Una lucha que mantenemos en secreto

Hace unos días descubrí que uno de mis competidores en "Cookie Jam" es una antigua amiga mía...

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Creo que el ser humano, por muy maduro que sea, siempre recordará su etapa infantil en la que jugaba con cualquier cosa, ya fuera unos boliches, una muñeca, un trompo, un yo-yó o una soga para saltar. 

Hablo, claro está, de cosas con las que nos divertíamos los de mi generación en nuestros primeros años de existencia. Hoy, como es evidente, los nenes se distraen con instrumentos más modernos (no sé qué será mejor, si lo nuestro de antaño o lo de ahora) y ya no nos sorprendemos si vemos a un niño de apenas cuatro o cinco años con una tablet entre sus manos jugando a marcianitos agresivos, que se cepillan al más pintado.

Los adultos y los que ya nos acercamos a la tercera también hemos descubierto jueguecitos de tres en raya y de rompecabezas de figuritas por las redes sociales y -quien lo niegue está faltando a la verdad-, muchos de nosotros pasamos buenos ratos pegados al ordenador o al teléfono móvil calculando las soluciones más acertadas, para ir avanzando hacia episodios más complicados.

Hace unos días descubrí que uno de mis competidores en "Cookie Jam" (que así se llama el invento en Facebook) es una antigua amiga mía, periodista como yo para más señas, que nació en Tenerife, pero que se casó en Las Palmas y allí vive desde entonces.

Mantenemos una lucha muy disputada y ya vamos por un nivel de juego muy elevado. Ella me adelanta a veces y, en otras ocasiones soy yo el que va por delante. Lo gracioso de esta batalla es que ninguno de los dos nos hemos dicho nada, a pesar de que nos pedimos "vidas" entre nosotros para seguir jugando y me hace mucha gracia que no nos demos por aludidos. No sé si por el debido respeto de contrincantes en un juego o porque en el fondo somos unos niños chicos que no disfrutamos en nuestra época de estos medios tan actuales para divertirnos como cosacos.

Sea como sea, lo cierto es que estamos enfrascados en este "Cookie Jam" y, aunque no nos hemos dicho nada entre nosotros (tenemos messenger para comunicarnos y dejar mensajes cuando quisiéramos), me apeteció hoy comentar esta anécdota.

pacopego@hotmail.com