Vivir a caballo entre dos mundos es lo que le ha permitido descubrir su lugar en el mundo. A veces, los viajes no son de miles de kilómetros, sino de emociones que transforman. Lo que comenzó como una visita casual a Canarias se convirtió con el tiempo en un arraigo profundo, lleno de agradecimiento, nostalgia y un amor que no deja de crecer.

Porque hay playas que no solo enamoran por su belleza. También por lo que representan: refugio, transformación, pertenencia. Para una figura muy conocida del panorama mediático nacional, este rincón de las Islas se ha convertido en su lugar de conexión total.

Un vínculo emocional

Anabel Pantoja, influencer y ex colaboradora de televisión, lleva más de cinco años viviendo entre Madrid y Gran Canaria. Desde que conoció el archipiélago gracias a su relación con Omar Sánchez, la sevillana ha declarado sentirse “adoptada por Canarias”.

Así lo expresó recientemente durante su participación en el programa “Gente Maravillosa Canarias”, presentado por Eloísa González. Visiblemente emocionada, afirmó:

“Siento devoción por las Islas y me enamora. Me tratan como una más. No me quiero ir de aquí nunca”.

La playa que elige

Como muestra de este amor, Anabel ha compartido en varias ocasiones su rincón favorito del archipiélago: la Playa de Las Américas, en el sur de Tenerife. Con sus aguas tranquilas, clima constante y oferta de ocio, esta playa se ha convertido en su escapada habitual cada vez que busca desconectar.

Allí graba vídeos, pasea por la orilla y comparte contenido con sus seguidores, quienes reconocen en sus palabras un amor genuino por el entorno y la gente local.

Un mensaje que conecta

La sobrina de Isabel Pantoja no solo ha promovido la belleza natural de Canarias, también su calidez humana. En sus redes sociales siempre ha hecho visible su agradecimiento a la tierra que la ha acogido: desde la gastronomía hasta la forma en que se la saluda en la calle.

Con más de un millón de seguidores en Instagram, sus publicaciones sobre el archipiélago ayudan a posicionar Canarias como un destino emocional, además de turístico.