El motín del Maritim

Luis Padilla nos recuerda este miércoles, el día en el que los jugadores del CD Tenerife se plantaron antes de un partido decisivo ante el Betis, que terminarían ganando (4-0)

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El martes 27 de junio de 1989, dos días después de haberle hecho cuatro goles de cabeza al Figueras y un día antes de jugar el partido de ida de la promoción ante el Betis, en el que también haría dos goles de cabeza, unos aficionados quisieron abrirle la cabeza a Rommel Fernández tras entrenar en el Heliodoro. A golpes. Eligieron mal rival. El delantero panameño, que había sido boxeador en su juventud, se fue a por los aficionados y, si no lo sujetan entre un par de compañeros y un par de periodistas, nadie sabe lo que hubiera pasado.

Lo que sí se sabe es lo que le había pasado para llegar a esa esperpéntica situación. Se resume en cuatro palabras: el motín del Maritim. Todo empezó el día anterior, lunes, cuando la plantilla estaba concentrada en su cuartel general habitual, el hotel Maritim, para afrontar el partido más importante de la historia de la entidad: el choque de ida de la eliminatoria de ascenso a Primera División contra el Betis. Entonces, los jugadores quisieron cerrar, de una vez, el asunto de las primas, que estaba “acordado, pero no firmado”.

El documento recogía unas cantidades en función del puesto final y del que se ocupara durante la competición, pues eso repercutía en las taquillas. Así, no se cobraba un duro si se acababa “del decimocuarto para abajo”, aunque al final se lograra la permanencia. A partir de ahí, se recogía un ligero incremento en función del puesto que ocupara el Tenerife, tanto durante el torneo como al final del mismo. ¿Y por jugar la promoción o ascender? “Les regalamos el Heliodoro”, bromeó Javier Pérez con una plantilla construida “para escapar”.

Al final, en el documento no se recogió ese obsequio del Heliodoro como prima de ascenso, pero sí se plasmaron unas cantidades importantes por disputar la promoción (lo que suponía una taquilla extra para el club) o por ascender de forma directa. Por ello, solicitaron al presidente que acudiera al Maritim a firmar el acuerdo. Y Pérez, que tenía esos 'prontos', ni se puso al teléfono. Y cuando los jugadores amenazaron con abandonar la concentración, respondió displicente: “Si se quieren ir, que se vayan”. Y la plantilla se fue. Cada uno a su casa.

Esa noche, los jugadores durmieron en sus casas y las emisoras de radio nacionales contaron con detalle lo sucedido. Y el martes ardía la Isla. Pérez reaccionó y lanzó su versión, una dañina media verdad: “Quieren cobrar una prima por perder. Y jamás pagaremos por perder. Si ganan y ascienden a Primera División, les pagaremos lo que quieran”. Su catalinaria en las ondas tuvo un efecto brutal. Y algunos aficionados, encendidos, quisieron tomarse la justicia por su mano con los jugadores, que habían decidido entrenar por la tarde.

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Formación del CD Tenerife, temporada 89

Tras la sesión preparatoria, como estaba previsto, cogieron una guagua en el Heliodoro para regresar al Maritim. Eso sí, una vez en el hotel, Isidro García, “en representación de la plantilla”, leyó un comunicado de cuatro puntos en el que, entre otras cosas, recordaban la existencia del acuerdo incumplido por el club. Al día siguiente, en el Heliodoro, los jugadores, más unidos que nunca, fueron recibidos con una sonora bronca. Dos horas después, tras ganarle 4-0 al Betis, salieron a hombros.