jugadores del Tenerife se limitaban a mirar. Bueno, a mirar y a recibir. Porque los cosieron a patadas. Vicente Cantatore alineó esa noche a: Buljubasich; Llorente (Toño, 65’), Toni, César Gómez, Paqui (Olivares, 58’); Chano, Del Solar (Antonio Mata, 58’), Ramis (Castillo, 58’), Conte; Juanele y Pizzi (Pinilla, 58’). Durante cuarenta minutos se jugó un partido de fútbol que ganaban los blanquiazules por uno-cero gracias a un gol de Chano (23’), que marcó con un gran disparo a la escuadra. Ni entradas duras había habido. O no más de las normales en partidos que no dejan sanciones por cumplir.
Fue entonces cuando César Gómez repelió una agresión de Poblete y el capitán de los mexicanos, González Chino, lo ajustició de un cabezazo. Brito, para no liarla, expulsó a César Gómez y González Chino. Y perdonó a Poblete, el iniciador de las hostilidades. Al portero visitante no le gustó la decisión y lo insultó gravemente, por lo que también vio la tarjeta roja. Esta expulsión enojó al técnico mexicano, Aníbal Ruiz, que saltó al césped, llamó “payaso” a Brito y tuvo que ser retirado por la Guardia Civil. El balance de daños era importante, pero no grave: jugaban diez contra nueve. Eso sí, el Veracruz se negó a sustituir al portero y optó por colocar bajo los palos a Poblete, su delantero centro. Y así se llegó al descanso.
Juan Manuel Brito Arceo.
La segunda parte fue un despropósito. Y eso que Brito miró para otro lado cuando Víctor Medina cazó a Juanele. Ya no pudo hacerlo en el minuto 70, después de que Figueroa le hiciera otra criminal entrada a Juanele junto al banderín de córner. Entonces, desde el banquillo saltó Ramírez, que ya había sido sustituido, para agredir a Brito Arceo. El jugador tuvo que ser retirado por la Guardia Civil y, tras el partido, tendría que declarar en comisaría, pues el colegiado tinerfeño presentó denuncia contra Ramírez. Pese a todo, el partido siguió. Para entonces, Pizzi y Chano habían colocado el tres-cero. Y poco después, entre amenazas, tanganas e insultos al árbitro, Conte, Chano y Juanele colocaron el definitivo 6-0. Y fue definitivo porque, a falta de un minuto, las amenazas de los jugadores mexicanos a Brito Arceo subieron de tono. Y el árbitro, valiente pero no suicida, llamó a la Guardia Civil, pidió protección y suspendió la farsa.