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Fármacos. /Rawpixel

Científicos de la ULL estudian cómo usar de forma segura el fármaco más eficaz para la esquizofrenia

Actualmente, la clozapina es el antipsicótico más eficaz para tratar la esquizofrenia resistente, es decir, aquella que no responde a otros medicamentos llamados primarios, pero resulta peligrosa por sus efectos adversos

Investigadores de la Universidad de La Laguna (ULL) han participado en una propuesta internacional dirigida a la Agencia del Medicamento de Estados Unidos (FDA, por sus siglas en inglés) para actualizar la ficha técnica de la clozapina, el antipsicótico más eficaz para tratar la esquizofrenia resistente, es decir, aquella que no responde a otros medicamentos llamados primarios, pero que resulta peligroso por sus efectos adversos.

"Se receta menos de lo que se debería", cuenta a Atlántico Hoy el catedrático de Farmacología,Emilio Sanz, coautor del estudio junto a Carlos de las Cuevas, catedrático de Psiquiatría, ambos de la ULL, y José de León, de la Universidad de Kentucky (Estados Unidos). “La clozapina es muy eficaz, pero como todos los medicamentos tiene efectos secundarios”, explica. 

Entender el fármaco

Para entender mejor la seguridad del fármaco, el equipo ha analizado la base de datos global de reacciones adversas de la Organización Mundial de la Salud (OMS), donde Sanz colabora desde 1986. Lo que se pretende con esta iniciativa, que es el fruto de años de estudio del medicamento, es que se tengan en cuenta en su justa medida los efectos adversos de este tratamiento.

Según explica Sanz, durante mucho tiempo se ha evitado el uso generalizado de la clozapina porque provoca agranulocitosis, es decir, una pérdida de glóbulos blancos, y por tanto, un grave daño al sistema inmunológico. “Pero el fármaco es tan eficaz, que se autorizó su uso con controles analíticos estrictos”, aclara. 

Efectos adversos

Sin embargo, de las investigaciones de estos científicos y de otros a nivel internacional, se desprende que "la agranulocitosis sí ocurre, pero no es tan frecuente como parece, y hay otros efectos que no se están considerando”. El estudio de estos efectos secundarios permite que se puedan prever y, entonces, se pueden tratar, defiende Sanz. 

Su equipo ha detectado que otros efectos secundarios, como la neumonía o inflamaciones como la pericarditis y pancreatitis, también contribuyen al infradiagnóstico y mal uso del fármaco. La revisión parte de un análisis exhaustivo de más de 56.000 informes y esta revisión se ha publicado en dos artículos de la revista estadounidense Pharmacopsychiatry, con el respaldo de 124 expertos de 44 países.

Una clave: la dosis

El grupo sostiene que muchas complicaciones podrían evitarse ajustando adecuadamente las dosis y controlando la velocidad con la que se ajusta. “Si empiezas con dosis muy altas, es más fácil que tengas efectos secundarios, pero si vas subiendo poco a poco, estos efectos pueden evitarse”, afirma el investigador. 

Por eso, el objetivo principal de los artículos es lograr que la ficha técnica de la clozapina se actualice con esta información, más allá del enfoque centrado exclusivamente en los glóbulos blancos. “Queremos que se aclare que no hace falta un seguimiento tan estricto de los leucocitos, y que se ponga el foco en la dosis”, explica. 

Carga genética

Además, en el Hospital Universitario de Canarias (HUC) se trabaja para implementar un sistema que permita medir los niveles de clozapina en sangre, con el fin de personalizar el tratamiento. “Queremos ajustar la dosis para que no sea tan pequeña que no sirva ni tan grande que sea tóxica”, apunta. También se estudia evaluar la carga genética de los pacientes para prever su metabolismo del fármaco.

“Es un fármaco muy útil, difícil de manejar, pero si se utiliza con cuidado no hay ningún problema”, concluye Sanz. La intención del equipo es que el uso de la clozapina deje de estar limitado por el miedo, que hay estudios "viendo como este fármaco se puede utilizar de una forma más segura y sin grandes riesgos".