Carlos García Gual (Palma, 1943) tiene un currículum muy extenso. Es miembro de la Real Academia Española (RAE) y catedrático de Filología Griega por la Universidad Complutense de Madrid, pero a lo largo de su vida ha tenido otras facetas como la de escritor o crítico literario en medios de comunicación.
Este jueves aterrizará en Gran Canaria para participar en un encuentro internacional que se celebrará en el Teatro Cuyás durante dos días.
Participantes
El acto, denominado 'En los márgenes del teatro: modelos de recepción y recreación de la tradición grecolatina en la escena actual', contará con diversas voces como Irene Sánchez, miembro del aula de teatro de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria (ULPGC) o Carlos Dimeo Álvarez, de la Universidad de Bielsko-Biala (Polonia).
García Gual será el encargado de pronunciar la conferencia inaugural, unas palabras que aprovechará para enumerar las características del teatro griego. El catedrático, a dos días del evento, concede una entrevista a Atlántico Hoy en la que reflexiona sobre el conocimiento, las nuevas generaciones, el lenguaje o el estoicismo.
[Pregunta] En un mundo que busca la inmediatez, ¿se ha perdido el interés por pensar y sacar conclusiones propias?
[Respuesta] No. Pero creo que ahora vivimos en una sociedad muy masificada y tecnificada. Entonces es muy difícil el pensar individual, crítico. Estamos en una sociedad de masas muy dirigida por los grandes medios de comunicación.
¿Hay esperanzas?
Todavía hay capacidad crítica, aún es posible admirar el teatro, el arte o la filosofía de los antiguos. Lo que pasa es que hay que hacer un esfuerzo, porque la realidad cotidiana está muy tecnificada y masificada. Eso no podemos olvidarlo, pero en el fondo sí queda mucho de los griegos.
Tampoco se puede ignorar que en redes sociales surgen nuevos formatos para divulgar conocimiento.
Ahora que usted habla de los nuevos formatos, por ejemplo, pensemos en la mitología. La mitología griega y latina es, digamos, un repertorio de figuras fascinantes en las que ya no creemos de manera religiosa. Pero siguen apasionándonos. Sobre los medios de difusión, pensemos no solo en las ediciones de textos, sino en los clásicos para niños, en los que ahora están dibujados. Esas series que hablan de personajes griegos o romanos.
¿Hacen una buena labor?
Tienen un encanto especial y se consumen mucho. Mi experiencia dice que a los niños, desde los 10 años, los personajes griegos como Ulises, Aquiles o historias como la Guerra de Troya les encantan. De alguna manera, esa mitología sigue viva a un nivel que ya no es dominante, pero sigue siendo una fantasía perenne.
Da la sensación de que la sociedad actual subestima el conocimiento. Los jóvenes [entre los que me incluyo, quien esté libre de pecados que tire la primera piedra] van a la universidad desde hace décadas en busca de un título que arregle su futuro, pero el proceso para muchos es casi como una penitencia.
Hay una cosa que es el conocimiento técnico, científico, del mundo y ahí se ha avanzado mucho desde los griegos. Ellos abrieron los caminos porque en el origen de muchas ciencias modernas están los filósofos griegos y algunos nombres de esa época. Además, están en el mundo del teatro, donde gusta ese sentido de la vida trágico y dramático.
Uno de sus libros más conocidos es La secta del perro. La obra está protagonizada por el cinismo griego, aquellos que buscan ir por su cuenta en muchas ocasiones y rechazan las convenciones. ¿Quiénes serían, en la sociedad actual, los que encarnan el mismo papel?
El cinismo griego es vivir como los perros sin respetar convenciones sociales. Hay muchos así, lo que pasa es que ahora tiene una nueva versión que ya estudió un pensador alemán que se llama Sloterdijk.
¿En qué consiste?
Decía que hay un cinismo a la antigua, que consiste en la desvergüenza y uno moderno, caracterizado por la hipocresía.
En cualquier caso, son personas muy individualistas.
El cínico, de alguna manera, sería el individuo que prefiere su propia existencia aunque acate las normas de la sociedad. Ahora también están de moda los estoicos, hay muchas traducciones del libro del emperador Marco Aurelio en casi todas las editoriales.
¿Le sorprende esta moda?
El estoicismo que está de moda es el de la última etapa, dice que la felicidad depende de nosotros. Que el individuo es libre frente a la realidad, que lo importante no es lo que a uno le llega, sino lo que uno interpreta.
¿Y a usted qué le parece? ¿Está de acuerdo?
