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“Es un momento maravilloso para ser fotógrafo siempre que no te dediques a la prensa diaria”

EN PRIMERA PERSONA | Fran Pallero es un profesional de la fotografía vinculado al mundo del periodismo. En las últimas dos décadas ha publicado sus fotos en el Diario de Avisos.

Fran Pallero es un profesional de la fotografía vinculado al mundo del periodismo desde hace muchísimos años. En las últimas dos décadas ha publicado sus imágenes en el Diario de Avisos, del que ahora además es jefe de sección. Es un perfecto conocer del medio, del que habla de una manera crítica y clara. El mundo de la fotografía, como tal, atraviesa por un espléndido tiempo presente... aunque su reflejo en la prensa sufra algunas importantes distorsiones.

- ¿Cómo llegó al mundo de la fotografía?
- En la época del instituto. Hacía con algunos compañeros actividades de montaña, de iniciación a la escalada y se me ocurrió que estaría bien tener una cámara de fotos con la que “inmortalizar” aquellas excursiones así que en Navidad mis padres me regalaron una cámara Yashica compacta. Fue tocarla y pensar inmediatamente que podía llevarla siempre conmigo y hacer fotos de lo que sucediera, como los fotógrafos de las películas. Así empezó todo.

- ¿Es un buen momento para ser fotógrafo?  ¿Actualmente se dan las condiciones óptimas de trabajo?
- No ha habido en la historia mejor momento para ser fotógrafo. La tecnología ha puesto en nuestras manos unas herramientas de producción y edición de imágenes muy potentes. Esa misma tecnología ha colocado en las manos de 3/4 de la población del planeta una cámara de fotos 24 horas al día y hemos asimilado el acto fotográfico como parte de nuestro lenguaje diario. Con la llegada de la fotografía digital se habló de democratización de la imagen pero lo hizo de la mano de cierta anarquía en lo que a producción y destino de esas imágenes se refiere. Una parte importante de torrente de imágenes que se producen a diario van a parar a las redacciones de los periódicos de medio mundo...gratis. Es un momento maravilloso para ser fotógrafo siempre que no te dediques a la prensa diaria.


- ¿Qué aporta un fotógrafo a un medio de comunicación como un periódico?
- De manera estricta lo que aportamos al periódico son imágenes que apoyen las informaciones sobre las que escriben los redactores pero en un momento de los medios de comunicación en la que se ha demostrado que se lee mucho menos pero se ve mucho más, la apuesta de los periódicos hacia la producción de imágenes propias por parte de sus fotógrafos debería ser muchísimo más potente de lo que es en el día a día. Siempre hablando en términos generales de la profesión, los fotógrafos no estamos bien aprovechados. 

- ¿Cómo reflexionaría en torno la profesión de fotoperiodista?
- En términos generales yo diría que la profesión goza de una salud excelente. Lo que no goza de tan buena salud es la gestión que las redacciones de los periódicos hacen de esas imágenes. Pudimos hacer que la aparición de internet y la digitalización de la imagen se convirtieran en una una ola sobre la que hacer surf y sin embargo permitimos que se transformara en un tsunami que prácticamente barrió la profesión de la corteza terrestre. Muchos periódicos cambiaron las cámaras de sus fotógrafos por los móviles de los redactores y de los lectores ofreciendo voluntariamente un información visual de peor calidad. Digamos que, de alguna manera, intentamos llegar a un punto de equilibrio en el que poder contar con las imágenes que nos llegan de la calle sin disolver las secciones de fotografía que son las que se encargan de la producción propia del periódico.  


- La fotografía de calle, ¿es más de instinto o preparación?
- Dicen que la suerte es el cruce entre la preparación y la oportunidad. En esta profesión el factor suerte es fundamental, pero es una suerte buscada, convocada de alguna manera, por lo tanto ese instinto que puedas desarrollar a lo largo de los años de profesión ha de estar siempre acompañado de cierta preparación, ya sea eligiendo un lugar donde ponerte, previendo situaciones o simplemente llevando la cámara encima. 

- ¿Qué sobra en el día a día del trabajo de un fotógrafo de medio de comunicación?
- Lo que sobra en nuestra profesión son las prisas. Las prisas son lo que empujan a pensar cuantitativamente y no cualitativamente. Cubres más informaciones porque cuentas con menos medios pero esas informaciones son necesariamente de menor calidad y esa menor calidad la percibe lector que termina no sintiéndose identificado con tu medio y abandonándolo.

