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"El gofio puede acabar con el hambre en las aldeas de Nepal"

Entrevista AH | El presidente de Cooperación Internacional Dona Vida destaca la mayor alfabetización y mejor nutrición en los niños nepalíes gracias a su iniciativa solidaria

Casi 800 millones de personas pasan hambre en el mundo. Concretamente, uno de cada nueve seres humanos. Cooperación Internacional Dona Vida ha encontrado la manera de saciarlo, al menos, para miles de habitantes de las aldeas rurales de Nepal, sobre todo población infantil, a través de algo muy nuestro y con gran valor nutritivo: el gofio canario.
 
La dosis de este alimento que reciben los niños de la aldea de Pindikhola es prácticamente la única toma de comida que tienen al día. El que fuera base de la alimentación de las Islas durante cientos de años ha tenido repercusiones nutricionales así como escolares muy positivas para estos menores. No solo soportan mejor las más de cuatro horas de camino hasta la escuela, sino que las familias respaldan su escolarización pues saben que en clase recibirán un plato de comida, aliviando así la carga familiar. 
 
Germán Domínguez Naranjo es el presidente de esta organización no gubernamental con sede en Teror (Gran Canaria), responsable del proyecto nutricional 'Entre2Culturas, Gofio canario para Nepal' en la aldea de Pindikhola, así como de varios programas sanitarios y educativos. Con el apoyo incondicional del periodista Rafael Lutzardo y de Ana Rojas, enfermera voluntaria, acompañantes en su más reciente viaje, junto a un equipo de personas "muy luchadoras", intentan mejorar el día a día de los habitantes de Nepal, uno de los 10 países con mayor índice de malnutrición infantil.

Este experto en marketing, que lleva a este país asiático en su corazón, explica al diario digital canario AtlánticoHoy la labor de la organización que preside y las vivencias obtenidas a lo largo de sus traslados a estas aldeas rurales. "No me puedo quitar de la cabeza cuando, pasando consultas médicas, ves a niños de cinco años que no se mantienen en pie", destaca entre algunos de sus recuerdos más intensos.

 

 

 

Germán Domínguez Naranjo es el presidente de Cooperación Internacional Dona Vida | DONA VIDA
 

- Acaba de regresar de Nepal. ¿Cómo ha sido esta última experiencia en el país?
"Solemos viajar dos veces al año. Viajamos el 24 de abril y hemos permanecido allí 20 días. En esta ocasión, la misión fue técnica, combinada con asistencia sanitaria. Viajamos un equipo de tres personas: un periodista de Tenerife, Rafael Lutzardo, la enfermera Ana Rojas, también de la Isla, y yo, que soy el presidente de la organización. Hemos logrado muchos de nuestros objetivos allí y cada vez subimos un peldaño más. Somos optimistas y estamos seguros de que este año vamos a conseguir la construcción de un centro hospitalario, a donar más molinos de gofio para paliar la carencia nutricional de los niños y lograr que todos tengan los mismos derechos".

- ¿En qué iniciativas trabajan actualmente?
"Trabajamos principalmente en una aldea que está ubicada en una zona rural de Nepal. En coche está a 11 horas desde la ciudad, en una zona montañosa muy aislada, y no reciben ayuda absolutamente de nadie. Allí también existe la condición, como en la India, de los 'intocables'. En esta cultura milenaria, muy difícil de comprender, vemos niños que, por haber haber nacido tan pobres, no tienen derecho a asistencia sanitaria o educación, ni existen derechos humanos ni de la infancia. Desde nuestra organización procuramos que se cumplan los derechos de los niños y conseguir la igualdad para todos. En estos países la mujer es un cero a la izquierda y nosotros tratamos de potenciarlas. Se les pueden conceder microcréditos porque son muy responsables. Con ese dinero, ellas compran semillas, cultivan las tierras, producen, venden sus cosechas y luego devuelven a su organización tal microcrédito. Pueden ser unos cinco euros aproximadamente, pero para ellas es muy importante porque esa cantidad la pueden multiplicar por cien. Así, facilitamos que las mujeres en las aldeas rurales puedan ser emprendedoras, generar economía y prosperidad para sacar adelante, en muchos casos, hasta a ocho niños".

