Fin al ‘culebrón’ Rommel

Luis Padilla nos recuerda este martes, el día en el que Rommel Fernández abandonó el CD Tenerife para jugar en el Valencia

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Rommel Fernández fue el protagonista del 'culebrón' del verano de 1991, cuando los españoles descubrieron los 'culebrones' y la palabra se puso de moda gracias a 'La dama de rosa', una telenovela venezolana protagonizada por Carlos Mata y Jeannette Rodríguez que arrasaba en las pantallas de televisión. Pero mientras media España suspiraba por los amoríos del potentado Tito Clemente y la humilde Gabriela Suárez, reconvertida en Emperatriz Ferrer tras pasar siete años en la cárcel, Tenerife tenía su propio 'culebrón': el de la venta de Rommel Fernández al Valencia.

Nada nuevo bajo el sol: a lo largo de los años, el conjunto blanquiazul siempre había vendido a sus mejores jugadores. Pero el caso de Rommel era distinto, porque el Tenerife no lo vendía para sobrevivir. En ese caso, quizás se hubiera aceptado su venta. Pero con el equipo estabilizado en Primera División, la idea era otra: Javier Pérez lo quería vender para hacer negocio. Y para crecer. Y justo es reconocerlo, porque el jugador quería irse. Eso sí, el traspaso ofrecía un problema: Rommel Fernández era algo más que un ídolo. Era uno de los nuestros, un ejemplo.

Rommel era un chico humilde del barrio de El Chorrillo, en la capital de Panamá, que vino de 'colado' al Mundialito de la Enmigración que se había diputado un lustro antes en el sur de Tenerife para darse a conocer. Era el futbolista que con sus goles se había ganado un hueco en el Tenerife Aficionado primero y luego con el equipo de Segunda División. El que con sus imponentes remates de cabeza había llevado al Tenerife a Primera División después de tres décadas de penurias. Y también era el 'nueve' que hacía apenas unos días había marcado un gol al Valladolid en el Heliodoro que dejaba a su equipo en la élite, entre los mejores.

Las negociaciones eran públicas y constantes. El jugador se había ido a Panamá, pero su representante, Alberto Toldrá, estaba casi todos los días en la Isla. El problema era sencillo, pero de difícil resolución: todas las partes –Valencia, Tenerife y futbolista–estaban interesadas en el traspaso... pero Javier Pérez tenía que decir que no quería traspasar al jugador y Rommel tenía que asegurar que no quería irse. Más allá de algún fleco pendiente en el contrato de imagen del delantero, cada parte quería 'vender' bien la operación ante la opinión pública para lo quedar de 'malo' en ese 'culebrón'.

El presidente presionaba para que el delantero se acogiera al Real Decreto 1006/85 y pagara su cláusula de rescisión, fijada en 250 millones de pesetas. Y el panameño no quería quedar como un traidor que compra su libertad y que se va de un sitio en el que no está a gusto. El ejemplo anterior de Felipe y el posterior de Figo –cuando dejaron el Sporting y el Barça para irse al Tenerife y al Madrid– demuestra que los jugadores que se acogen al decreto 1006 no son muy queridos en sus clubes de origen. Finalmente, el 3 de julio de 1991 se llegó a un acuerdo y Rommel Fernández se fue al Valencia.

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Rommel Fernández, durante un partido con el CD Tenerife

¿Qué solución se tomó? Pues una intermedia: estrictamente, Rommel no se presentó en la Liga de Fútbol Profesional para pagar su cláusula de rescisión... pero el Tenerife recibió 273 millones de pesetas, de los que el Valencia pagó 250.