Agustín Rodríguez Santiago (Pontevedra, 1959) presenta una de las trayectorias más extrañas que se recuerda en la historia moderna del Tenerife. En realidad, toda su carrera deportiva fue rara. Formado en la cantera del Real Madrid, a los 20 años fue subcampeón de la Copa del Rey con el Castilla. Y a la temporada siguiente, subcampeón de la Copa de Europa con el primer equipo.
Lesionado García Remón, el técnico Vujadin Boskov lo eligió por delante del veterano Miguel Ángel. Y con 23 años y DiStéfano en el banquillo, fue el portero titular del Madrid que 'conquistó' cinco subcampeonatos (Liga, Copa del Rey, Copa de la Liga, Supercopa de España y Recopa de Europa) en una misma temporada. Y no sólo fue indiscutible, sino que se llevó el Trofeo Zamora al recibir sólo 22 goles en 29 partidos.
Nunca más tuvo continuidad y se fue del Madrid tras diez temporadas con un balance de doce títulos pero sólo 76 partidos jugados en Primera División. Al Tenerife llegó en el verano de 1990 para ser 'fijo' en la portería. La entidad se desprendió de Belza y Zeoli, quedándose sólo con Manolo López, que aún no había debutado como blanquiazul tras un año en la Isla.
En los cinco primeros partidos tuvo un rendimiento notable y sólo recibió cinco goles. Entonces, el técnico Azkargorta decidió tirar la línea del fuera de juego en mediocampo y a Agustín le cayeron nueve goles en dos partidos. Pagó los 'platos rotos' y, cuando recuperó el puesto, una lesión sólo le dejó jugar tres partidos. El curso siguiente lo inició en el banquillo y apenas jugó hasta que Solari lo rescató del olvido y lo colocó de titular en El Sadar, esa tarde duro como el hielo.
El experimento fue un fracaso y le costó el puesto al técnico. Entonces llegó Valdano, lo mantuvo bajo el arco y el guardameta gallego fue vital para que el Tenerife cambiara su historia en ocho partidos. Eso sí, se lesionó en el último, contra el Madrid, al chocar con un poste. Eso le costó iniciar el curso siguiente como tercer portero, pero pronto adelantó a Manolo y Ochotorena. Y con actuaciones deslumbrantes llevó al equipo a la Copa de la UEFA. Y en Europa fue uno de los 'héroes de Auxerre'. Aquella noche lo paró todo. Lo parable y lo imparable. Y a un minuto del final se dejó un hombro y su carrera deportiva en un balón dividido para evitar un gol de los franceses y lograr una histórica clasificación. Sólo entonces lo empezó a querer la afición. Pero nunca más volvió a jugar al fútbol.
Agustín, en su etapa como jugador