Fuegos de artificio

Luis Padilla nos revive este sábado el fichaje frustrado de Jorge Indio Solari como entrenador del CD Tenerife en la temporada 89-90.

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El Tenerife 89-90, el del regreso a la élite del fútbol español tras casi tres décadas de ausencia, se presentó entre fuegos de artificio. Y en el doble sentido de la expresión. Primero, porque hubo una impresionante exhibición pirotécnica, gentileza, cómo no, de los hermanos Toste. Y segundo, porque en la parte final de su poco breve discurso de salutación, voz en grito como a él le gustaba, Javier Pérez anunció a bombo y platillo “el fichaje de Jorge Indio Solari como entrenador del Club Deportivo Tenerife para la próxima temporada en Primera Divisióóóóóón”. Ésa era la sorpresa que se tenía guardada el dirigente blanquiazul para hacerla 'explotar' en plena presentación, ante los casi diez mil espectadores que acudieron esa noche al Heliodoro. Lo que no sabía entonces el presidente blanquiazul es que, en unas pocas horas, la bomba informativa quedaría reducida a fuegos de artificio.

Pero aquel 28 de julio de 1989, el público aplaudió a rabiar el anuncio de Pérez. Además, la afición había ido a eso: a aplaudir y gritar. Había diez mil espectadores en las gradas, pero no había partido de presentación. Tras el discurso de Pérez, largo y mal estructurado pero siempre muy emotivo, tomó el micrófono Chalo. Ausente David Amaral, recuperándose de una lesión, fue el delantero quien de forma breve y en su condición de segundo capitán se limitó a agradecer al público su presencia. Y ausente también el técnico, que al día siguiente tenía previsto llegar desde Argentina, el segundo entrenador, Justo Gilberto, ordenó la disputa de un partidillo en el que las miradas se fijaron en los cuatro fichajes que ya estaban ese día en la Isla: Felipe Miñambres, Quique Estebaranz, Salmerón y Francis. Acabada la pachanga, los jugadores se fueron esa misma noche a su lugar de concentración: el hotel Maritim de Los Realejos.

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Solari saluda a Bochini en su época como entrenador de Independiente

Esa misma noche... o. para ser más precisos, a la tres de la mañana del día siguiente –aunque algún periódico aún tuvo tiempo de colarlo en la edición del día– llegaba a las redacciones un teletipo fechado en Buenos Aires en el que se indicaba que el Independiente de Avellaneda le negaba el permiso para dejar el club a Jorge Solari. Pese a todo, dos días después del estruendoso anuncio de su contratación y de la posterior negativa de Independiente, el Tenerife insistía en que la llegada del técnico sólo se demoraría “24 ó 48 horas como mucho”. Finalmente, el 7 de agosto, tras negociar con Luis Aragonés, Carlos Aimar, Eduardo Solari, Jorge Solari, el chileno Ignacio Prieto y el brasileño Mario Marinho, el presidente Javier Pérez anunció en rueda de prensa “la contratación de Vicente Miera como entrenador del Tenerife”. Y lo hacía, eso sí, sin fuegos de artificio.

P.D. Ese mismo día, en lo que tal vez se pudiera considerar una medida necesaria y hasta un acierto en el fondo, pero jamás en las formas, el club le comunicó a cuatro jugadores que habían llevado al equipo a Primera División que causaban baja. Pedro Martín, Mínguez, Noriega y Lope Acosta fueron al Heliodoro, pero no pudieron presentarse como parte del Tenerife 89-90 y nunca pudieron jugar en la élite como blanquiazules. Pero forman parte de su historia.