El cambio climático puede colapsar el Atlántico y Canarias tendría temperaturas mucho más altas

Un estudio ha mostrado las consecuencias del posible colapso de la corriente atlántica que contribuye a la regulación del calor del planeta, un hecho que puede afectar a las Islas dada su ubicación geográfica, pero ¿cómo?

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Imagen del Océano Atlántico / EFE
Imagen del Océano Atlántico / EFE

Muchas películas han tratado de mostrar distintos futuros distópicos. ‘El día de mañana’ ya en 2004 expuso la posibilidad de una nueva era glacial en el planeta a causa del cambio climático, un futuro que no parece tan ficticio si se tiene en cuenta algunos estudios científicos, como el que han publicado René M. Van Westen, Michael Kliphuis y Henk A. Dijkstra este febrero en la revista Science Advances

Las posibilidades de los futuros panoramas están sobre la mesa y este grupo de científicos del Instituto de Investigación Marina y Atmosférica de la Universidad de Utrecht han puesto el foco en la corriente del Atlántico (AMOC) que presenta síntomas de estarse colapsando. Pero ¿qué es exactamente la AMOC y cómo podría afectar a Canarias al ser un archipiélago en medio de este océano?

Parón de la redistribución de calor del planeta

María Dolores Pérez, investigadora del Instituto de Oceanografía y Cambio Global (IOCAG) de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) explica a Atlántico Hoy que la AMOC - siglas en inglés que corresponden a la Circulación de Retorno Meridional del Atlántico - “se encarga de transferir el calor de las zonas ecuatoriales a las altas latitudes”, es decir, transporta las aguas cálidas hacia el norte y las corrientes más frías se trasladan al sur, por lo que contribuye a la gestión del calor del planeta. 

Los científicos se han percatado de un debilitamiento de la circulación de estas corrientes de agua en el último siglo, lo que puede conllevar a un colapso de la AMOC y así frenar la redistribución del calor y tener efectos a nivel climático. “Las zonas tropicales se calentarían y las del norte se enfriarían”, apunta Pérez. 

Bandera roja en una playa / EFE
Bandera roja en una playa / EFE

Más frío en el norte, más calor en el sur

Por lo tanto, Europa, sobre todo el norte del continente, viviría una bajada de las temperaturas. El informe, tras realizar un modelo de ejemplo sobre este posible futuro panorama, indica que las temperaturas en la ciudad de Bergen (Noruega) podrían descender alrededor de 3,5ºC por década. También se produciría un aumento de las tormentas y borrascas, así como precipitaciones en forma de nieve.

En el caso de Canarias, dado su ubicación geográfica, “nuestro clima dejaría de ser tan agradable”, afirma la investigadora del IOCAG. Al no haber recirculación del calor, “se quedaría en nuestra zona y se acumularía”, por lo que las temperaturas, a diferencia de las del norte, subirían y haría incluso más calor. “Se crearía como un charco”, al no haber un movimiento de las masas de agua del norte y el sur, “la radiación se absorbería por el océano y no se liberaría”, atestigua Pérez. 

Efectos en Canarias

Este incremento de temperaturas de las aguas que rodean las costas de las islas conduciría, entre otras posibles consecuencias, a que “la pesca cambiara de sitio”, ya que “los peces se desplazarían buscando las temperaturas adecuadas y otros seres podrían morir”. Se produciría “un cambio del ecosistema marino”. Y también una “subida del nivel del mar que afectaría a nuestras playas”, así como cambios en las precipitaciones. 

Este panorama “es una posibilidad, una de las cosas que más se está estudiando ahora mismo”, pues “sería brutal para todo el planeta”, señala Pérez, quien añade que el Grupo Intergubernamental de Expertos sobre el Cambio Climático (IPCC) tiene el foco puesto en este posible colapso. “Se invierte un montón de dinero y existen dos redes de observación para poderla ver in situ”. 

Por ahora, el estudio presentado por el grupo de científicos holandeses supone una hipótesis dentro de todas las posibilidades futuras consecuencias causadas por el cambio climático y previene con las observaciones realizadas de la ralentización de estas corrientes termorreguladoras y el escenario que podría suponer.