De charla con una superviviente

En ocasiones, me gusta escuchar lo que tienen que decirme personajes sin voz, que representan a estirpes que llevan en esta isla muchísimo más tiempo que nosotros.

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En una de mis habituales andanzas por las laderas del emblemático Roque de las Ánimas, observé un arbusto solitario, no muy grande, que pujaba por la supervivencia entre las asperezas de la roca. 

-¡Hola, amiga!

-Perdón...¿nos conocemos?

-Bueno, no tenemos aún el gusto, pero podemos solucionarlo ahora mismo. Me llamo Aarón, y mis abuelos y mis padres nacieron allá abajo, en el Valle de Taganana. ¿Y tú?

- Como vienes sin hacha y con buenas intenciones, te lo diré. Los científicos dicen que me llamo Juniperus turbinata, subespecie Canariensis, pero por aquí a mí siempre me han llamado "Sabina", como al cantante del "Boulevard de los Sueños rotos".

-¡Me gusta Sabina! ¿Y qué haces tú por aquí tan sola, en estos riscos?

-Bueno, supongo que sabrás que antes éramos muchas más. De muchas de nosotras se formaban, en mejores siglos, los espesos montes bajos de las islas. En este mismo valle, donde ahora hay casas y tierras de cultivo, vivíamos en gran cantidad.

- Algo había oído...¿Y qué ocurrió?

-Tus antepasados necesitaban leña y madera. Y como la nuestra es de buena calidad, fueron talando imprudentemente y sin control los antiguos sabinares. En algunos rincones inaccesibles, donde les costaba más llegar, quedamos algunos ejemplares aislados. Y semillas, que los pájaros trasladaban hasta sitios como este. Yo, señor, soy uno de ellos.

-¡Vaya! Una auténtica superviviente...

-Soy un fósil viviente, un recuerdo del pasado. No digas a nadie que estoy aquí, te lo suplico.

-Bueno, creo que te tranquilizará saber que ya nadie utiliza leña para cocinar. Tenemos vitrocerámica y gas butano.

-Uff....que alivio. ¿Y para qué has venido?

-Se está muy bien, acurrucado bajo tu pequeña sombra.

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