El nacimiento del 'filial' de Las Palmas

Luis Padilla nos recuerda este jueves, cuando el CD Tenerife reforzó a un rival directo durante el año 66. Los blanquiazules vendieron a grandes de sus activos a la UD Las Palmas

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Ganador del Trofeo Amberes a la mejor labor de cantera en el fútbol nacional, el Tenerife sobrevivía en Segunda División con el talento local. Tras consumarse las marchas de Ñito, Colo y Santos, el presidente José López Gómez cumplió su promesa de retener a sus mejores baluartes en un intento de volver a la Primera División. Sin fichajes, pero sin bajas significativas, el equipo blanquiazul estuvo cerca de lograr su objetivo en la temporada 65-66. No lo logró y a partir de ahí se convirtió en una entidad vendedora. Y lo que es peor, para reforzar a Las Palmas, su eterno rival.

Antes de transformarse en 'filial' amarillo en el verano de 1966, el Tenerife completó un notable curso 65-66 con Joseíto en el banquillo y sin apenas cambios en la plantilla. La baja del retirado Borredá la cubrieron Castro (Celta) y el grancanario Godoy, que apenas contaba para Las Palmas y ¡jugó todos los partidos del curso y todos los minutos! como blanquiazul. Además, debutaron canteranos como Mingolo o Navarro, con poco recorrido, mientras que Manolo Ramos se quedaría media docena de años en la entidad y tendría una participación notable, sobre todo en Tercera División.

Joseíto definió pronto un 'once tipo' formado por Gómez; Martín, Molina, Martínez, Álvaro; Castro, Sicilia, Gilberto; José Juan, Erasto y Godoy, en el que sólo tendrían cabida el portero Dorta –tras una grave lesión de Gómez– o los polivalentes Felipe Alberto y Morín. Un buen inicio de curso colocó al Tenerife en la zona noble y, a falta de diez jornadas, tras empatar en la visita al líder Hercules, se pudo segundo, a un punto de los alicantinos. Y aunque acusó la presión, a cinco jornadas del final aún estaba en zona de promoción. Y con un calendario favorable.

Entonces, una derrota (1-2) en el Heliodoro contra el colista Melilla, la única que sufrió como local en todo el curso, acabó con el sueño. Por el camino, el Tenerife volvió a disputar una interminable eliminatoria de Copa del Generalísimo ante el Condal –perdida con un 'gol de oro' tras cinco meses, tres partidos y dos prórrogas– y sobrevivió a un accidente de carretera en Tarancón (Cuenca), cuando, en el trayecto entre Valencia y Madrid, el autocar en el que viajaba la expedición blanquiazul se estrelló contra un camión al patinar por culpa del hielo que había en la calzada.

Los jugadores Gómez y Castro fueron los peor parados, amén del técnico Joseíto y el presidente López Gómez, que viajaban en los asientos delanteros. El delegado, Pablo Llanos, rompió la luna delantera y acabó en el asfalto. Eso sí, esas heridas curaron. No lo hicieron las generadas ese verano de 1966, cuando el Tenerife traspasó a Las Palmas al lateral Martín Marrero y el delantero José Juán. Además, Felipe Albertos y Paquillo se fueron al Castellón y Martínez dejó el fútbol profesional. Y la apuesta por recuperar a jugadores tinerfeños que estaban fuera de la Isla sonó a excusa.

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El Tenerife 65-66 forma en el Heliodoro

Ya en la pretemporada, durante un amistoso ante Las Palmas pactado en el traspaso de José Juan y Martín, que sirvió para inaugurar la iluminación artificial del Heliodoro, el público protestó con acritud contra el palco y contra López Gómez. “Prorrumpió en una estruendosa ovación” al ver el césped iluminado, pero abroncó al presidente en un día en el que, además, se supo que la Federación Española de Fútbol mandaba al Tenerife al grupo Norte de Segunda División, lo que suponía visitas a campos embarrados, poco aptos para las condiciones de los jugadores blanquiazules.

Entonces, el enfado se combinó con el pesimismo, dos cualidades que han adornado durante el último medio siglo a la afición blanquiazul.