 

Rafael Lutzardo (izq.), Ana Rojas (centro) y Germán Domínguez (dcha.) | DONA VIDA
-¿Cuántas personas se benefician de su labor?

"Directamente, 7.000 personas e indirectamente, hablamos de un distrito que tiene 136.000 personas aproximadamente. Pero para nosotros las cantidades no son importantes. Aunque podamos escolarizar a 20 niños, solo rescatar a 20 de las calles, para nosotros ya eso es muy meritorio. Todo depende de las ayudas que podamos recibir".

- En ese sentido, ¿reciben suficientes donaciones? ¿Somos solidarios los canarios?
"Llevamos unos nueve años de existencia y, a lo largo de ellos, hemos visto que la sociedad cada vez está más concienciada sobre lo que ocurre en Nepal y la labor que desarrolla actualmente la organización. Los canarios siempre hemos sido un pueblo muy, muy solidario y las administraciones cada vez se van dando cuenta de la importancia de confiar en organizaciones transparentes que hacemos el trabajo desde el corazón. Primero actuamos, luego nos damos a conocer y después, solicitamos ayuda. No estamos poniendo la mano desde el principio para recibir donaciones y después ya veremos en qué lo invertimos. Somos una organización de amigos que, entre todos, luchamos y trabajamos para aportar nuestro granito de arena para conseguir que este mundo sea un poco más justo".

"Lo que se ha conseguido todavía no ha sido procesado por las instituciones canarias ni por la sociedad, porque el gofio nos ha llevado a conseguir que los niños que no estaban escolarizados, hoy sí lo estén"

 - ¿Cómo surge el proyecto de implementar el consumo de gofio en las aldeas rurales?
"El proyecto surgió en una aldea muy lejana, en la frontera entre India y Nepal. Es prácticamente una tribu porque se encuentra muy aislada, en la cima de una cordillera del Himalaya y no tiene contacto con la civilización porque están a más de 3.000 metros de altura, que hay que escalar. Es muy complicado. Era la primera vez que mantenían contacto con occidentales. Rafael Lutzardo tuvo una idea fantástica porque allí se cultivaban muchas hectáreas de millo como se hace en La Gomera, por ejemplo, en terrazas o terrenos escalonados. Ellos, al no tener contacto con occidentales, asaban la piña de millo o la sanchochaban al vapor. De resto, producían manualmente en morteros, con mucha paciencia, durante el día, harina que luego, en grandes bandejas de mimbre, lanzaban al aire y lograban sacar la cascarilla. Como habíamos detectado un gran índice de desnutrición tanto en niños como mayores y adolescentes, se le ocurrió a Rafael el enseñarles a producir gofio. Así nació esta iniciativa. Ahora trabajamos para que las aldeas sean las propias gestoras de los proyectos que hemos puesto en marcha, para que puedan continuar adelante. El fracaso de cualquier proyecto en una organización ocurre cuando les haces dependientes de ti. Tienes que darles la caña y enseñarles a pescar, como dice el dicho".

 

 

Los habitantes de la aldea aprenden a producir gofio como alimento de los niños principalmente | DONA VIDA

 

-¿Cómo ha sido su acogida entre la población?
"Hoy en día podemos decir que ha sido todo un éxito en Nepal. También tenemos que dar gracias a la primera donación de maquinaria que nos permitirá moler ese millo cultivado allí. También hemos aprovechado esta última visita para dar a conocer el gofio y sus propiedades nutricionales en otras aldeas rurales. Es impresionante porque también ha sido un cereal muy importante para Canarias, pues en las Islas también ayudó a paliar la hambruna cuando la Guerra Civil española. La acogida ha sido asombrosa. Además, hemos llevado muestras de gofio molido en el propio Archipiélago porque teníamos que enseñarles cuál es el grado de tueste que tiene que llevar el grano y su grado de molido. Era increíble ir por esos senderos, pues no hay carreteras,  y ver cómo los niños nos quitaban las pequeñas monodosis empaquetadas desde las Islas, comiéndose el gofio en polvo directamente para matar el hambre".

