El otoño ya se ha instalado en gran parte de Europa, con días más cortos y temperaturas que invitan a la rutina. Sin embargo, en Canarias sucede algo distinto: la estación se convierte en una extensión amable del verano. Con casi 700 playas repartidas por el Archipiélago, la diversidad es inmensa: calas volcánicas de arena negra, arenales dorados infinitos o rincones vírgenes donde reina la tranquilidad.
Cada isla tiene su propio carácter. Tenerife lidera el listado con 168 playas, seguida de Gran Canaria con 134 y Lanzarote con 122. Fuerteventura presume de 67 playas de arena fina, mientras que La Palma, La Gomera y El Hierro ofrecen enclaves más recónditos, alejados de las grandes masas. Y aunque todas tienen algo especial, hay un arenal que cada septiembre y octubre se convierte en el lugar perfecto para quienes aún no quieren despedirse del verano.
La playa más versátil del sur de Gran Canaria
Hablamos de la Playa del Inglés, uno de los arenales más conocidos y visitados de Gran Canaria. Su fama no es casualidad: son casi tres kilómetros de arena dorada y aguas tranquilas, custodiados por la Reserva Natural de las Dunas de Maspalomas, un paisaje que parece sacado de otro continente.
Su ubicación en el sur de la isla garantiza sol durante prácticamente todo el año. La playa es un mosaico de ambientes: zonas familiares equipadas con hamacas y sombrillas, espacios deportivos donde el voleibol y el fútbol playa son protagonistas, chiringuitos animados y rincones más relajados para quienes buscan desconectar con el rumor del mar.
Servicios y accesibilidad para todos
Uno de los puntos fuertes de la Playa del Inglés es que lo tiene todo para que la experiencia sea cómoda. Dispone de duchas, baños, pasarelas de acceso, chiringuitos, supermercados y restaurantes en la avenida que la bordea. También cuenta con aparcamientos cercanos y conexiones en transporte público, lo que la convierte en un destino accesible tanto para turistas como para locales.
Este arenal combina la seguridad de un enclave preparado para miles de visitantes con la belleza natural de su entorno. Y a medida que se avanza hacia la Punta de Maspalomas, el ambiente cambia: aparecen zonas más salvajes, spots para surfistas y áreas naturistas, lo que da al lugar un aire diverso y cosmopolita.
Un otoño que sabe a verano
La Playa del Inglés es perfecta para pasear, con sus 2,7 kilómetros de costa que invitan a caminar junto al agua al atardecer. Durante los meses de septiembre y octubre, el mar todavía está cálido, las temperaturas rondan los 24 grados y la afluencia de visitantes disminuye respecto al verano, ofreciendo una experiencia mucho más tranquila.
Quienes buscan deporte pueden practicar surf, bodyboard, windsurf o kitesurf en las zonas habilitadas, mientras que quienes prefieren descansar tienen a su disposición un sinfín de rincones donde simplemente dejarse llevar por el sonido de las olas.
Un clásico que nunca falla
La Playa del Inglés no es solo una de las playas más famosas de Canarias, sino también uno de los grandes reclamos turísticos de Europa. Su capacidad de adaptarse a todo tipo de visitantes —familias, grupos de amigos, deportistas o parejas— la ha convertido en un destino versátil y atemporal.
Este octubre, cuando la rutina ya se ha instalado en otras partes del mundo, este arenal sigue siendo la perla del Atlántico donde el verano nunca se va del todo. Un lugar en el que el sol brilla, las dunas susurran al viento y el mar cálido invita a seguir disfrutando de la mejor temporada del año.