Hacia la figura del mediador profesional

Una breve reflexión sobre el camino a seguir para profesionalizar a los mediadores

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La formación de los mediadores debe pasar, a su vez, porque cuenten con apoyo profesional, y se sometan a una planificación apropiada, un seguimiento

Los mediadores son aquellas terceras personas,  imparciales, independientes y cualificados que, sin poder de decisión, ayudan a las partes en conflicto, a dialogar, a que resuelvan por sí mismas sus problemas; podemos decir que son el eje de la mediación. Los mediadores son la base de un buen programa de mediación, la mediación se prestigiará si se dispone de buenos mediadores, bien formados, responsable de su importante función y poseedores de las habilidades que, sobre todo, el estudio, la reflexión y la experiencia pueden aportar.

Al mediador, en el entorno internacional, se le viene exigiendo que posea bastantes requisitos y habilidades: ser un buen conocedor de la cuestión objeto de controversia, tener una clara trayectoria ética, facilidad de comunicación, credibilidad, capacitación para comprender, saber aplicar las etapas del proceso, estar dotado de habilidades:  saber escuchar, crear armonía, evaluar intereses y necesidades, generar opciones, manejar todas las situaciones, saber parafrasear, saber reenfocar, romper el estancamiento, planificar estrategias, equilibrar el poder, redactar acuerdos…  

La profesionalidad del experto mediador es, consecuentemente, un objetivo prioritario en los próximos años para los Estados miembros de la UE. En el contexto internacional, la Organización de las Naciones Unidas viene elaborando desde hace unos años, Leyes Modelo y Recomendaciones que favorezcan la implementación y el uso de la conciliación y de la mediación en la resolución de los conflictos, civiles, mercantiles, transnacionales... 

Este Organismo pone de manifiesto cuales son los elementos fundamentales: la formación, la preparación del mediador, la especialización, combinando los conocimientos y las capacidades individuales del mediador, el apoyo financiero y administrativo necesario de la entidad mediadora. Asimismo, subraya la importancia de que estos profesionales manejen el ámbito objeto de conocimiento y los marcos normativos en los que se desenvuelve el conflicto. La formación de los mediadores debe pasar, a su vez,  porque cuenten con apoyo profesional, y se sometan a una planificación apropiada, un seguimiento y una evaluación periódicos, a fin de mejorar las posibilidades de éxito y minimizar los errores del mediador.

Finalmente, en apoyo a esta idea central, el Congreso aprobó el pasado mes de abril una proposición no de ley (PNL) para, entre otros, “reforzar la profesionalización de la figura de los mediadores”. Es el inicio del camino.