Vídmar y los fichajes exóticos

Luis Padilla nos lleva este lunes a 1996, cuando al CD Tenerife llegó un australiano de nombre Aurelio Vídmar.

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Se saben aquel de un francés, un inglés, un alemán y un español…”. El Tenerife modificó ese viejo chiste infantil durante el verano de 1996. En las bocas de los dirigentes blanquiazules podría sonar así: “Se saben aquel de un australiano, un sudafricano, un suizo [en realidad, un suizo-alemán], un chileno, un bosnio, un argentino, un sueco y un español…”. Porque de esas ocho nacionalidades fueron los ocho fichajes veraniegos del Tenerife 96-97, a los que en el mercado de invierno se añadió otro sudafricano. Exceptuando a Meho Kodro, el bosnio, que ya tenía experiencia en la Primera División, el resto debutaba en la categoría. Aunque Dani, el español, ya había disputado medio partido con el Atlético de Madrid cuando militaba en su filial. Y entre los recién llegados al campeonato, sólo Pablo Paz, el argentino, procedía de un mercado tradicionalmente exportador. 

Porque a los otros jugadores habría que considerarlos, cuanto menos, como exóticos. Eran el chileno Rojas, el sudafricano Motaung, el suizo-alemán Neuville, el sueco Andersson y, sobre todo, el oceánico Aurelio Vídmar (Australia, 1967), el primer futbolista del quinto continente en recalar en la liga española. Eso sí, era un fichaje, como la mayoría de los que hizo esa temporada el Tenerife, realizado al calor de la Ley Bosman, pues tenía pasaporte italiano, era considerado como futbolista comunitario y no ocupaba plaza de extranjero. Casi nadie lo hacía en esa época, en un mercado alterado además por la llegada de los millones de la televisión.

Procedente del Sion, Vídmar había marcado siete goles en trece partidos en la liga suiza, tras ser cedido por el Feyenoord holandés, donde no triunfo. Sí lo había hecho en el Standard de Lieja de la liga belga, donde fue máximo goleador con 22 tantos en la campaña 94-95. Eso sí, antes de recalar en la Isla había estado en seis equipos diferentes de cuatro países distintos. “Es un delantero, rápido, fuerte y goleador”, dijo Jupp Heynckes. Por tanto, no había nada que temer. Contratado por el Tenerife el 16 de julio de 1996 por doscientos millones de pesetas, no recaló en la Isla, pues estaba concentrado con su selección para disputar los Juegos Olímpicos de Atlanta. Y allí, en el torneo olímpico, le hizo dos goles a la España de Raúl y De la Peña, lo que hizo concebir esperanzas de que fuera el tapado de la liga española.

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Vídmar, durante un entrenamiento en El Mundialito.

“Nos hemos gastado la mitad que otros, pero a lo mejor tenemos al máximo goleador de la Liga”, dijo enigmático Lienen, el segundo entrenador. En el Tenerife, la competencia era mucha –con elementos como Neuville, Juanele, Pinilla y Kodro, entre otros, que podían jugar en la delantera– pero Vídmar empezó como titular en la Liga. Y aunque el equipo se exhibió (6-0) ante el Compostela, él no marcó. Y pronto entró en las rotaciones de Heynckes, pues los blanquiazules disputaban tres competiciones. Y fue perdiendo protagonismo, aunque participó en 32 partidos oficiales. Eso sí, apenas fue titular en once ocasiones y sólo firmó un gol. Fue al Extremadura, en Liga y al menos sirvió para dar la victoria (2-1) a su equipo.