El niño que quería conquistar el mundo

En 1799 hizo escala en Tenerife, con ascenso al Teide, una de las expediciones científicas más importantes de la Historia.

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22 de junio de 1799.

Un grupo de hombres extranjeros contempla el panorama desde el Pico Teide. El deseado final a una larga ascensión desde el nivel del mar. 

Partieron del Puerto de la Orotava ayer, día 21, y, tras ascender durante todo el día, pasaron la estrellada noche al calor y luz de la leña de las retamas, tan abundantes en estas alturas. Es cierto que comienza el verano, pero las noches son frías en el sobrecogedor desierto central de Tenerife, que emerge entre las nubes como otra isla, encima de los bosques de pinos y laureles. Desde la Estancia de los Ingleses, lugar habitual de pernocta, prosiguieron el camino hacia la sulfurosa cima del volcán, trepando penosamente entre negras y afiladas escorias.

Los visitantes están extasiados ante el espectáculo que la naturaleza les ofrece. Les abruma la sensación a esta altura, a la que nunca habían estado. Les sobrecoge el intenso azul de la bóveda celeste. Les maravilla el aspecto desolador de las viejas corrientes de lava, que parten de la montaña en todas direcciones, como radios de una rueda gigantesca. Les impresionan los sorprendentes contrastes que experimenta el paisaje a medida que se gana altitud. Y les alegra la vista el delicioso aspecto de los viñedos y plátanos, los blancos pueblecitos, el mar, y las restantes islas del Archipiélago.

El día 23, ya de vuelta en Puerto de la Orotava, un miembro de la expedición, deseoso de contar su experiencia, escribe a su hermano, que espera noticias en el Viejo Continente. Se sienta ante el papel. Su pluma moja la tinta, y comienza a dibujar en el lienzo blanco palabras de emoción sincera.

"¡Querido Wilhem! Me voy casi entre lágrimas; me hubiera gustado establecerme aquí, y apenas acabo de dejar la tierra de Europa. ¡Si tú pudieras ver esos campos, esos seculares bosques de laureles, esos viñedos, esas rosas!"

Termina la carta. El hombre se dispone a firmar la nota. Su nombre va a ser revelado:

"Alexander Von Humboldt"

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No hay tiempo que perder: hay que regresar a Santa Cruz. El día 25, la expedición partirá rumbo a América para nunca regresar a Canarias. Explorará durante años los rincones más recónditos del Nuevo Mundo.

El largo periplo será una de las expediciones más prolíficas de la historia de la Ciencia. Alexander es joven, apenas cuenta 30 años. Pero el viaje le convertirá en una de las figuras más relevantes de la historia del conocimiento y una de las personalidades más célebres del planeta entre sus contemporáneos. Será una estrella.

Cuentan que, cuando era niño, le preguntaron si quería conquistar el mundo, como su tocayo, Alejandro Magno. Y que su respuesta fue:

-Sí, señor. Pero con la cabeza.-

Quería comprender el mundo. Deseaba intensamente desentrañar los secretos de una naturaleza que le fascinaba, desde su infancia en los bosques alemanes. Dejó de lado una vida de privilegios para conseguirlo. Y nuestra Isla fue el primer paso en su camino. 

Por eso, llevó siempre a Tenerife en su memoria...