"Es maravilloso. Estamos fascinados y por eso hablo con tanta pasión sobre lo que estamos consiguiendo. Vemos niños que ya pueden acudir a clase y no se quedan dormidos encima del libro porque no pueden luchar contra el cansancio y la mala alimentación, sino que ahora se muestran activos"

- ¿Cómo ha cambiado la vida de esos niños?
"Son niños que caminan cuatro o cinco horas para llegar a la escuela, que ya vienen desnutridos. Pasan hambre, están deseando retornar a sus casas para comer lo que la madre buenamente pueda tener preparado, así que, como resultado de esta medida, hubo una reacción que ni nosotros mismos habíamos previsto. Lo que se ha conseguido todavía no ha sido procesado por las instituciones canarias ni por la sociedad, porque el gofio nos ha llevado a conseguir que los niños que no estaban escolarizados, hoy sí lo estén. Una de las consecuencias de llevar el gofio a Nepal consiste en que en las aldeas ha aumentado el índice de niños alfabetizados, porque familias que tienen ocho, nueve y diez hijos, que prácticamente han sido concebidos para ser herramientas de trabajo para el cultivo de tierra, se aseguran un plato de comida en el colegio. Hoy en día en Nepal, cuando una familia se ve ante la impotencia de poder alimentar a sus propios hijos y se enteran que en las escuelas estamos donando un almuerzo, y que ese plato de comida va acompañado de una dosis de gofio, solo para que el hijo se alimente, ya ellos mismos lo envían a la escuela. No les interesa que el niño aprenda o no. Para matar el hambre del niño, lo escolarizan, y nosotros aprovechamos esta oportunidad, les inculcamos qué es la educación y los alfabetizamos".

 

Niños de la aldea de Pindikhola asistiendo a clase | DONA VIDA

- ¿Sería muy optimista afirmar que el gofio, a la larga, puede acabar con el hambre o la desnutrición en estas aldeas de Nepal?
"Es que es así realmente. Hemos hecho la prueba en esta aldea de 7.000 habitantes. Estamos hablando de lugares muy aislados, muy diseminados, pero la voz se corre entre la propia población. Los niños lo cuentan y sus padres, ante sus vecinos, explican que grupos de personas llegadas desde Canarias han puesto en marcha un molino de gofio y que ellos ya no sienten la sensación de hambre. Es maravilloso. Estamos fascinados y por eso hablo con tanta pasión sobre lo que estamos consiguiendo. Lo hemos vivido en primera persona. Vemos niños que ya pueden acudir a clase y no se quedan dormidos encima del libro porque no pueden luchar contra el cansancio y la mala alimentación, sino que ahora se muestran activos. Además, cuando vas caminando te hablan en español, te dicen “yo gofio canario”. Es algo muy emocionante".

- ¿Qué apoyo necesitan ahora mismo para seguir con esta labor?

