El femenino de las profesiones es una cuestión solo aparentemente sencilla. Las reglas gramaticales predicen muchos casos, pero no se aplican con igual regularidad en todos. Además, en éste y en otros temas en lengua entran en juego una serie de consideraciones sociales, que muchas veces distan bastante de ser materia lingüística.
Un subgrupo de los terminados en -e son los que acaban en "-ante" o "-ente", que también suelen ser comunes, como "el/la dibujante". Igualmente sucede con los acabados en -i, -u, -ar, -er, -ir, -ur, -l o -z ("el/la maniquí", "el/la gurú", "el/la militar", "el/la sumiller", "el/la cónsul", etc.). Mientras que los que acaban en -or, -n y -s añaden normalmente una "a" ("escritora", "guardiana" o "diosa").
Opción que la gramática permite y que, desde luego, no es insólita. El típico argumento que se suele esgrimir en contra de esta evolución es que son voces que tienen una menor tradición y documentación en nuestra lengua.
En otros casos sí que contamos con femeninos con tradición en español: "infanta", "sirvienta", "regenta"..., llevan siglos en nuestros diccionarios. Pero formaban parte de ellos con distinta fortuna: con "regenta" se aludía a 'la mujer del regente'; mientras que con "sirvienta" sí que se nombraba a 'la que sirve' y no 'la mujer del que sirve'.
En contra de feminizar los cargos
Muchas voces se alzan hoy en día en contra de la feminización de los cargos. Algunos aducen supuestas razones de morfología histórica (curiosamente lo hacen en contra de femeninos como "presidenta", pero no contra "sirvienta" o "parturienta"); otros ven en ellos un ejemplo más de la corrupción del español (sí, les voy a dar unos segundos para que digan "entonces tendremos que admitir estudianta y cantanta, ¡adónde vamos a llegar!"); otros, y otras, conocen la forma en femenino, saben que es adecuada, pero no la emplean ("yo soy arquitecto o ingeniero; no arquitecta, ni ingeniera").
El masculino genérico es, desde luego, otra cuestión, pero, en lo que aquí nos atañe, nombrar a las mujeres con los masculinos de las profesiones configura en la mente del receptor un panorama que no siempre es el más ajustado a la realidad.
Hace unos días un estudio de arquitectura ganó el prestigioso premio Pritzker. La mayoría de los medios titularon "Los arquitectos catalanes recibirán el Pritzker, considerado el Nobel de la Arquitectura", "Los arquitectos catalanes Aranda, Pigem y Vilalta, Premio Pritzker 2017" o "El jurado premia por primera vez a tres arquitectos españoles".