Asha Ismail fue víctima de la mutilación genital femenina a muy corta edad. Con el paso del tiempo decidió fundar la ONG Save a Girl Save a Generation para crear conciencia y ayudar a otras mujeres que hayan pasado por su misma situación.
Asegura que aunque ha notado avances, percibe que en occidente aún se vive como algo “muy ajeno y lejano”. En una entrevista concedida a Atlántico Hoy reflexiona sobre los retos que tienen por delante y cuenta que cada vez hay más jóvenes implicados en la causa.
Este sábado, en reconocimiento a su trabajo, recogerá un galardón en la X Entrega de Premios y Becas de Charter 100 Canarias, un evento que busca reunir a referentes de distintos ámbitos: desde lo social hasta lo empresarial, pasando por lo deportivo.
[Pregunta] Enhorabuena por el premio Cumbre Charter 100 Canarias 2025. ¿Cómo de importante es poner a las mujeres en el foco?
[Respuesta] Es muy importante. Además, este tipo de iniciativas no solamente dan visibilidad, sino también fuerza para seguir.
¿La lucha por la igualdad entre hombres y mujeres en occidente tiene un enfoque demasiado eurocentrista? Muchas veces olvidamos que en otras latitudes ocurren verdaderas atrocidades como la mutilación genital femenina y da la impresión de que no se tienen tanto en el centro de las reivindicaciones.
En parte, estoy completamente de acuerdo. Al vivirlo como algo muy ajeno y lejano, es verdad que no le dan el mismo interés, difusión o ganas de poder luchar.
De hecho, aunque algunos puedan pensarlo, no es un problema tan lejano. Solo el año pasado en Canarias se detectaron 72 casos de mujeres que lo habían sufrido en algún momento de su vida. ¿Estos temas pasan más desapercibidos de lo que deberían?
Totalmente. Es así porque tampoco hay un control serio para saber exactamente cuándo está en riesgo y qué estamos haciendo de cara a prevenirlo. O qué información estamos dando para que no se dé esa situación. Los gobiernos, incluso el de Canarias, están poniendo de su parte en este trabajo que estamos haciendo. Pero todavía queda mucho por andar, falta más sensibilización e implicar a todos los sectores para que estén completamente al tanto.
¿Dónde hay que llevar a cabo ese trabajo pedagógico?
Estoy hablando de colegios, institutos, universidades y todas las organizaciones para que estén alerta sobre este tema.
¿En España a nivel general y en Canarias de manera particular faltan mecanismos que permitan tener datos fiables y reales a la hora de ayudar a las mujeres que han sufrido la mutilación genital femenina?
Hay muchas cosas que se están haciendo, pero definitivamente falta más para conseguir los datos reales y hacer un seguimiento. Las organizaciones que están trabajando en las Islas hacen un gran trabajo, pero no tienen mucho apoyo.
El sometimiento de las mujeres tiene una doble vertiente porque además de sufrir la mutilación genital, tienen que ponerla en practicarla. La pregunta que se pueden hacer muchos es: ¿hasta cuándo van a tener que soportar esto las mujeres en el continente africano?
Lo primero es que no se da exclusivamente en el continente africano. Hay otro tipo de personas que no tenemos en el radar, que no son de África, y que también lo practican. Es algo que está muy arraigado y supone la identidad de la comunidad o la persona que ejerce esta violencia. Aunque no lo ven así porque lo consideran parte de la crianza de la familia.
¿Cómo se vive esta situación dentro de las familias?
A veces los padres están en contra, pero hay un familiar que decide llevar a cabo la mutilación genital femenina a sus hijas. Nuestro trabajo consiste en dar todas las herramientas que necesitan los padres y madres que están abandonados para poder apoyarlos. No solamente aquí, sino en su país de origen cuando viajan. Hay un documento que hemos elaborado con el objetivo de que lo lleven consigo.
Save a Girl Save a Generation tiene entre sus objetivos empoderar a las niñas y crear conciencia en las comunidades. ¿Cuáles son los pasos para conseguirlo? Imagino que es complicado después de que el machismo y el sometimiento de la mujer haya calado profundamente después de tantas décadas.
Es difícil, pero no imposible. Con los años que llevamos trabajando podemos decir con certeza que hemos conseguido muchos cambios. Actuamos con las familias y los jóvenes. En el país de origen también, por ejemplo en Kenia tenemos dos proyectos para asegurarnos de que la mutilación genital femenina no siga pasando. Para que las madres tengan también todas las herramientas que necesitan para poder decir: "No, esto no lo quiero para mi hija".
¿Qué es lo más duro para ustedes?
Es dolorosamente lento porque es un poquito complicado cuando llegan [a Canarias] algunos no hablan el idioma, no tienen amistades de aquí y resulta difícil llegar a ellos. Pero lo estamos consiguiendo, no solamente nosotros, sino también todas las organizaciones que están trabajando en este tema.
Usted, que ha sido víctima de la mutilación genital femenina, ¿considera que respaldar y dar voz a las mujeres que lo sufren a través de la ONG la ha ayudado a sanar las heridas psicológicas que deja una experiencia así?
Sí, de muchas maneras. Tengo mucha fuerza, pero el daño psicológico y el trauma no se borran. Siguen ahí, pero no todas las mujeres pueden usarlo como arma al igual que yo porque, aunque tengan la misma fuerza, a lo mejor no quieren hablar del tema. Yo siempre animo a que lo hagan porque también es una manera de sanar.
Su hija colabora también en la ONG. ¿Confía en que las nuevas generaciones no echen por tierra la lucha que ustedes han comenzado?
Sí, ella colabora y desde que fue madre está más sensibilizada que antes. A las nuevas generaciones estamos llegando a través de los jóvenes y el trabajo que hacemos con ellos mediante diferentes proyectos. Cada vez hay más jóvenes implicadas.
¿En países africanos como Somalia, país que usted conoce bien, de qué manera ha cambiado la sociedad? ¿Ha ido a mejor y las mujeres son más libres que antes?
Las dos cosas. Ha cambiado para mejorar porque ahora hay mucha más información, organizaciones y activistas. Pero también existe el rechazo de decir: “Esto es cosa de occidente, que quiere cambiar nuestra mentalidad”. Hemos avanzado bastante en las nuevas tecnologías, que aunque tiene su parte mala, cuentan con un lado bueno. Porque veo a muchos jóvenes hablando de este tema abiertamente, algo que no pasaba antes.
¿Todavía es pronto para decir que ya está todo hecho?
Tenemos que seguir y no podemos bajar la guardia porque siempre existen grupos que dan la vuelta a las cosas.
Por cerrar el tema, teniendo en cuenta lo que me decía antes, entiendo que es muy complicado tener cifras exactas o aproximadas de cuántas mujeres han sido víctimas de la mutilación genital femenina aquí en Canarias.
El dato no lo tengo, pero no es un trabajo difícil de hacer si los responsables se implican en hacer un buen estudio.
¿Las instituciones están a la altura?
Creo que están sacando adelante todo lo que pueden, pero a lo mejor no están poniendo toda la fuerza que deberían.