 

"Ahora nos mantenemos gracias a pequeñas subvenciones que nos dan algunos ayuntamientos, pero no todos destinan a cooperación internacional. Necesitamos muchísima ayuda económica, que se firme un convenio donde mensualmente podamos recibir una cantidad que nos permita llegar a más niños,  poner en marcha el centro hospitalario.En las aldeas donde viven no tienen centro de salud y deben caminar cien kilómetros con el paciente a cuestas. Unas 4 o 5 personas deben recorrer el camino con el enfermo a sus espaldas para turnarse cada equis kilómetros y conseguir así alcanzar el centro de atención sanitaria más cercano. Por parte de la organización hacemos un llamado a la sociedad canaria para que nos ayuden económicamente para poder completar ese centro hospitalario donde estas personas van a tener un acceso cercano a la sanidad y donde salvaremos a muchos niños. No echaremos de menos a esas niños cuando regresemos a esas aldeas y nos digan que en un trayecto de 100 kilómetros se han muerto. Así de claro".

 

 
 

"Pedimos mucha ayuda al Gobierno de Canarias para que se firme un convenio donde podamos recibir una cantidad económica que nos evite estar con huchas, pidiendo prácticamente limosna en las calles. Que se comprenda que aquí  también tenemos nuestras necesidades, nuestros niños también las tienen, pero son de otro tipo. Queremos que los niños del mundo tengan los mismos derechos que tienen nuestros hijos. Raramente vamos a escuchar aquí, en ningún medio de comunicación, que en España este año han fallecido 10.000 niños a consecuencia de una crisis alimentaria. Jamás lo veremos. Lamentablemente, en un país como Nepal hemos visto cómo muchos de nuestros niños, porque los queremos como nuestros niños, ya no existen porque han fallecido por causas evitables. Nosotros sufrimos de impotencia cuando no podemos llegar a tantos miles de niños y miles de familias que nos piden encarecidamente ayuda. Escucho a todo el mundo con la ayuda de un interprete y ya posteriormente buscamos soluciones a los casos que son muy graves. Te hablo, por ejemplo, de madres que traen a sus hijos a los centros de salud improvisados para que sean atendidos, por ejemplo, de una neumonía, momento en que detectamos que el niños ha nacido con los pies zambos. Son niños de cinco años que no caminan, con el pie totalmente hacia dentro, y las madres no entienden por qué no caminan. Es ahí donde la organización tenemos pactados y concertados con hospitales en Katmandu las intervenciones quirúrgicas para niños con pies zambos".

- Tienen numerosas carencias pero ¿cuál considera que es la necesidad más imperiosa a la que deben enfrentarse en este momento?

 

"Es un cúmulo, pero destacaría, sobre todo, que venimos muy impactados porque hemos detectado a niños de ocho años están al cuidado de sus propios padres. No generalizo ni afirmo que sea el caso de toda la aldea, pero en muchos casos el padre puede ser alcohólico, la madre tiene problemas esquizofrénicos o de salud que le impiden llevar a cabo una vida normal, y en estos casos los menores se responsabilizan de todo. Van solitos con ocho años a una consulta médica. Hablando con el intérprete nos dimos cuenta de que son niños que tienen a su cargo a sus propios padres y a sus hermanitos más pequeños como también le sucede a los niños huérfanos en las aldeas. La organización tiene un cometido muy importante y es muy complicado porque tenemos que pactar con familias con las que podamos tener vínculos afectivos más estrechos el que se hagan cargo del cuidado de esos niños mientras nosotros estamos aquí, en Gran Canaria, realizando eventos, recaudando fondos, rastrillos etc., en busca de esas cantidades que nos permiten mantener a esos niños. No sé qué poner en la balanza. Quizá pondría primero la necesidad de que el niño esté bien nutrido, que no pase hambre. También la sanidad, la atención sanitaria y en otra escala ya la educación porque, si un niño no está bien nutrido, estamos poniendo en juego sus carencias cognitivas. Un cerebro, un cuerpo hambriento, no puede asimilar conocimientos". 

 

 
 
Germán Domínguez, presidente de Cooperación Internacional Dona Vida| DONA VIDA
 
Si desea colaborar, puede efectuar su donativo en la siguiente cuenta bancaria:

Banco SANTANDER.
Cooperación Internacional Dona Vida.
Cuenta Número: ES91 0049 0323 1527 1020 3274