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Captura del vídeo de Benito bailando con Pepe Benavente / AH

Benito, el abuelo de 85 años que hizo bailar Madrid al ritmo de Pepe Benavente

Benito, un hombre de 85 años, que vivió su primer festival gracias al programa Adopta un abuelo y su canción de debut fue 'El Polvorete' de Pepe Benavente

Entre gritos de alegría y música, el verdadero protagonista del festiva Jardín de las Delicias, en Madrid, no fue ninguna estrella de la música ni grupo de moda. Lo fue el recuerdo —que a veces dejamos de lado— de que no existe edad para echarte un buen baile. La sorpresa más comentada se escondía entre el público: Benito, un hombre de 85 años, que vivió su primer festival gracias al programa Adopta un abuelo, una iniciativa que lucha contra la soledad de las personas mayores y busca integrarlas en experiencias sociales que parecían reservadas a otros.

Su presencia no pasó desapercibida. ¿Cómo hacerlo si con su bastón y su boina se subió al escenario y empezó a bailar desde el primer acorde? La emoción de un hombre que debutaba en el mundo de la música en vivo a una edad en la que otros renuncian a nuevas vivencias se convirtió en la imagen más entrañable de la cita madrileña.

Un primer baile

Lo que parecía una anécdota se transformó en un fenómeno viral. En un vídeo compartido en TikTok, Benito aparece disfrutando de la música con tanta energía que incluso dejó a un lado su bastón. La canción que lo impulsó fue —cómo no, si nos ha inspirado a todos— El Polvorete, de Pepe Benavente, un clásico que lo hizo vibrar de tal manera que contagió a todos los presentes.

El público no tardó en unirse a su entusiasmo. Decenas de asistentes cantaron y bailaron al ritmo del famoso “el gallo sube”, creando un momento colectivo que superó cualquier actuación programada en el escenario.

Baile con sabor canario

La coreografía improvisada de Benito despertó curiosidad en redes sociales. Muchos usuarios se preguntaron si aquel hombre de sonrisa amplia y pasos firmes era en realidad canario, pues bailaba con el desparpajo propio de las verbenas isleñas. Aunque madrileño de nacimiento, lo cierto es que logró unir dos mundos: la tradición popular y el ambiente festivalero.

Más allá de las dudas, su baile se convirtió en símbolo de algo mayor: la edad no es un límite para disfrutar, bailar y vivir experiencias nuevas. Benito lo demostró con cada giro, cada palmada y cada verso que entonaba al son de la música.

@revistaelduende La sorpresa más del Jardin de las Delicias fue Benito, una de las personas mayores que acudió al festival madrileño de la mano de Adopta un abuelo, un programa que busca que las personas mayores se sientan acompañadas. @Adopta Un Abuelo #jardindelasdelicias #festivalesmadrid ♬ sonido original - Revista El Duende

Un fenómeno en redes

Las imágenes de su baile se difundieron rápidamente, acumulando miles de visualizaciones y comentarios en cuestión de horas. Lo que comenzó como una iniciativa social terminó convertido en uno de los vídeos más compartidos del fin de semana.

El efecto fue doble: por un lado, el festival Jardín de las Delicias se consolidó como un espacio abierto a todas las generaciones; por otro, el programa Adopta un abuelo obtuvo un altavoz inesperado que visibilizó su trabajo en favor de las personas mayores.

Más que un festival

La historia de Benito recuerda que un evento musical puede ser mucho más que un espectáculo. Puede ser un espacio de encuentro donde se derriban prejuicios, se mezclan generaciones y se reivindica el derecho de los mayores a vivir momentos extraordinarios.

En un contexto social donde la soledad golpea con fuerza a miles de personas de edad avanzada, ver a un hombre de 85 años bailando como si tuviera veinte es un recordatorio de la importancia de abrirles las puertas de la cultura y el ocio.

Una lección de vida

El mensaje que Benito dejó sobre la pista no necesita traducción: nunca es tarde para empezar algo nuevo. Su sonrisa mientras bailaba, los aplausos que lo rodearon y las voces coreando junto a él mostraron que la felicidad no entiende de arrugas ni de calendarios.

Lo que comenzó como una visita al festival se transformó en un testimonio vital. Benito no solo conquistó a quienes estuvieron presentes, sino también a quienes lo vieron desde una pantalla.