La carta

1513. Hace casi dos décadas que terminó, oficialmente, la conquista de Tenerife. El gobernador de la isla envía un mensaje a la corte: su destinataria, la Reina de Castilla.

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Muy poderosa señora: 

En esta isla hay 600 o más guanches, naturales de la isla, y de ellos 200 son hombres que pueden combatir, más o menos.

La presencia de estos en la isla no ha sido ni es provechosa: ni al servicio de Dios, ni al servicio de vuestra Alteza, ni al bien común de la isla. Todo lo contrario: hace daño. Y voy a explicar por qué:

- Casi todos los guanches, o la mayoría de ellos, no tienen otro modo de vivir que criar cabras, ovejas y puercos. Y es que cuando eran infieles ya vivían así, y se sustentaban de los animales.

-Son holgazanes por naturaleza, no se aplican a ningún servicio ni industria, ni otro trabajo, salvo el andar tras las cabras, viviendo en los campos, cuevas y montañas.

-No quieren vivir en poblado, aunque se les ha mandado muchas veces por la justicia.

-Hurtan y roban los ganados de los vecinos establecidos en la isla, y lo hacen de forma tan sagaz que no se puede verificar bien. Pero el caso es que muchos de ellos, sin tener inicialmente ganados ni de donde sacarlos, al poco tienen un montón de cabras mientras los rebaños de los vecinos disminuyen. Y eso es porque ellos, cuando eran infieles, tenían por costumbre robarse las cabras unos a otros.

-Muchos esclavos guanches se han escapado y llevan cinco o seis años alzados, con la ayuda de los guanches libres. Porque como todos son de la misma nación, y viven en los campos y en las sierras, se acogen y se encubren unos a otros. Y antes morirán que descubrirse, y consideran esto un honor. Ya actuaban así antes de que se conquistase la isla. Y le aseguro que es imposible sacarles nada mediante tortura, aunque se les haga pedazos.

En definitiva: son gente que muy dañina.

Imagine, señora, que venga tiempo de guerra, que llega a esta isla un ejército invasor...¡Dios no lo quiera! Habiendo, como hay ahora, 200 hombres de pelea en esta isla, criados en esta tierra y conocedores de cada rincón, y siendo como son enemigos nuestros, porque les arrebatamos la tierra, creo que podrían hacernos mucho más daño que los de fuera. Porque van creciendo en número cada día, y en tierra tan abrupta como esta podrían hacernos un daño casi irreparable.

Por eso, suplicamos a vuestra Alteza que los mande echar de la isla, porque ni a Dios, ni a vuestra Alteza, le hacen ningún bien ni servicio, y a la isla no le dan ningún provecho.

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Adaptación de la Carta enviada por el Gobernador de la isla de Tenerife a la Reina Juana de Castilla, a finales del año 1513.

Extraída de los Libros de Acuerdos del Cabildo de Tenerife.

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PD: La sugerencia de expulsión nunca fue atendida por la Reina.