En Primera… y sin presidente

Luis Padilla nos recuerda este viernes, el día en el que el CD Tenerife ascendió a Primera División y se quedó sin presidente

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A alguien lo le gustó que el Tenerife ascendiera a Primera División en la primavera de 1961. Era un tiempo en el que Madrid lo decidía todo: los alcaldes, los gobernadores civiles, los obispos, los capitanes generales… y también a los presidentes de las sociedades lúdico-deportivas. Y por ahí se incluían los clubes de fútbol. Y si no los elegía con nombres y apellidos, que muchas veces lo hacía de forma indirecta, al menos era preciso que les diera el visto bueno. Lo ideal es que fueran “militares con alta graduación”, aunque también valían “hombres (jamás mujeres) de probada afección al régimen”. En su defecto, era imprescindible que al menos que fueran “gente de orden”. Si las propuestas no eran satisfactorias, sí imponía una gestora. Con nombres y apellidos.

En la primavera de 1961, tras alcanzar la máxima categoría nacional por primera vez en su historia, el Tenerife se encontró con un sinfín de problemas institucionales. Dos semanas antes de consumarse el ascenso, el presidente blanquiazul, Ricardo Hodgson, que también era jefe provincial del Movimiento, fue suplida por el vicepresidente José Antonio Plasencia. Acabado el campeonato, se convocaron nuevas elecciones y a la cita, además del mandatario saliente, concurrieron como aspirantes José López Gómez y Marcos Cohen. Pero la Federación Española de Fútbol, “por presiónes de tipo político”, según trascendió, anuló las tres candidaturas, incluyendo la de Plasencia, quien había ejercido el cargo durante varios meses sin impedimento alguno y, al parecer, con acierto: el equipo había ascendido a Primera División. 

En esa situación, el 22 de junio de 1961, por orden “procedente de Madrid”, se nombró una comisión gestora para regir el club “y convocar nuevas elecciones en tiempo y forma”. Al frente de la misma estaba el coronel jurídico-militar Francisco Carnero Moscoso, acompañado de algunos personajes ilustres de la sociedad tinerfeña: Luis González de Chaves, Rafael Pérez Alcalde y Juan Waldemar Beesse. Cumplieron su cometido y organizaron unos nuevos comicios, a los que concurrieron otras tres planchas: las presididas por José Antonio Plasencia, Alberto Varela Prieto y Julio García Ramos. Esta vez, al parecer, si se recibió el 'plácet' desde Madrid... aunque, al final, tampoco se celebrarían elecciones al retirarse a última hora las candidaturas de Alberto Varela y Julio García. 

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José Antonio Plasencia

O lo que es lo mismo: el Tenerife eligió una vez más a su presidente “por aclamación”, como gustaba en Madrid, donde había 'alergia' a las votaciones. El 'aclamado' fue esta vez el presidente saliente, José Antonio Plasencia, quien integró en su junta directiva a los dos candidatos retirados, además de a personalidades como Raimundo Rieu o Guillermo La Serna, quien durante años sería la mano derecha de José López. Y aunque parecía que se con Plasencia se garantizaba la continuidad y la unidad –al integrar a los otros dos candidatos–, la realidad es que durante el proceso se perdió un tiempo precioso. Y lo que fue peor: Heriberto Herrera se cansó de la situación y decidió no renovar como técnico “por el ambiente de politiqueo que hay entorno a la junta directiva”. El Tenerife empezó a descender ese día a Segunda División.