Diez investigadores de la universidades de Las Palmas de Gran Canaria, Politécnica de Valencia y Delaware (Estados Unidos) publican este mes en la revista "Marine Pollution Bulletin" un nuevo trabajo sobre la dimensión del problema que representan los millones de toneladas de plástico que cada año se vierten a los océanos, enfocado esta vez a un pescado de consumo muy común: la caballa.
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— AtlánticoHoy (@atlantico_hoy) 16 de enero de 2019
El análisis de esos peces revela que 94 de 120 tenían plástico en su estómago (el 78,3 %), con un promedio de algo más de dos piezas por ejemplar. En total, de esos 94 peces se recuperaron 260 microplásticos: 193 fibras sintéticas (74,24 %), 31 fragmentos (11,93 %), 30 pedazos de pintura (11,54 %), cuatro sedales (1,54 %) y dos films (0,77 %).
De sus resultados, resaltan cómo la mayor parte de la basura presente en el aparato digestivo de las caballas pescadas en Canarias son fibras textiles, algo que también se ha observado en algunos estudios realizados con capturas de California (EEUU).
Según datos del Gobierno canario citados en el propio artículo, en Gran Canaria hay 20 puntos de vertido de aguas residuales al mar y en Lanzarote, 31. Y muchos de ellos carecen de tratamiento o por lo menos se ignora con qué procesos de descontaminación cuentan, porque no tienen autorización (6 en Gran Canaria y 22 en Lanzarote).
"Esos vertidos al mar pueden ser una fuente de contaminación, especialmente en el caso de las fibras sintéticas y esa podría ser la razón que explique la diferencia en la cantidad de fibras halladas en el pescado de Lanzarote (2,55 por ejemplar) en comparación con el de Gran Canaria (1,78)", señala los autores.