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Imagen del jet foil 'Princesa Voladora' / MONTAJE AH - TRASMESHIP

'Princesa voladora': así era el barco volador que viajaba entre las islas Canarias y cumple 45 años

Hoy, 45 años después de su primera travesía, su historia sigue viva como ejemplo de cómo la innovación y el conocimiento pueden transformar radicalmente la movilidad en territorios fragmentados como Canarias

Fue una promesa de modernidad, una apuesta valiente por acelerar las comunicaciones entre islas y un desafío a las inclemencias del Atlántico. Aquel innovador medio de transporte debutó en aguas canarias hace ya 45 años, marcando el inicio de una nueva era para los trayectos marítimos. Su nombre evocaba fantasía y velocidad, y su figura parecía más sacada de una película futurista que de una naviera convencional.

Aunque sus primeras maniobras no estuvieron exentas de problemas, con el tiempo logró convertirse en una de las experiencias más memorables del transporte interinsular. A día de hoy, su historia forma parte del patrimonio marítimo de Canarias, como ejemplo de cómo la innovación tecnológica, el entrenamiento y la adaptación al medio pueden transformar por completo la percepción de un nuevo sistema. Son pocas las personas que no recuerdan el jet-foil, y muchas las que tuvieron la oportunidad de navegar las aguas de las islas en el Princesa Voladora

El nacimiento del jet-foil

El Princesa Voladora, también conocido como jet-foil, realizó su viaje de pruebas el 27 de julio de 1980, entre Las Palmas de Gran Canaria y Tenerife. En aquella jornada, inspectores de Marina Mercante certificaron su alta en el servicio. Sin embargo, lo que debía ser una demostración impecable se tornó en decepción: la mayoría de los pasajeros acabaron mareados, debido a que la embarcación, aunque técnicamente lista, no contaba con pilotos capacitados para enfrentarse a las condiciones del mar canario.

Aquellos primeros errores evidenciaron una carencia fundamental: los pilotos americanos al mando no tenían experiencia en navegación con oleaje severo ni en mar abierto atlántico, lo que generó tensiones entre la Compañía Trasmediterránea y Boeing Marine, fabricante del innovador buque.

Un capitán providencial

La situación obligó a tomar medidas. Boeing Marine envió a un instructor especial, un hombre que cambiaría el rumbo de esta historia: Lorrin F. Thurston, un capitán hawaiano, experto en el manejo del jet-foil en condiciones meteorológicas adversas. A su llegada a Las Palmas el 31 de julio, y tras horas de viaje, demostró su pericia al instante con una exhibición a bordo que convenció a todos los presentes de que el proyecto podía tener éxito.

Su técnica no solo aseguraba la operatividad del buque, sino que lograba un nivel de confort desconocido hasta entonces en este tipo de embarcaciones rápidas. Gracias a su asesoramiento, las tripulaciones locales fueron entrenadas y se fijó la fecha del 7 de agosto de 1980 —hace nada más y nada mneos que 45 años— como inicio oficial del servicio regular.

Superando los temporales

El primer viaje comercial estuvo comandado por el capitán José María Real Martí y el primer oficial Lorenzo Suárez Alonso, con el precio del billete fijado en 1.800 pesetas, poco más de diez euros. A pesar de las dudas sobre su capacidad para soportar temporales atlánticos, en noviembre de ese mismo año enfrentó su primera gran prueba: vientos del noroeste y olas de más de cuatro metros.

El jet-foil remontó La Isleta a 43 nudos, mientras los pasajeros observaban cómo los buques cercanos cabeceaban violentamente. El contraste con la estabilidad a bordo del Princesa Voladora convenció incluso a los más escépticos. Desde entonces, fue reconocido como el medio más cómodo para navegar con mal tiempo en Canarias.

Un legado duradero

El paso del Princesa Voladora por el Archipiélago revolucionó las comunicaciones interinsulares, marcando el inicio del transporte marítimo de alta velocidad entre islas. Su fiabilidad técnica, sumada al alto nivel de preparación de sus tripulaciones, consolidó este sistema como una opción viable y cómoda para los canarios.

Hoy, 45 años después de su primera travesía, su historia sigue viva como ejemplo de cómo la innovación y el conocimiento pueden transformar radicalmente la movilidad en territorios fragmentados como Canarias.