En el invierno de 2022-2023, a las costas canarias llegaron cientos de individuos muertos de una especie muy peculiar de ave. Eran frailecillos atlánticos, un ave característica del norte del Atlántico pero poco usual en Canarias. La aparición de tantos cadáveres en diferentes islas generó una alarma social y derivó en un estudio que ha dado respuesta a la causa de tantas muertes y, de paso, ha conseguido poner nombre y apellido a un parásito poco estudiado.
Recientemente se han publicado los resultados del análisis de más de 200 ejemplares que parecieron en las costas canarias. Una combinación de tormentas y un parásito son los principales factores que concluye el estudio que motivaron la alta mortalidad de estas especies, en un momento de migración desde Europa hasta América.
Alarma social
Cristian Manuel Suárez Santana es profesor ayudante doctor en la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y autor principal del estudio explica que, a diferencia de lo que suele ocurrir, esta investigación nació de la alarma social que generó la llegada de tantos cadáveres a las costas. Gracias a un convenio con la entonces Dirección General de Lucha contra el Cambio Climático y Medio Ambiente, consiguieron que decenas de ejemplares se trasladaran a la universidad para su estudio.
Uno de los principales puntos que llamaba la atención era el estado de inanición en el que se encontraban los animales. “Casi el 100% de la muestra estaba en estado de caquexia” explica el investigador. Además, casi el 30% de los animales que fueron investigados tenían presencia de Renicola sloanei, un parásito que vive en las vías urinarias de estos animales.
La importancia del parásito
Si bien ya se había reportado la presencia de estos parásitos en los frailecillos, Suárez Santana explica que “no estaba bien caracterizado a nivel molecular” (algo que se pudo hacer gracias a la investigadora Pilar Foronda) pero sobre todo “no se habían reportado lesiones asociadas a este parásito. Se pensaba que este parásito era poco menos que inocuo para el frailecillo”, apunta.
Ahora este estudio demuestra que el parásito es capaz de causar graves lesiones, “incluso la muerte”. Esta es la principal aportación que hace este estudio a la literatura científica, ya que ya se habían reportado mortalidades de frailecillos en masa, aunque apunta que eso no implica que dichas mortalidades sean normales.
Perdidos en la tormenta
Lo que baraja el investigador es que a los frailecillos les pilló una de las tormentas en plena migración transoceánica, que hacen tras la época de reproducción. “Estuvieron un tiempo sin poder alimentarse debido a la tormenta y en ese periodo de anorexia los parásitos siguieron alimentándose, ahí explicamos ese posible rol de la parasitosis en un ave que está sin comer y que lleva tiempo exhausta, luchando contra la parasitosis”, explica.
El déficit calórico que les ocasionó el desorientarse por las tormentas y la infección parasitaria fueron la sentencia de muerte de muchos de estos animales, aunque como apunta Suárez Santana, “la mayoría consiguió llegar a su destino, lo que nos llegó a Canarias quizás sea la población de individuos débiles, parasitados, enfermos, traumatizados”.
Más investigación
No se sabe el tiempo concreto que estuvieron los animales en vuelo hasta que finalmente murieron y llegaron arrastrados a las aguas canarias. Para saberlo en realidad habría que conocer cómo funciona el metabolismo de estos animales, apunta el investigador, cuestión que se desconoce. Sin embargo, sí se sabe que estos animales tienen adaptaciones específicas de metabolismo para el entorno climático extremo al que se han adaptado.
“Primero tendríamos que saber cómo son esas adaptaciones metabólicas para entender cómo un individuo puede llegar a la caquexia extrema en estas circunstancias de condiciones climáticas extremas a las que se supone que están adaptados”, apunta. Es decir, que hacen falta más investigaciones de esta especie para saber exactamente qué sucedió.
La otra gran mortandad
Respecto a las situaciones de episodios mortalidad de masivos, el investigador señala que en el caso de los animales marinos ya se han detectado varios episodios, pero en el análisis de la mortalidad de animales terrestres esta alta mortalidad sorprendió “porque mortalidades masivas de otras especies de aves sí las hemos descrito, pero eran episodios más reducidos”.
En este caso llamó la atención la gran cantidad de cadáveres que llegaron a las costas. Sin embargo, Suárez Santana avisa de que cada año se registran muertes de anátidas en las charcas de las islas, así como por los atropellos por vehículos motorizados, que apunta que si se considera como factor de mortalidad de aves, sería uno de los principales.
“No somos coincidentes porque no eleva la alarma social”, apunta también sobre la alta mortalidad que se registra por los tendidos eléctricos. “Esto son muestras silenciosas que la sociedad no quiere ver o no es capaz de ver, pero las estamos registrando a nivel científico y en algún momento miraremos atrás y diremos que tenemos trazado cómo se extinguieron estas especies emblemáticas en Canarias”, sentencia el investigador.
