Adiós a la Copa… y a Molina

Luis Padilla nos trae este sábado la despedida de Alberto Molina como jugador del CD Tenerife, el que más veces ha defendido la camiseta.

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El Tenerife se despidió el 9 de junio de 1976 de su más exitosa aventura en la Copa del Generalísimo, que así se seguía llamando entonces la competición a pesar de que el sujeto que le daba su nombre ya estaba muerto y enterrado. Fue en La Romareda, ante el Real Zaragoza y en el partido de vuelta de los cuartos de final. Ese día también jugó su último partido oficial como blanquiazul Alberto Molina, el futbolista que más veces ha lucido la camiseta del Tenerife en competición oficial. Ambos merecieron mejor suerte. El equipo a lo largo de esa temporada y el defensa grancanario durante su trayectoria profesional.

El Tenerife 75-76. Hizo una temporada excepcional y entró en la eternidad blanquiazul por eliminar de la Copa del Generalísimo al Real Madrid, que entonces era el vigente campeón de Liga y Copa y un equipo casi imbatible en España. Pero mereció más, mucho más. En la liga de Segunda División, porque guiado desde el banquillo por Felipe Mesones tuvo un comportamiento notable desde el principio e hizo soñar a sus aficionados con la Primera División. A falta de seis jornadas, cuando estaba a un punto del ascenso directo y acariciaba un sueño perseguido durante décadas, perdió su primer partido como local ante el Córdoba y quedó rezagado. Para entonces, en la Copa había eliminado a Lagun Onak, Alavés, Gijón Deportivo y luego se cargaría al Real Madrid. Y en el partido de ida de los cuartos de final mereció golear a un Zaragoza al que sólo pudo ganar por la mínima (1-0) gracias a un gol de Jorge Fernández. En La Romareda aguantó el empate inicial durante más de una hora, no recibió el definitivo 2-0 hasta el minuto 76. Y a falta de nada, ya en el descuento, aún pudo forzar la prórroga (el gol de visitante no tenía entonces doble valor) con un disparo de Justo Gilberto que se fue junto al larguero.

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Alberto Molina vistiendo los colores del representativo.

Alberto Molina. Disputó un total de 413 partidos oficiales (371 de Liga) en sus trece temporadas con el Tenerife, pero jamás jugó en Primera División. En su despedida, aquella tarde en Zaragoza, formó con: Lanas; Lesmes, Molina, Eduardo, Kraus; Román, Montero Castillo, Gilberto, Jorge; Illán (Toño, 53’) y García Murcia. Y se quedó a un cuarto de hora de la gloria. Fichado en 1963 desde la cantera de Las Palmas, el Tenerife se negó a venderlo un año más tarde al Murcia, entonces en Primera División. Y dos años y medio después, cuando ya tenía pie y medio en el Atlético de Madrid, una lesión le destrozó la rodilla y le dejó sin fichaje. Estuvo año y medio inactivo y cuando regresó el equipo ya estaba en Tercera División. Fue vital en el regreso a la categoría de plata, pero sólo le tocaron años de penurias. Y desde entonces, siempre jugó cojeando y con mucho dolor. En su último ejercicio, con una rodilla que hoy no hubiera pasado ni el más básico reconocimiento médico, aún fue capaz de ser titular en 45 de los 48 partidos oficiales que disputó el Tenerife. Es cierto que el Heliodoro se volcó en su homenaje en agosto de 1976 –en un amistoso ante Las Palmas– y que forma parte de la historia del club. Pero igual que el Tenerife 75-76, mereció más. Mucho más.