“Imagina despertarte y que no haya nada alrededor, solo el mar y el cielo”, dice Omar Nok, con el énfasis de quien persigue un sueño que construyó y recreó muchas veces en su mente: Cruzar el Atlántico en un velero desde las Islas Canarias hacia un país, cualquiera, al otro lado del océano. Hace cinco años conoció en Bolivia a una chica belga que lo logró. Escucharla relatar sus historias de las casi tres semanas de trayecto de solo mar y cielo convenció a Omar de que tenía que venir a Canarias a vivirlo en su propia piel.
Como él, cada año entre noviembre y principios de enero llegan a la marina de Las Palmas de Gran Canaria decenas de personas con la misma idea: encontrar un capitán que los acepte a bordo en su travesía hacia América, en plena temporada alta de veleros rumbo al otro lado del océano. En este muelle circula una cifra no oficial, murmurada como un mantra: alrededor de la mitad lo logra mientras que la otra mitad se queda en tierra. Para conseguirlo hay una serie de tácticas que todos replican.
1. Usa las redes sociales
Omar Nok abrió hace dos años su cuenta de Instagram al público para compartir sus progresos en su primer gran reto: viajar de Egipto, donde nació y reside (a veces), a Japón sin usar ningún avión. Actualmente tiene más de 680.000 seguidores y se apoya en ellos para subvencionar su estilo de vida nómada. “Lo considero un cambio de carrera”, explica sobre el hecho de pasar de financiar su vida con ahorros de su trabajo a que su propio estilo de vida le genere ingresos a través de las redes sociales.
En octubre de 2024 llegó a Japón y un año más tarde comenzó su mayor desafío: Dar la vuelta a la Tierra sin volar o “empezar desde casa y volver a casa”, en sus palabras. “La mayor parte del planeta es agua así que será un elemento prevalente en el viaje”, destaca, pensando en las semanas que requiere cruzar el Atlántico pero aún más en los meses que puede llevar cruzar el Pacífico. El Atlántico parece una pequeña prueba antes del reto inmenso de un océano en cuya extensión cabría la superficie de todos los continentes del mundo. Pero él se quiere centrar en el ahora porque si mira “hacia el futuro puede ser abrumador y también pierdo algo del disfrute de dónde estoy”.
Su búsqueda de un velero para atravesar el Atlántico comenzó antes incluso de su salida de Egipto. Publicó su perfil, historia, experiencia en el mar, destino y punto de partida en grupos especializados de Facebook, webs y aplicaciones de marineros, como Find a Crew. El objetivo de las aplicaciones es facilitar el match entre el perfil de un marinero y el de un capitán: cuando ambos consideran que el perfil del otro encaja con lo que buscan para la travesía, se conectan. Omar no lo consiguió con este método. “La mayoría de los veleros son privados y están completos, así que hay más personas buscando barco que capitanes buscando a alguien extra que les ayude en el barco”.
El apoyo de sus redes le permite llegar a una amplia base de seguidores, a los que comparte sus planes y de los que recibe consejos, pero intenta mantener esta popularidad digital ajena a las interacciones que realiza en sus viajes, con lo que en sus perfiles no acostumbra a compartir su Instagram y de momento no ha logrado que faciliten ese match que tanto ansía con un capitán de velero. A lo largo de su trayecto por Túnez, Libia, Francia, Andorra y España continuó buscando a través de la virtualidad sin suerte, hasta que llegó a Las Palmas de Gran Canaria.
2. Ve en persona y cuelga carteles
La marina o Muelle Deportivo de las Palmas es un sitio clave para encontrar veleros que cruzan el Atlántico por varios motivos. Entre noviembre y enero los vientos alisios facilitan los desplazamientos por mar hasta el Caribe desde Canarias con mayor facilidad que desde otros puntos como Madeira. Además, es el punto de partida de la regata anual ARC (Atlantic Rally for Cruisers) que celebró este año su 40 aniversario con la participación de un total de 239 barcos de vela en dos tandas (una directa al Caribe y otra con escala en Cabo Verde).
