Laurisilva, tajinastes o violetas: los montes canarios penden de un hilo por el cambio climático

Entre septiembre y diciembre del año pasado se experimentaron dos grados por encima de lo habitual por esas fechas alcanzando los 21,9 ºC de media

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Un paisaje de Canarias / GOBIERNO DE CANARIAS
Un paisaje de Canarias / GOBIERNO DE CANARIAS

Canarias registró en 2023 el otoño más cálido desde que hay registros. Las altas temperaturas se han adueñado de épocas que solían ser frescas con muchas lluvias. Ahora, en pleno invierno, las prealertas por calima se han convertido en el pan de cada día sin esperanzas de que la situación vaya a cambiar. Si a pesar del bochorno existe alguien que se aventure a hacer senderismo por los montes del Archipiélago, debe ser consciente de que la flora y la fauna están en peligro por culpa del tiempo atípico que azota al mundo entero.

Entre septiembre y diciembre del año pasado se experimentaron dos grados por encima de lo habitual por esas fechas alcanzando los 21,9 ºC de media. “Todo esto es consecuencia del cambio climático”, afirma Ruymán Cedrés, investigador predoctoral en el Departamento de Botánica, Ecología y Fisiología de la Universidad de La Laguna (ULL).

Menos lluvias

No le falta razón. Expone que durante los últimos años se ha vivido “una disminución muy drástica de las precipitaciones y un aumento de las temperaturas mínimas”. La situación provoca que muchas especies intenten migrar para tener las mismas condiciones con las que contaban al principio y seguir desarrollándose.

“El problema es que no todas las especies tienen esa capacidad de adaptarse y de responder rápido”, exclama Cedrés. Un ejemplo ilustrativo es el de los caracoles y las babosas. De las que, además, el 90% de los que hay en Canarias son endémicos de las Islas. “¿Qué tan rápido pueden ir si en cinco años cambian las temperaturas de forma muy brusca?”, se pregunta.

Precipitaciones en Canarias / EFE
Precipitaciones en Canarias / EFE

Violeta del Teide

Louis Jay García, investigador predoctoral en el mismo departamento, apunta que “las plantas se ven afectadas a la hora de germinar, no puede haber un renuevo”. Señala que este año el proceso se ha visto alterado porque si hace mucho calor ahora empiezan a salir en otoño y brota menos. “Si esto se mantuviera durante un tiempo, las especies podrían verse más vulnerables”, subraya.

Una de las que pueden llegar a ser más perjudicadas es la violeta del Teide porque tiene una tasa de dispersión muy baja. “Suele ser o por caída directa o por hormiga, es de muy pocos metros, no pueden ir muy rápido a buscar refugios climáticos”, asevera Ruymán Cedrés. Además, ofrece un dato desalentador: “El 30% de las especies de flora están amenazadas en Canarias porque tienen una distribución muy limitada al ser islas”.

Violeta del Teide / GOBIERNO DE CANARIAS
Violeta del Teide / GOBIERNO DE CANARIAS

Fuerteventura y Lanzarote

Jay García detecta que el cambio climático está afectando a las cumbre de las islas como en Tenerife y La Palma por la falta de lluvias. Aunque otras más secas como Fuerteventura o Lanzarote también se ven perjudicadas. Cedrés cuenta que el pico de Jandía, en la isla majorera, tiene unas características entre el bosque termoesclerófilo —con temperatura mediterránea— y el de laurisilva seco.

“Ahí existe”, dice, “una especie de musgo endémica solo de ahí y en los últimos años se ha visto una mortandad altísima porque no llueve”. “No tiene a dónde migrar”, añade. Alerta de que, en general, “hay muchas especies que se encuentran en peligro, si no hacemos nuevas poblaciones se va a extinguir”.

Pico de Jandía / AYUNTAMIENTO DE PÁJARA
Pico de Jandía / AYUNTAMIENTO DE PÁJARA

Tajinaste

Cedrés pone sobre la mesa que hay especies como el tajinaste rojo —una planta presente en el Teide— que padecen las hibridaciones —en su caso lo hacen con el tajinaste picante—. “Si el cambio climático está provocando que las especies asciendan en altitud buscando condiciones climáticas idóneas que requieren, obviamente se van a encontrar en estos lugares especies del mismo género”, narra. 

“¿Cómo pueden reaccionar estas especies si de repente asciende otro tajinaste a la cumbre? Habrá más hibridación del género y pérdida de especies”, reflexiona. “En costa, por ejemplo, las tabaibas tienen una precipitación anual de entre 200 a 500 mm de agua al año, imagínate que disminuye en el lugar donde están, puede pasar estrés hídrico y muere”, sentencia. 

Tajinaste rojo / EFE
Tajinaste rojo / EFE

Rabo de gato

Sostiene que el cambio climático también está proliferando a especies invasoras como el conejo, lo que deriva en una alta mortalidad de las retamas. “Antes los conejos subían cuando no había nevadas, ahora están todo el año en el Teide”, manifiesta el investigador predoctoral. 

“Los paisajes están cambiando y van a cambiar. El rabo de gato también se va a beneficiar por estas condiciones. Yo los he visto subiendo hacia La Esperanza (Tenerife), antes no había, pero como hay sequedad están pudiendo invadir”, prosigue. 

Un conejo del Teide / Europapress
Un conejo del Teide / Europapress

Laurisilva

Louis Jay García pone el foco, además, en la laurisilva. Considera que es el siguiente ecosistema que se puede ver afectado porque depende mucho de la niebla. “Pero si tenemos calima el alisio no llega”, aclara. Lo mismo pasa con los helechos, el laurel canario, el viñátigo, etc.

Paco González es miembro de la Asociación para la Conservación de la Biodiversidad Canaria (ACBC) y se expresa con rotundidad: “Los ecosistemas se van a mudar a ámbitos donde se den las condiciones de que se puedan desarrollar”. “La laurisilva se va a refugiar en cotas más altas y donde se mantenga el mar de nubes”, apostilla.

Bosque de laurisilva / EFE
Bosque de laurisilva / EFE

Riesgo de incendios

Con el desplazamiento de la vegetación se va a desplazar la fauna acompañante. Se reducirá el tiempo de cría y el número de ejemplares porque cada vez tendrán menos hábitat para desarrollar adecuadamente su vida. Se incrementa el riesgo de pérdida de especies por extinción de las poblaciones”, expresa también. 

Atlántico Hoy se ha puesto en contacto con técnicos del Cabildo de Gran Canaria, quienes advierten de que el periodo de máxima alerta por fuegos se está incrementando.  “Prácticamente en cualquier época del año podemos tener un gran incendio forestal sobre todo en las vertientes sur de las Islas porque está lloviendo menos y eso significa que la vegetación va a estar mucho más expuesta”, apostillan.

No bajar la guardia

“La recuperación de los bosques después de los incendios ya no es tan inmediato como antes. El pino empezaba a rebrotar y en un par de años ni se notaba. Pero como ahora están más debilitados les afectan los insectos que se meten en la madera. Lo vemos porque la corteza se vuelve roja”, apuntan los técnicos de la Corporación Insular. 

Paco González manifiesta que a esta realidad se debe añadir todas las perturbaciones que producimos los seres humanos en el territorio. “Los movimientos de tierra, las actividades, el ganado asilvestrado, las especies exóticas invasoras… Se pueden dar circunstancias que pueden agravar más la situación de los ecosistemas canarios”, culmina. 

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