La vida de Gabriel Pereira, su esposa y sus dos hijas, de 9 y 8 años, cambió de manera drástica el pasado martes 3 de diciembre, cuando un incendio arrasó con la casa en la que vivían de alquiler en Playa del Inglés. "Lo material se pierde, pero perder tu hogar, ese lugar donde te sientes seguro, es algo que no se puede explicar", cuenta a este medio.
La pérdida de su hogar ha generado heridas emocionales en su familia, además de conducirles a una situación desesperada, al perder también sus ahorros en efectivo, fruto de las propinas como camarero. El amparo y el cuidado lo han encontrado en la solidaridad de la gente que se ha implicado. “Ayuda a no sentirse solo”, señala emocionado Gabriel al otro lado del teléfono.
Pérdida del hogar
La tragedia ocurrió mientras la casa estaba vacía: las niñas en el colegio, su esposa en el trabajo, y él fuera haciendo compras. Al regresar, se encontró con el humo y las llamas. Con un extintor en mano y sin pensarlo, Gabriel intentó salvar lo que pudo, incluidas sus tres mascotas. Las quemaduras en su cuerpo son un reflejo del esfuerzo desesperado por proteger lo suyo.
"Logré sacar a uno de los gatos, pero el otro, Franklin, y nuestro periquito Pepe, no sobrevivieron", relata. Este suceso ha supuesto la pérdida de una parte de su familia, cuenta lloroso. “Nos costó contárselo a nuestra hija”, que estaba muy unida al peludo.
Ayuda de la gente
"En ese momento no recibí ayuda de nadie; la gente filmaba desde la calle, paralizada. Fue muy duro", recuerda con tristeza Gabriel. Sin embargo, tras la tragedia, el apoyo comenzó a llegar de manera inesperada. Amigos, vecinos e incluso desconocidos han movilizado donaciones y ofrecido ayuda, demostrando una solidaridad que la familia valora más allá de lo material.
"No somos personas que vivan esperando que alguien nos ayude. Siempre hemos trabajado para salir adelante. Pero ahora sentir el apoyo de tanta gente nos hace no sentirnos solos", reflexiona emocionado.
El problema del alquiler
Más allá de las pérdidas materiales, la familia enfrenta los desafíos emocionales y logísticos del día a día. "Mis hijos aún no entienden qué pasó. Les costó aceptar la pérdida de Franklin y Pepe. Y, aunque hemos podido rescatar algo de ropa y algunas cosas, es como empezar de cero", dice Gabriel.
Actualmente, la familia se encuentra alojada temporalmente en casas de amigos mientras busca un lugar donde vivir juntos. Sin embargo, las dificultades del mercado inmobiliario han complicado la situación. "Necesitamos una casa, pero todo está carísimo, y ahora hay que sumar los gastos de trámites y necesidades básicas", explica.
Intentar salir adelante
A pesar de todo, Gabriel asegura que esta experiencia ha reforzado su vínculo familiar y su determinación de seguir adelante. "Esto te enseña lo frágil que es la vida y lo importante que es estar unidos. Aunque es difícil, hay que intentar mirar hacia adelante".
La familia Pereira agradece profundamente las muestras de apoyo recibidas y señala que cualquier ayuda, ya sea económica o emocional, es bien recibida. Lo que comenzó como una tragedia inesperada se está transformando, gracias a la solidaridad, en una lección de humanidad y apoyo mutuo. Como dice Gabriel, "hoy nos pasó a nosotros, pero mañana le puede pasar a cualquiera".
Amigos y allegados han facilitado el número de teléfono de Gabriel (666 282 956) para quien desee prestarles ayuda.
