Heynckes sufre el Yom Kippur

Luis Padilla nos recuerda este domingo, la larga espera que tuvo que hacer el CD Tenerife entre una dolorosa derrota ante el Valencia y el choque de UEFA ante el Macabbi

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Al Tenerife se le hizo eterno el lunes 23 de septiembre de 1996. Y a su técnico, el alemán Jupp Heynckes, mucho más. Dos días antes había caído (2-1) ante el Valencia en Mestalla y dos días después, el miércoles, tenía que afrontar en Tel Aviv el partido de vuelta de la primera eliminatoria de la Copa de la UEFA. Allí esperaba el Maccabi, que había arrancado un buen resultado en el Heliodoro: una mínima derrota por 3-2 en un partido que los locales dominaron de inicio a fin pero no supieron cerrar. Todo eso hacía prever mucho sufrimiento en el estadio Ramat Gan y, en esos casos, al preparador germano le gustaba viajar “con tiempo”. De hecho, uno de los desencuentros más sonoros que tuvo con el presidente, Javier Pérez, llegó por la negativa del club a comprarse un avión –como si eso fuera sencillo y barato– para poder desplazarse con comodidad y que los jugadores descansaran.

Pero aquel lunes avanzaba y el Tenerife seguía en Valencia. Y el rostro de 'herr Jupp' iba adquiriendo una tonalidad cada vez más rojiza a medida que pasaban las horas. Y es que el equipo no estaba ni en Tenerife ni en Israel. Seguía en Valencia. Por Heynckes, hubieran viajado el mismo sábado a Tel Aviv, pero el Yom Kippur del año 5757 (según el calendario judío), que comienza al anochecer del noveno día del mes de Tishrei y continúa hasta el anochecer del día siguiente, había aconsejado no hacerlo hasta la noche de ese lunes. Para entonces, los judíos ya habían celebrado su día del arrepentimiento, el más santo y más solemne del año. Dedicado a la expiación y la reconciliación, durante esa jornada la comida, la bebida, el baño y las relaciones conyugales están prohibidas. Obviamente, se paraliza cualquier actividad y los aeropuertos también estaban cerrados durante 24 horas.  

Eso sí, en cuanto anocheció en Israel, la expedición del Tenerife aterrizó en el aeropuerto Ben Gurión. Heynckes y los suyos habían salido desde Manises (Valencia) hasta el aeropuerto de Malpensa (Milán). Ahí cambiaron de avión y prosiguieron hasta Israel. Luego, de noche cerrada, tocó desembarco bajo estrictas medidas de seguridad, exhaustivo control en el aeropuerto, veinticinco kilómetros de autocar hasta Tel Aviv y alojamiento, por fin, en el lujoso hotel Sheraton. Así acabó aquel lunes agotador para los blanquiazules, que dos días después se medirían al Macabbi, dirigido entonces por Abraham Grant, quien años después llevaría al Chelsea a una final de la Champions League. Ausente Jokanovic, que pagaba una sanción de su etapa en el Partirán de Belgrado, el Tenerife jugó con: Ojeda; Pablo Paz, Antonio Mata, César Gómez, Rojas; Chano, Vivar Dorado, Pinilla, Felipe; Juanele y Kodro. 

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Antonio Mata, antes de lanzar una falta ante el Macabbi

O lo que es lo mismo, para conservar una ventaja, Heynckes apostaba por un 4-4-2 ofensivo con rombo en mediocampo. Así era el alemán. Y así, al ataque, sobrevivió el Tenerife a una humedad asfixiante y a una noche con 30º de temperatura. Un gol de Vivar Dorado (43’) y una actuación estelar de Marcelo Ojeda le bastaron para arañar un empate (1-1) y seguir adelante. Aunque Heynckes no olvidó aquel Yom Kippur.