Yo no soy muy partidario de lo estoico. Creo que está bien, puede ser útil eso de decir que la felicidad son mis opiniones sobre las cosas y no las cosas en sí mismas. Yo más bien soy epicúreo porque lo importante en la vida es buscar una manera de vivir placentera y amable.
Durante la época griega ser homosexual no estaba mal visto. Además, el poeta Plutarco deja siempre en buen lugar a las mujeres. ¿Qué nos ha pasado para que tanto tiempo después los derechos de ellas y del colectivo LGTBI se hayan visto pisoteados en algunos momentos de la historia?
En parte fue la influencia del cristianismo la que puso el veto a ciertas libertades antiguas. Los cristianos consideraban que el sexo fuera el matrimonio es pecado, cosa que a un griego no se le habría ocurrido nunca. Y por otra parte, en ciertas sociedades antiguas la homosexualidad estaba relativamente bien vista en Atenas. Aunque no era algo practicado por todos, sino por una minoría de clase alta.
Con su permiso, barreré para casa y lo animo a hacer una reflexión sobre el español de Canarias. Con el tiempo se ha ido perdiendo el uso del ‘ustedes’ frente al ‘vosotros’ y los canarismos cada vez son más una rara avis. ¿Es un error renunciar al léxico o al acento de una región para mimetizarse con el español castellano?
Claro que sí, estoy totalmente de acuerdo. Esas variantes dialectales enriquecen la lengua. Muchas palabras de Canarias han pasado a Sudamérica y están en las lenguas hispanoamericanas. La tendencia de la RAE siempre es admitir esa riqueza que es muy interesante, por ejemplo, para la literatura.
La diversidad es clave.
A mí me da mucho gusto cuando voy a una región, sea Canarias o un país sudamericano, al ver esa frescura del lenguaje. Con esos términos sabrosos, podríamos decir a veces. Canarias ha sido muy importante como nexo de difusión entre la lengua que venía de la Península y el mundo hispanoamericano, donde ha habido tantos y tantos canarios.
¿Qué podemos esperar de su conferencia de este jueves?
Voy a subrayar que los griegos inventaron el teatro. Todo el teatro occidental viene del griego, que primero pasó al mundo latino y luego se recuperó muchos siglos más tarde en el Renacimiento y ha pasado a las diversas lenguas y regiones europeas.
¿Por ejemplo?
El teatro francés o el español en principio. Aunque el teatro griego tiene sus características que voy a destacar. Primero, fue un teatro popular. Por ejemplo, en Atenas, el más antiguo, ha estado al lado del Ágora, de la plaza pública y de los templos al pie del Partenón. Y hay una cosa muy importante: el teatro es democrático.
¿Estaba abierto a todo el mundo?
Es un gran espacio abierto pueden acudir todos los ciudadanos. Es teatro en parte hablado y en parte cantado y con máscaras. La gente que iba al teatro, en parte, ya conocía las historias porque las habían cantado los poetas.
Con las emociones a flor de piel.
Voy a insistir en que ese teatro era muy emotivo. Dice Aristóteles que a los oyentes el teatro les producía una catarsis, una purificación del terror y la compasión ante esas magníficas historias. Yo intento siempre subrayar cuánto nos queda de los antiguos y cómo olvidarlo sería un grave un grave fallo en gran parte de toda nuestra educación.
Los griegos sentaron las bases de la democracia y del debate público. Desde hace más de un año vemos que los políticos no salen del barro y siguen sin haber un acuerdo definitivo, por ejemplo, sobre algo tan importante como el reparto de menores migrantes en las Islas. ¿Qué pueden aprender nuestros representantes públicos del helenismo?
Vivimos en una sociedad muy distinta. Hay que recordar que los griegos vivían en ciudades y los ciudadanos podían acudir a la plaza pública a votar y se sentían de alguna manera unidos en una especie de amistad.
¿Qué queda de todo eso?
Se ha perdido, ahora vivimos en una sociedad muy masificada, dominada por medios de comunicación de masas, dominadas por una especie de retórica un poco perversa. Estamos muy lejos del mundo griego, pero se podría recuperar a nivel ciudadano ese sentido de la fraternidad.
¿Es la primera vez que visita Canarias?
No. Hace muchos años he ido a dar charlas a la Universidad de La Laguna y conozco algunos poetas canarios. Por Gran Canaria también he estado tres o cuatro veces y siempre me he sentido muy bien.
¿Tiene ganas de volver?
Tengo muchas ganas de ir para saludar a algún viejo amigo.