- ¿Podemos hablar de un intrusismo notable en la profesión?
- Bueno, creo que no podemos hablar exactamente de intrusismo cuando nuestra propia profesión como tal no está colegiada. El tema se complica cuando entendemos que una buena parte del problema son los propios redactores haciendo fotos. Esto ha supuesto un alivio para las empresas que se han visto de repente con un “ejército” de fotógrafos haciendo fotos malas pero gratis.


- ¿Es imprescindible estar al día en cuanto al material de trabajo? ¿Es usted de los que lo renueva constantemente?
- No me obsesiona nada la actualización del equipo. Evidentemente necesito una serie de herramientas que me facilite el trabajo pero nada más. Necesito que mis fotos hablen de personas y sus historias y no de píxeles y definición de imagen.

- ¿Cómo ve la profesión a medio plazo?
- Es difícil para mí poder seguir un ritmo tan cambiante y atreverme a hacer un pronóstico pero me imagino que el siguiente paso natural será el de la total desaparición del papel y que las redacciones de los periódicos queden reducidas al equipo que lleve la página web. Será más fácil mantenerla  porque supondría contar con un equipo de no más de seis o siete personas. El problema es que hoy día podemos medir en cada momento el número de visitas en la web, qué artículos son los que más se han leído y qué tipo de noticias son las que más se han compartido por las redes lo que de manera irreversible modificará el propio contenido del periódico que se volverá “esclavo” de los buenos resultados con los que justificar sus precios en publicidad. 

- ¿Cuál es la anécdota que haya vivido que siempre cuento relacionada con su profesión?
- Durante un pleno del parlamento hice una foto en la que se leía el contenido de una nota que le habían pasado a un diputado. No tuve que hacer ninguna “triquiñuela” para ver qué decía la nota. Yo estaba quieto en mi sitio y prácticamente me pusieron el papel delante. Tan solo tuve que levantar la cámara y disparar. Ni qué decir tiene que si la nota hubiese sido de carácter privado habría borrado la foto sobre la marcha pero el contenido de aquella nota reflejaba perfectamente la locura que había supuesto aquella mañana de trabajo en el parlamento en la que los diputados no dejaban de pasarse notitas. La foto se publicó a la mañana siguiente y se montó un revuelo enorme. Tuve que estar un par semanas sin aparecer por el parlamento y a partir de entonces se prohibió subir a la parte alta del salón de plenos a hacer fotos porque se pensaron que la imagen la había tomado desde allí. La prohibición continúa en la actualidad. 


- ¿Hay alguna imagen en concreto que nunca hubiese deseado tomar?
- Las imágenes del suelo. Cada vez que tengo que ir a hacer fotos al lugar donde ha sido asesinada otra mujer a manos de su mal tratador. Llegas al lugar y miras a tu alrededor y piensas que eso es lo último que ha visto esa mujer en su vida. Esas imágenes, cuando llegas y hablas con los vecinos y te indican el lugar exacto donde estaba el cuerpo y haces otra foto del asfalto o de la acera. Esas son las situaciones que me habría encantado no tener cubrir porque, simplemente, no sucedieron.

- ¿Qué acto y situación le queda por cubrir?
- Más que quedarme por cubrir algo creo que me falta el “cómo” cubrir algo. Me refiero al nivel de implicación que me gustaría tener con una historia que esté contando. Esa implicación requiere tiempo y la vorágine del día a día no nos permite esa forma de trabajar. Es una verdadera pena porque trabajando así la calidad de tus reportajes da un salto enorme. Calidad de la que se verían beneficiados los lectores pero son realmente pocas las veces que en un periódico se puede trabajar así.

- ¿El fotoperiodismo puede ser una herramienta para cambiar el mundo?
- No, nunca. Y esto me gustaría dejarlo bien claro. Creo que volcamos unas esperanzas sobre el fotoperiodismo que no le corresponden. La fotografía nunca cambia las cosas, las cosas las cambian las personas pero en esta sociedad somos unos verdaderos profesionales a la hora de echar balones fuera. Al final la culpa nunca es nuestra. El papel de la fotografía es intentar estimular la indignación del individuo y que fruto de esa indignación tome decisiones que puedan hacer cambiar las cosas. De todos los eslabones que forman la cadena del fotoperiodismo el único que no funciona bien somos nosotros como sociedad.