Hay paseos por la ciudad capaces de transportante a un universo paralelo si eres capaz de dejarte llevar por tu imaginación, por tus sueños —no tan lejanos— de cuando solo eras un niño o una niña fantaseando con entrar y formar parte del mundo Disney.

¿Quién no ha querido visitar alguna vez el castillo de la Bella Durmiente, el de la Cenicienta, la cabaña de Blancanieves —y puestos a pedir conocer a los 7 enanitos— o subir a la torre de la mismísima Rapunzel? 

Es posible que el lector no tenga que viajar muy lejos para poder hacerse una idea, pues en una de las zonas residenciales más exclusivas del archipiélago se alza un inmueble que no se parece a ningún otro. A simple vista, su imponente torre de piedra hace pensar en relatos de princesas encerradas, dragones que sobrevuelan fortalezas y largos cabellos que cuelgan desde lo alto. Su diseño evoca directamente los cuentos clásicos, y más de uno —todavía con la imaginación intacta— ha asegurado que le recuerda al castillo de Rapunzel.

Entre casas tradicionales

Canarias tiene una arquitectura tradicional tan diversa como sorprendente. Desde las casas cueva, excavadas en la roca como legado aborigen, hasta las casas terreras de una sola planta con patios interiores y tejados a dos aguas. Las más complejas, como las casas de dos plantas, se localizaban cerca de plazas o iglesias, o en el entorno rural si pertenecían a propietarios adinerados. Con graneros, hornos y patios, estas construcciones combinaban funcionalidad y estilo.

Pero mientras todas estas tipologías responden a criterios prácticos y de época, algunas viviendas logran sobresalir simplemente por su estética única. Y eso es justo lo que ocurre con esta singular casa con torre de estilo medieval adosada, que no sigue ninguna de las normas habituales.

Una torre de cuento

Este inmueble se encuentra en Ciudad Jardín, uno de los barrios más elegantes de Gran Canaria, donde abundan las viviendas señoriales de época con jardines amplios y fachadas imponentes. Pero esta en particular capta todas las miradas gracias a su torre, que se alza como si formara parte de un castillo. Desde fuera no se puede acceder al interior ni conocer con certeza su distribución, pero lo que se deja ver desde la calle basta para despertar la imaginación de cualquiera.

Sus muros de piedra, su estructura circular y su coronación almenada recuerdan a una fortaleza escondida entre árboles, como la del clásico cuento infantil en el que una joven princesa espera a ser rescatada desde lo alto de la torre. Aunque aquí no hay dragones ni trenzas colgando por la ventana, la atmósfera que transmite es igualmente mágica.

Quién sabe qué historias ha soportado la torre de Ciudad Jardín. Si ha vivido o no algún amor y desamor, quién ha subido y bajado por esas interminables escaleras y qué ojos pueden admirar el paisaje desde dentro. Quizá algún día podamos saber qué aventuras se esconden al otro lado de esos muros mucho más reales que los de las películas de Disney.