El Tenerife alcanza el paraíso

Luis Padilla nos recuerda este jueves, el año en el que el CD Tenerife logró un nuevo ascenso a Primera División durante la temporada 60-61

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El Tenerife alcanzó el paraíso el 30 de abril de 1961 en Almendralejo (Badajoz) con Heriberto Herrera en el banquillo y un once inolvidable en el césped: Ñito; Colo, Correa, Álvaro, Villar, Borredá; Zubillaga, Santos, José Juan, Padrón y Santi González, que esa tarde suplió al lesionado Domínguez y reforzó el centro del campo para tejer esa 'malla herreriana' que muy pocos adversarios supieron atacar. Mientras, miles de tinerfeños disfrutaron a través de la radio de una sensación que una generación de 'birrias', con don Heliodoro Rodríguez a la cabeza, se quedó sin saborear. Obligado a sumar un punto ante un Extremadura que necesitaba la victoria para eludir el descenso, Herrera no tuvo dudas: cerrojo y a esperar a que el andaluz Alfaro Toledo señalara el final.

Entonces, la Isla se echó a la calle. Y lo volvió a hacer en la noche del martes cuando miles de personas acudieron a Los Rodeos a recibir a la plantilla, que llegó a la Isla de madrugada. El alcalde de La Laguna, Ángel Benítez de Lugo, acompañado de la banda de música municipal, agasajó a todos en la escalerilla del avión. Luego, la comitiva descendió por la carretera de La Cuesta hacia Santa Cruz con los coches de los directivos, el autocar con los jugadores... y las 22 guaguas que –junto a centenares de coches particulares– habían subido horas antes a Los Rodeos repletas de aficionados. La apoteosis llegó en la Plaza de la Candelaria, invadida por miles de blanquiazules. Los que allí estuvieron no han olvidado ese día, colofón a un curso en el que el Tenerife acertó con los fichajes.

Domínguez, Borredá y Zubillaga dieron un rendimiento notable, Correa demostró ser un central superlativo... y Vicedo fue Vicedo: con ocho goles en sus diez primeros partidos ligueros, lideró al equipo en la primera vuelta –cuando el Tenerife sumó tres victorias como visitante– y Herrera lo apartó tras un gravísimo acto de indisciplina. Además, 'explotaron' Ñito (21 años) y José Juan (19), vitales junto a otros canteranos como Colo, Álvaro, Villar, Padrón o Santos. Intratable en el Heliodoro, donde sumó 14 victorias y un empate en quince partidos, el Tenerife se permitió el lujo de no marcar un gol como visitante en la segunda vuelta, aunque arañó valiosos empates (0-0) ante Ceuta, Las Palmas o Extremadura. Y en la Copa, eliminó a 'primeras' como Elche o Zaragoza (tercer clasificado), antes de caer ante el Atleti.

Por el camino, hasta sobrevivió a un cambio de presidente diez días antes de sellar el ascenso, cuando José Antonio Plasencia relevó a Hodgson. A lo que no sobrevivió el Tenerife fue al verano y a la injerencia política. Acabada la interinidad de Plasencia, se convocaron elecciones, pero Madrid rechazó todas las candidaturas, incluyendo la de Plasencia. Y se dilató un proceso que ni se llevó a cabo al retirarse los aspirantes en una segunda convocatoria y ser elegido “por aclamación”... el citado Plasencia. En medio del caos, Herrera se marchó y, luego, a toda prisa se contrató a Brocic como entrenador y apenas se hicieron fichajes. Los problemas se agudizaron cuando un motín en el vestuario en el descanso de una remontada (2-1) ante el Valencia acabó con el cese de Brocic y la reprobación de Plasencia.

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El Tenerife 60-61 celebra el ascenso a Primera División en el Heliodoro, con el trofeo acreditativo de campeón del grupo Sur de Segunda División

Además, Villar y Padrón fueron apartados del equipo... poco antes de que el capitán general de Canarias, Ramón Gotarredona, se cargara a Ñito, Santos y José Juan al obligarles a cumplir un servicio militar estricto, sin las facilidades que los futbolistas tenían en la época. Y así, con todas las papeletas para regresar a Segunda División, acabó aquel 1961 en el que el Tenerife conoció el paraíso.