En ese periodo el muelle se llena de capitanes, de marines que buscan barco y de carteles con sus contactos, que pegan en farolas, lavanderías, en la zona de la marina, en los bares del puerto o en supermercados. Muchos los colocan en las mesas de los restaurantes mientras comen o incluso los llevan colgados del cuello como reconoce haber visto alguna vez Sandra Pupo, encargada del Sailor’s Bay Bar del Muelle Deportivo. Para ella ARC es el momento de conseguir encontrar un barco para cruzar el Atlántico y se hace más difícil después, aunque no imposible.
3. Ve al bar y a la marina y habla con todas las personas que te cruces
“Yo los llamo los mochileros, porque vienen con una mochila y muchos se van a dormir a la playa”, bromea Giuseppe Iannantuoni, alias Peppino, capitán de barco y propietario del Sailor’s Bay Bar del Muelle Deportivo de Las Palmas de Gran Canaria hasta su traspaso hace dos años. Este bar sirve de punto de encuentro para marineros y capitanes desde hace más de 20 años. Tras la barra aún cuelga un pintoresco cuadro de Peppino junto a su perro que parecen contemplar las gorras firmadas que han dejado tripulantes que pasaron por el Muelle en las últimas décadas. A la derecha de la entrada, su tablón de anuncios está repleto de carteles de “marinero busca barco”.
Desde que llegó, Omar Nok pasa horas cada día en el bar junto a su propio cartel: “¿Buscas ayuda para cruzar el Atlántico? :) Inglés/Español/Alemán/Árabe”. Allí ha conocido a algunos capitanes y a otras personas que, como él, los buscan. También charla con quienes se encuentra por el puerto y alrededor de la oficina de registro de la marina.
Rechaza, sin embargo, asaltar a los capitanes cuando los ve dentro de sus barcos: “La mayoría de personas lo hace, pero yo no me siento cómodo. No es solo un método de transporte, para ellos es casi como un hogar”. Tanto el dueño del Sailor’s Bay Bar como su personal han servido en muchas ocasiones de nexo entre los que buscan barco y los que buscan a alguien que les ayude a cruzar el océano. Para Peppino, la clave es tener algo de conocimiento previo de navegación, “cara de marinero, ir presentable” y tener suerte.
4. Confía en la suerte
“Esa es una pregunta relevante en este momento: ¿Cuánto tiempo voy a continuar con esta opción hasta decidirme por un plan B o un plan C?”, aprecia Omar. Ya han pasado dos semanas desde su llegada a Las Palmas de Gran Canaria, que se considera la media para encontrar un barco que cruza el Atlántico.
Su plan B era unirse a un carguero, pero ya comprobó que estos contratan a través de agencias externas que buscan perfiles con una experiencia de navegación que él aún no tiene. Su plan C es unirse a un crucero, aunque lo considera menos compatible con su filosofía de viaje. El plan B de la mayoría de los que intentan la aventura es desistir tras un período de entre dos semanas y un mes.
En el Sailor’s Bay Bar se juntan habitualmente despedidas de los que desistieron con celebraciones de los que consiguieron entrar en un velero y parten pronto. “Cuando lo logran vienen con cara de felicidad, lo celebran y nos lo cuentan”, dice Sandra Pupo, y me presenta a uno de los afortunados de ese día. Bréval le Scouezec parte al día siguiente en el segundo velero que lo acoge en estas semanas. El primero lo encontró en el bar y salió con la regata ARC pero tuvo que regresar porque se rompió el mástil y el motor.
A pesar de su decepción, logró encontrar un segundo barco a través de un grupo de Facebook. Tiene algo de experiencia de navegación en barcos pequeños y habla francés, como el dueño del barco que lo acoge y la mayoría de los que buscan. Aparte de estas características, no cree que hiciera nada diferente de los demás que lo intentan cada año: “es cuestión de suerte y también de intentarlo mucho”, asegura. Mañana zarpa: “Estoy tan feliz. Llevaba mucho tiempo pensando en esto. Solo quiero empezar ya a navegar”.
Unos días después de la entrevista, Omar Nok también encontró su hueco en el velero de una familia británica gracias a contactos en común. Tras la tormenta Emilia dejaron atrás las Islas Canarias con destino Cabo Verde.
