La lucha canaria está resurgiendo, de eso no hay duda, basta solo con ver cómo han aumentado las licencias federativas y la afición. Pero si hay un aspecto en el que este deporte ha crecido es en la participación femenina.
Terreros llenos, niñas que descubren el deporte en los colegios, selecciones insulares y regional, y una comunidad creciente de mujeres que no solo compiten, sino que también entrenan, lideran y enseñan. Una de las voces que mejor resume esta transformación es la de María Ramírez, luchadora grancanaria con más de 20 años en la arena y hoy también entrenadora y seleccionadora insular.
De 1 a 20 equipos
Ramírez relata que ahora la lucha está viviendo un momento único. Cuando ella empezó a bregar, con tres años — siguiendo la tradición familiar, al igual que sus hermanas Olivia y Estefanía y su hermano Alejandro —, todo era muy distinto. “La lucha femenina no estaba muy vista. El público quería ver solo lucha masculina. Y tampoco había selección femenina, por lo que no podíamos optar a competir”, cuenta.
Lo que hace apenas cinco años parecía una utopía hoy es realidad. La presencia de mujeres en la lucha ha pasado a consolidarse. “Antes, en la isla solo existía un equipo femenino. Hoy somos entre 18 y 20 equipos. Y los terreros ya se están empezando a llenar. Las últimas dos finales regionales se llenaron para vernos. La gente te reconoce por la calle, te dice que te ha visto. Eso antes era impensable”, dice orgullosa la bregadora.
“Pasos agigantados”
Para ella, todo este avance supone “pasos agigantados” dentro del deporte. Y este auge se ha conseguido gracias al trabajo conjunto de instituciones y deportistas, como por ejemplo, a través del Proyecto Escuela impulsado por la Federación de Lucha Canaria de Gran Canaria, que ha llevado a monitores y monitoras a recorrer centros educativos enseñando el deporte a niños y niñas. “Les mostramos qué es la lucha canaria, les dejamos carteles de los equipos por municipio, y si les gusta, se apuntan. Gracias a eso hemos multiplicado las licencias”, cuenta.
Además de ofrecer espacios para la competición femenina a nivel estructural. Las niñas y adolescentes ya no están excluidas de las selecciones. “Hoy hay selección infantil, cadete y juvenil femenina. Incluso soy seleccionadora de Gran Canaria junto con dos compañeras. Es algo que nunca soñé tener”, afirma, subrayando la importancia de que las nuevas generaciones vivan lo que a ella le fue negado.
Falta visibilidad
Y como una gran cadena de mejoras, entre mayor licencias federativas y competiciones, se ha producido un cambio relevante en la forma en que se valoran a las luchadoras, aplicando las categorías de rendimiento, como se hace en los equipos masculinos.
“Antes no tenía sentido clasificar si apenas había chicas. Ahora, con más participación, podemos organizar mejor las ligas, los equipos y las selecciones”, señala. El objetivo es que, a través del mérito deportivo, se pueda acceder a categorías como puntal A, el máximo rango dentro de la lucha canaria.
Aunque la lucha femenina avanza en lo deportivo, aún queda por mejorar su visibilidad mediática, como la presencia en la televisión. “Solo graban nuestras luchas el Día de la Mujer o en la final regional. Pero no graban jornadas regulares de la liga femenina, como hacen con los chicos cada semana. Creo que eso se podría cambiar”, reclama.
El momento de retirarse
Ramírez vivió su mejor momento en la lucha hace dos años, cuando lo ganó todo: liga insular, liga regional, campeona en el Campeonato de España de lucha playa, y cuarta en los Juegos del Mediterráneo en Grecia con la selección española. Ya no le quedan metas, ni como luchadora, ni entrenadora ni como seleccionadora. Quizás solo llegar a puntal, pero ese sueño quedará aparcado.
Pues otro de los grandes retos del deporte es su estabilidad profesional. “Aunque la lucha me ha dado muchas cosas — he podido trabajar en los colegios gracias a la lucha, he sido entrenadora, seleccionadora… —, no te da un futuro. A veces sí, pero no es estable. Este año seguramente me retire”, confiesa.
No se trata de un adiós definitivo. “No dejaré de ir a los terreros. Toda mi familia está ahí, también mi pareja es luchador. No me queda de otra”, bromea, “pero si veo mi vida personal tirando para otro lado”.
Seguir bregando
Con toda esta carrera detrás, la luchadora no se define como referente, a pesar de que muchas personas sí la consideran un ejemplo del deporte. “Me lo dicen mucho, que mis hermanas y yo lo somos. Espero que cuando pasen los años, se nos vea como referentes de nuestra época. Igual que nosotras recordamos a las luchadoras que abrieron camino antes que nosotras”.
Su mensaje para las nuevas generaciones de bregadoras es claro: “Les aconsejaría que no lo dejaran y siguieran por todo lo que hemos luchado las luchadoras viejas de aquí para atrás. Hemos conseguido dar un paso enorme en la lucha canaria y hay que seguir batallando por nuestros derechos por todo lo implica. Verán que más adelante las cosas serán mucho más sencillas y se valorará mucho más la lucha femenina”.
