Madera de Anaga para los ingenios azucareros de Gran Canaria

Una de las fuentes de ingresos más importantes que tuvo el Cabildo de Tenerife tras la conquista fue la venta de nuestros bosques.

Guardar

Featured Image 24939
Featured Image 24939
Corre el año 1546. Ha llovido desde entonces, pero algunas cosas nunca cambian. 

El Cabildo necesitaba "perras" para ejecutar las obras que se hacían en la isla. El dinero para ello, como ahora, venía de dos sitios: del bolsillo de los ciudadanos (los impuestos) y de la venta de recursos públicos. ¿Cuáles eran esos recursos públicos? En aquellos tiempos, en que no existía la Ley Canaria de Espacios Naturales Protegidos, la principal fuente de riqueza era el monte.

Casualmente, en aquellos tiempos los ingenios de Gran Canaria demandaban una cantidad ingente de madera. Y los bosques de la isla redonda andaban ya bastante mermados, con los precios de la madera local subiendo hasta el punto de que, muchas veces, era mejor comprarla a las islas vecinas.

Viendo la situación, el Cabildo de Tenerife decide conceder licencia para extraer de los montes de Anaga, en el sector entre El Draguillo e Igueste, nada menos que 30.000 cargas de leña. Salieron del monteverde de la cumbre, incluyendo la cabecera de Anosma, de Tafada y Las Palmas, y se transportaron hasta el mar siguiendo los caminos. En el caso de que un comprador necesitara sacar madera de un sector en el que aún no llegara el camino, estaba obligado a construirlo él mismo.

No había BOE, ni BOC, ni televisión ni radio, ni periódicos, para divulgar la noticia. ¿Cómo se hizo llegar la oportunidad de adquirir legalmente leña de Anaga a los posibles compradores? A la vieja usanza: pregonándolo a grito pelado en las plazas de Gran Canaria y Tenerife.