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La Isleta, desarrollo urbanístico y el buen jugador de ajedrez. / AYUNTAMIENTO DE LAS PALMAS DE GRAN CANARIA

“Nos han dejado solos”: los vecinos de La Isleta se reorganizan ante el abandono institucional

El Foro por La Isleta reactiva la participación vecinal para denunciar la falta de diálogo, el deterioro urbano y el impacto de la gentrificación en uno de los barrios más emblemáticos de la capital

La Isleta, uno de los barrios con mayor tradición vecinal de Las Palmas de Gran Canaria, atraviesa una etapa marcada por la reorganización de su tejido asociativo. El Foro por La Isleta, principal asamblea ciudadana del barrio, impulsa una nueva etapa participativa para identificar y priorizar los problemas de la zona, entre los que destacan la movilidad, el deterioro del espacio público, la accesibilidad y la pérdida progresiva de identidad.

Gabriel Alpresa, presidente del Foro por La Isleta, y Conchi Villalba, miembro del colectivo, explican cómo el barrio ha iniciado un proceso de reorganización interna. Desde el local social de la Plaza del Pueblo, ambos detallan las claves del nuevo enfoque participativo con el que la asamblea busca recopilar y priorizar las problemáticas del entorno.

Momentos previos a una reunión del Foro por la Isleta. / AH- ALBERTO LEY

Ordenar el caos

El Foro por La Isleta trabaja actualmente en un documento interno conocido como El árbol de los problemas, una herramienta en fase de elaboración que busca estructurar y visualizar los principales retos del barrio. Según explica Gabriel Alpresa, presidente del colectivo, se trata de una síntesis del plan estratégico elaborado por la asamblea, de una encuesta realizada a más de 300 vecinos y de aportaciones recogidas en reuniones y espacios de participación.

En ese árbol, las hojas grises representan problemas aún por resolver: movilidad, vivienda, acceso a servicios públicos, abandono institucional, gentrificación, pobreza estructural… Las verdes, en cambio, marcan los asuntos en los que ya se han activado comisiones ciudadanas.

No hay diálogo

“La doble vía”, dice Conchi Villalba, “es el símbolo más visible de todo lo que se ha hecho mal: se cerró de forma unilateral sin diálogo, siendo una arteria vital para acceder al centro de salud y al centro de mayores. Conseguimos más de 9.000 firmas en contra, pero el Ayuntamiento no nos escuchó”.

Villalba hace referencia a uno de los focos de conflicto, la calle Doctor José Guerra, históricamente de doble sentido y clave en la movilidad del barrio. Daba acceso al centro de salud y al centro de mayores, pero ha sido reconvertida en vía de un solo sentido por las obras del tramo 8 de la MetroGuagua. El resultado: un rodeo interminable para entrar desde La Isleta y una saturación constante del tráfico. Pese a las más de 9.000 firmas recogidas y las protestas semanales, el Consistorio capitalino no ha revertido la decisión.

Calla La Naval, en La Isleta, con una fila de coches y guaguas debido al cierre de la calle Doctor José Guerra Navarro / ATLÁNTICO HOY

Movilidad asfixiante

La movilidad es, sin duda, uno de los grandes focos de tensión. “El diseño urbano no responde a la realidad de la gente”, dice Gabriel. “Si estás en el mercado del Puerto y quieres volver a La Isleta en coche o bici, tienes que hacer una odisea. Han cambiado las guaguas, los carriles, los sentidos... y no ha habido planificación pensando en el vecindario”.

A eso se suma el deterioro de las infraestructuras. “El alcantarillado de muchas calles es de la época de la República”, denuncia Villalba. “No queremos que nos asfalten las calles si no se arregla lo de abajo. No queremos alfombras negras que cubran problemas estructurales”. 

Calles dañadas en el barrio de La Isleta / MONTAJE AH

 

Juventud desatendida

La conversación se vuelve más dura cuando se aborda la dimensión humana. “Hay mucha gente sola, mayores abandonados, jóvenes con problemas de salud mental tras la pandemia, chavales expulsados de los centros educativos sin alternativas reales”, dice Alpresa. “Las instituciones no están sabiendo acompañar, y eso está generando conflicto social”.

El foro intenta generar espacios de encuentro: cada viernes, la plaza se llena de jóvenes que interactúan sin pantallas, “más de 100 algunos días”, señala Gabriel. “El problema no es el móvil, es el aislamiento”.

Canarias 50

Una de las grandes heridas abiertas es la situación del solar conocido como Canarias 50. “Durante años lo reclamamos como espacio de uso vecinal”, explica el presidente. “Logramos incluso diseñar un proyecto, reunirnos cada semana, generar un tríptico con propuestas… pero llegó la crisis migratoria y lo destinaron a acoger a personas migrantes sin ningún diálogo previo con el barrio”.

Conchi matiza: “No hemos tenido conflictos con los migrantes. Al contrario, muchos son educados y respetuosos. Pero lo que duele es cómo el Ayuntamiento utiliza los espacios sin contar con la comunidad. Canarias 50 era una oportunidad para crear zonas verdes y de esparcimiento, que aquí escasean”.

Personas migrantes en el centro de acogida Canarias 50 / EFE - ÁNGEL MEDINA G.

Barrio fragmentado

La relación con el Ayuntamiento, coinciden ambos, está marcada por la desconfianza. “No hay gobernanza ni cogestión real. Prometen participación, pero las decisiones importantes se toman desde arriba. Incluso los locales sociales ya no se gestionan desde el barrio”, lamenta Alpresa.

La Isleta, sin embargo, no ha tirado la toalla. “Hay un pulso que sigue latiendo. Falta organización, sí, pero también voluntad institucional para reconocer el valor de un barrio con historia, con identidad y con ganas de construir”, sentencia Conchi.