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Mucha épica... y pocos puntos

El Tenerife rescató un punto en La Romareda con un cabezazo salvador que no debe ocultar algunos defectos de un equipo mal construido

2 minutos

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No hay nada que le guste más al forofo de un equipo que un gol en el último minuto. Y más, si evita una derrota o permite un triunfo. No digamos si sirve para superar una eliminatoria o ganar/empatar una final. Un gol en el último minuto es un subidón de adrenalina que aplaza –y muchas veces, incluso elimina– cualquier debate futbolístico. De hecho, hasta gustan más esos tantos si tienen que ver poco con el juego y mucho con la raza. Un ataque en tromba, un balón colgado al área y un cabezazo salvador lleno de furia. Eso es todo. Muchos aficionados no necesitan más para ser felices... al menos durante unos minutos.

Los 'goles salvadores' tienen un problema: en las eliminatorias a ida y vuelta o en las finales son valiosos.. pero en una competición a largo plazo como LaLiga 1|2|3 pueden ser contraproducentes. Y más si sólo sirven para empatar. No dan (muchos) puntos y pueden tapar (muchos) defectos. Por ejemplo, insistimos, los de un equipo mal construido. En suma, son una tirita en una herida que no deja de supurar. Y el Tenerife 18-19 no debería olvidarlo: ya lleva casi media docena de 'goles salvadores' en este curso y está eliminado de la Copa del Rey y ocupa zona de descenso a Segunda División B.

Un repaso mental nos lleva al tanto de Aveldaño llevándose al portero por delante en Tarragona, el misil que se inventó Malbasic en Almería cuando el tiempo agonizaba, el cabezazo en el segundo palo de Jorge para evitar la derrota ante el Deportivo, el córner rematado por Carlos Ruiz en el primer palo que (supuestamente) mandaba a la prórroga la eliminatoria ante el Cádiz o ese testarazo lleno de furia de Acosta para arañar un empate en una Romareda que ya festejaba el triunfo local. O lo que es lo mismo: muchos goles gritados con el alma, pero que han terminado por sumar pocos puntos y esconder muchos defectos.

Estos goles, hay que decirlo, son señales de que el Tenerife 18-19 compite hasta el final, que no se rinde ni en los ambientes más hostiles y las circunstancias más adversas... En definitiva, que hay actitud, ganas, trabajo, esfuerzo, sudor... Es difícil poner eso en duda, pero también es complicado no concluir que estamos ante un equipo mal construido: un equipo frágil en la zona defensiva –al que las dudas que genera su portero no van a ayudar– y con una preocupante falta de gol. Y que necesita un funcionamiento colectivo exquisito para sobrevivir en la categoría. Y ése es el reto de Oltra, porque la épica puede servir para un día pero no para una liga.

P.D. La forma de celebrar el gol de Acosta en La Romareda es la de un equipo unido y dispuesto a no rendirse... pero, más allá de una celebración, parece una liberación para un grupo angustiado, con poco fútbol y menos gol y al que sólo le queda la raza.

IMÁGENES DEL EMPATE LOGRADO POR EL CD TENERIFE EN LA ROMAREDA. | EL HERALDO/ACAN