La inauguración del Stadium

Luis Padilla nos recuerda este miércoles la inauguración del Stadium del Tenerife en 1925.

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Nunca se había visto nada igual en la Isla. La inauguración del nuevo Stadium del Tenerife colapsó Santa Cruz aquel 25 de julio de 1925, cuando el presidente de la entidad, el ingeniero Muñoz Pruneda, vio cumplidos un sueño profesional y una aspiración deportiva. Y más de siete mil personas asistieron a la cita y paralizaron la ciudad. Lo contaba Domingo Rodríguez en 'La Prensa': “Desde la Plaza de la Constitución a la Plaza de la Paz y a todo lo largo del Paseos de los Asuncionistas, la fila interminable de autos daba la nota de extraordinaria alegría y movimiento en nuestra población, aumentada por gran cantidad de forasteros llegados de los principales pueblos de la Isla”.

Una semana antes se había inaugurado el campo del Parque de la Avenida, donde hoy arranca la Avenida Tres de Mayo, junto a la Terminal de Guaguas. Aquello fue la sede primero del Laurel y luego del Fomento, que daría origen al Real Unión, histórico representante del barrio de El Cabo. Pero la puesta de largo del Stadium era diferente. El club construyó su nuevo hogar tras adquirir los 24.000 metros cuadrados –pagados a 25 pesetas el metro– de la finca Cañadas, en la frontera exterior de los límites de la ciudad y sita junto a la entonces inexistente calle San Sebastián. Y los pagó tras emitir acciones, a 100 pesetas cada una, que fueron compradas por ciudadanos anónimos y empresarios.

Ahí destaca la aportación de 5.000 pesetas de Francisco García, dueño de una fábrica de helados y conocido como Paco 'el de la Valenciana'. Eso sí, el coste de las obras obligó a la entidad a firmar un empréstito con la Caja de Ahorros. Pero el día de la inauguración nadie pensaba en deudas. Y menos las autoridades ubicadas en el palco, con el gobernador civil Villar Granjel a la cabeza, acompañado del alcalde de la ciudad, Francisco La Roche. El arcipreste Herráiz Malo –secreto aficionado, al que se le fabricó una habitación para que fuera al fútbol sin ser visto– bendijo la instalación y los padrinos de la ceremonia fueron el patrocinador Sixto Machado y la esposa del presidente, Rosario Rivera.

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Alineación del Tenerife el 25 julio 1925, con el presidente Muñoz Pruneda al frente

Aquel histórico sábado, durante la bendición del Stadium, la Sociedad Colombófila soltó más de mil palomas al vuelo sobre un terreno de juego nivelado con varias capas de tierra y que tenía las mismas medidas que el Metropolitano de Madrid (105x67 metros). Luego, el Tenerife y el Marino grancanario saltaron al terreno de juego. Los blanquiazules lo hicieron con su uniforme de gala, que incluía “una bella chaqueta cruzada de la que se despojaron antes de iniciarse el choque”. Porque después del boato hubo un partido de fútbol. Pésimo, por cierto. A Pascual (68’), delantero del Tenerife, le cupo el honor de marcar el primer gol en el nuevo Stadium al rematar un córner ejecutado por Castellano.

Eso sí, cinco minutos después, Teodosio batió a Baudet y empató el Marino. Eso sí, la cira le reservaba un giño a la historia: el gol del definitivo triunfo local (2-1) lo marcó a falta de doce minutos un pibe de 18 años que después sería figura nacional y luego un mito. Se llamaba Ángel Arocha.