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Una matrona atiende a una mujer en un hospital de Canarias / AH

La falta de matronas en Canarias afecta a la salud de las mujeres: "Estamos a la cola de la cola"

Las Islas se mantienen como la comunidad con menor especialistas por mujeres en edad fértil debido a la escasa inversión en la salud de las mujeres, la la falta de plazas para formación y el poco atractivo de las condiciones laborales

La falta de matronas en Canarias es un problema que lleva persiguiendo desde hace años a la región y se ha convertido en una situación crítica que afecta de manera directa a la calidad de la atención sanitaria de las mujeres en las Islas. 

Según los últimos datos disponibles del Instituto Nacional de Estadística, pertenecientes a 2023, en el Archipiélago hay 23,3 matronas por cada 100.000 mujeres en edad fértil (15-49 años), lo que le posiciona como la comunidad con la tasa más baja de toda España, muy inferior a la media nacional que se sitúa en más del triple: 71,98 matronas por cada 100.000 mujeres en edad fértil, dato que de por sí no alcanza la media de la Unión Europea.

Estos datos muestran que “Canarias está a la cola de la cola”, señala Julia Jeppesen, vicepresidenta del Colegio de Enfermería de Las Palmas (CELP) y matrona. “Si en otros países europeos hay el doble de matronas que en España, en Canarias estamos por debajo incluso de la media nacional”, denuncia, apuntando la importancia de ampliar las plazas de formación de esta especialidad y reconocer su papel en la salud de las mujeres. 

Problemas estructurales 

La vicepresidenta del CELP explica que el déficit de matronas en España tiene su origen en el cierre de las escuelas de formación entre 1987 y 1993 debido a problemas de homologación con la Comunidad Económica Europea, por lo que la primera promoción no salió hasta 1996. “Durante esos ocho años no se formaron matronas en el país y no se implementó ninguna estrategia para suplir la carencia en los años posteriores”, expone.  

Además, destaca que España no ha reconocido el papel esencial de la matrona dentro del sistema sanitario, a diferencia de otros países europeos: “No ha habido una priorización sobre la salud de la mujer en la agenda política. Ha sido vista como un área secundaria dentro de la sanidad, cuando en realidad su impacto va mucho más allá, afectando también la salud infantil y familiar”. 

Condiciones laborales

Estas raíces históricas y estructurales del problema han salpicado a Canarias de mala manera, situándola como la comunidad con menos matronas en un país de por sí ya afectado por el déficit de especialistas. 

A esto se suma la insularidad, las condiciones laborales y el envejecimiento de la plantilla, que dificultan la llegada y permanencia de profesionales en el Archipiélago. Por una parte, se vislumbra en las plazas de Enfermero Interno Residente (EIR), pues en el examen de 2024 de acceso a la especialidad de matrona, “solo una de las 15 plazas en la unidad docente de Las Palmas fue ocupada por una profesional de Gran Canaria. El resto son de la Península, y muchas terminan regresando a sus lugares de origen en busca de mejores condiciones laborales”, detalla.

Asimismo, “mientras en el norte de la Península están ofreciendo contratos de uno a tres años por el alto número de jubilaciones, en Canarias las matronas jóvenes se encuentran con empleos precarios. Esto las empuja a marcharse fuera”, señala.

Atención afectada

La escasez de matronas repercute directamente en la calidad del cuidado que reciben las mujeres canarias. “Cuando en un turno hay menos matronas de las necesarias, la atención se ve afectada. No se puede ofrecer la calidad que las mujeres merecen, lo que genera frustración profesional y un estrés constante en las matronas”, lamenta Jeppesen. 

Muchas veces, las matronas deben delegar tareas a enfermeras sin especialización, lo que puede comprometer la atención. Además, la sobrecarga laboral impide que puedan disfrutar de días libres o acceder a formación continua. “Esto provoca un agotamiento extremo y un síndrome de ‘burnout’ cada vez más temprano. Muchas matronas terminan abandonando la especialidad para trabajar como enfermeras generales, donde las condiciones son mejores”, afirma.

Soluciones

Para solucionar este déficit, la matrona propone medidas concretas, entre las que destaca aumentar las plazas de formación de esta especialidad, ya que “no se forman suficientes matronas para cubrir las necesidades del sistema sanitario ni para reemplazar a las que se jubilan”. Y también, en este sentido, fortalecer la estructura de formación, reconociendo la labor docente de las matronas que forman a las nuevas generaciones, que están sobrecargadas. 

Entre estas medidas, resalta, asimismo, la necesidad de mejorar las condiciones laborales para que Canarias sea más competitiva en ofertas de empleo y así atraer y retener matronas, evitando que se marchen fuera. 

Y, por último, reforzar el papel de la matrona en la sanidad de cara también a la ciudadanía, pues fuera del pensamiento habitual, las matronas no solo atienden partos, sino que juegan un papel clave en la educación sexual, el cuidado del suelo pélvico, el cribado de cáncer de cérvix y muchas otras áreas esenciales para la salud de la mujer. 

Un problema de siempre y a futuro

Jeppesen subraya la necesidad de un cambio de perspectiva en la sanidad. “Más matronas significan más salud”, afirma, indicando que la inversión para estas profesionales no es un gasto, sino un beneficio que mejora la salud de las mujeres e, incluso, reduce intervenciones médicas costosas. Por ejemplo, “con más matronas en un paritorio, hay un acompañamiento uno a uno, lo que se traduce en menos tasas de epidurales, menos tasas de fórceps y menos cesáreas”. 

La situación es crítica, y la falta de planificación sanitaria ha puesto a Canarias en una posición de desventaja. “No es justo que las mujeres, porque vivan en Canarias, tengan peores condiciones de calidad asistencial y de vida porque haya menos profesionales”, sentencia la vicepresidenta del CELP. 

Se reitera así la necesidad de poner atención a esta problemática que atraviesa al Archipiélago desde hace décadas y que se ve incrementada por las jubilaciones, condiciones laborales, etcétera, además de verse condicionada, como en otros campos sanitarios, por la población envejecida y las enfermedades cada vez más cronificadas, entre otros aspectos, que hacen vital una atención con mayor complejidad.