La primera piedra del ascenso

Luis Padilla nos recuerda este viernes, el día en el que el CD Tenerife contrató (por segunda vez) a Carlos Muñiz como entrenador

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La nueva directiva del CD Tenerife, presidida por Imeldo Bello Alonso, afrontó la temporada 52-53 con la obligación de lograr el ascenso a Segunda División, un objetivo que no pudo lograr en el verano de 1950. Y que tampoco pudo conquistar luego la UD Tenerife un año más tarde. Desligados del llamado 'equipo de la unión', los blanquiazules fueron a la capital de España en busca de refuerzos y se trajeron a dos tinerfeños, Óscar y Perla, que formaban parte de la cantera del Real Madrid. Y también contrataron como entrenador a Carlos Muñiz, quien, en palabras del presidente, “tiene buenos antecedentes por haber hecho una gran labor en el Córdoba y en cuyo equipo tuvo contacto con jugadores canarios como Méndez, Durán, Núñez, Santacruz, Manolo Jorge y Miguel, por lo que conoce su idiosincrasia”.

La contratación de Muñiz resultaba sorprendente, pues era un técnico con una amplísima experiencia. Antes de trabajar en la Isla, había dirigido durante ocho temporadas consecutivas al Córdoba, al que había logrado ascender a Segunda División y con el que estuvo en tres oportunidades a punto de llegar a la élite. Y aún antes, entrenó al Nacional de Madrid, al Ferroviaria, al Murcia y a la Cultural Leonesa, donde coincidió, entre otros, con el palmero Rosendo Hernández. Y ese verano, cuando accedió a venir al Tenerife, tenía una oferta del Español, de Primera División. Sin embargo, prefirió venir a la Isla, en el ámbito del fútbol regional, para afrontar un reto histórico. Y así, el 29 de junio de 1952, tras reiterar su “alta estima” a los futbolistas canarios con los que había trabajado, Carlos Muñiz llegó a Los Rodeos.

Allí fue recibido por Imeldo Bello y otros miembros de su junta directiva y, ese mismo domingo, fue presentado a los jugadores y partió rumbo a La Palma, donde el Tenerife disputaría tres encuentros amistosos en los que se impuso sucesivamente al Tanausú (4-2), al Aridane (3-1) y a una selección palmera (3-2). “He quedado muy satisfecho de lo que he podido ver y no descarto la consecución de grandes objetivos”, vaticinó entonces Muñiz. Esa misma temporada, el conjunto blanquiazul accedió a las categorías nacionales. Lo hizo tras imponerse al Norte y a la propia UD Tenerife en el campeonato local y al Orihuela en la eliminatoria de promoción a Segunda División. Tras el éxito conseguido, no hubo dudas en renovar la confianza en Carlos Muñiz. Y ya en Segunda División, practicaría el que, unánimemente fue considerado como el mejor fútbol de la categoría.

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Carlos Muñiz, durante su etapa en el banquillo del CD Tenerife

Sin embargo, el Tenerife tuvo que conformarse con la sexta plaza final. Y acabado el curso, no se le renovó el contrato a Muñiz. “Me voy satisfecho con la labor realizada, pero con un gran disgusto porque en estos dos años dejo muchos y buenos amigos que no podré olvidar”, dijo al partir. Seis meses después volvieron a llamarlo para que sustituyera a José Planas y se quedó año y medio en la Isla. Con Carlos Muñiz, el Tenerife empezó a construir su historia moderna. Y todo empezó una tarde de junio de 1952 cuando llegó a Los Rodeos para dirigir a un equipo que, hasta entonces, no había salido del ámbito regional.