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Nuria Albet-Torres, física de formación, responsable de la comunidad energética La Palma Isla Bonita, con la que aspira a cambiar el modelo de consumo actual. / AH

Nuria Albet-Torres, física: "Queremos democratizar la energía de Canarias con cooperativas"

El proyecto 'Energía Bonita' apuesta por crear comunidades para transformar el modelo energético isleño por uno más eficiente y sostenible. Es la revolución de lo común frente al consumo individual que imponen las multinacionales desde los despachos

Nuria Albet-Torres, en nombre de sus compañeros de cooperativa, ha recogido el premio ‘Economía Verde’ que concede CaixaBank y la Fundación La Caja de Canarias, con la finalidad de apoyar el talento local e impulsar la transformación sostenible de las islas.

El proyecto con el que ha ganado la cuarta edición de estos premios se llama Energía Bonita, comunidad energética de la isla de La Palma.

Se trata de una cooperativa sin ánimo de lucro que está formada por ciudadanos, pequeñas y medianas empresas y administraciones locales, con el objetivo de producir y compartir energía renovable y construir un modelo basado en el ahorro y la eficiencia.

En la actualidad, tienen más de 250 asociados y entre sus principales compromisos destaca la lucha contra la pobreza energética, integrando a todas las personas con independencia de su situación socioeconómica.

En esta entrevista, Albet-Torres, que es física de formación, explica cómo funcionan, cuáles son objetivos y los problemas a los que se enfrentan. Crearon la cooperativa en plena erupción volcánica y han logrado instalar panales solares en ocho colegios palmeros.

[Pregunta] ¿Qué es una cooperativa energética?

[Respuesta] Lo que estamos haciendo es crear una comunidad energética, hemos unido un grupo de personas para transformar el modelo energético. Siempre decimos que no solamente es cambiar una tecnología por otra, sino repensar todo el modelo. Por eso estamos poniendo instalaciones fotovoltaicas de autoconsumo colectivo en los tejados.

¿Cómo?

Hacemos instalaciones grandes que compartimos entre la gente que vive alrededor de una planta, entre otras cosas, como incentivar el ahorro energético y repensar muchas cosas que requieren una transición energética, como el tema de la pobreza energética para no dejar a nadie detrás.

¿Qué le pasa al modelo actual? ¿Cuál es el problema?  

Que no funciona porque estamos yendo para adelante sin repensar nada. Además del cambio de tecnología hay que repensar el modelo, porque el cambio climático se está acelerando y tenemos  también una crisis energética. Esto significa que debemos cambiar al 100% renovable, pero esto requiere más cambios. Porque hay cosas que no se pueden electrificar o no se pueden mover con renovables. La situación requiere un cambio de modelo económico.

De raíz.

Un cambio más profundo. Exacto.

El ejemplo más claro quizás es el cero energético de hace poquito, ¿no?

Exacto. 

¿Lo puede relacionar?

Es complicado porque intervienen muchos elementos. Nosotros lo que decimos es claro: tenemos una red que está mal, ¿no? La red eléctrica, pero también un modelo en el que unas pocas empresas multinacionales lo gestionan desde lejos, ¿no? Lo que nosotros queremos es democratizar la energía desde el territorio, ser propietarias de nuestras fuentes energéticas y decidir cuál es el mejor modelo. Y ahora que tenemos que cambiar de fósil a renovable, nos requiere un cambio de cómo funciona la red eléctrica.

¿Pero cómo?

Las personas en sus casas, con sus instalaciones, y siempre en comunidad energética, con nuestras instalaciones. Es verdad que la energía renovable es más compleja de integrar, porque no siempre hay sol y no siempre hay viento. Esto requiere el uso de baterías, requiere que la gente también se adapte a consumir cuando hay más energía. Es un proceso que no se hace con un botón, sino implicando a las personas. Siempre decimos que es un proceso personal y colectivo. O sea, tenemos que cambiar los bombillos a LED, sí, pero con eso solamente no solucionamos el problema. Lo que tenemos que cambiar es la manera de consumir.

¿Cuántos son?

Más de 250 personas socias de una cooperativa sin ánimo público.

¿En dónde? 

En toda La Palma. Tenemos instalaciones en ocho municipios.

¿Cómo funcionan?

La instalación cubre dos kilómetros a su alrededor, consumes de esa instalación como si tuvieras los paneles en tu cubierta. Esto viene de un real decreto de autoconsumo colectivo, entonces tú simplemente firmas un documento y te llega la electricidad de esa instalación a tu factura eléctrica automáticamente. Recientemente ha habido un cambio, que está pendiente de ir al Congreso, para que el sistema pase de dos a cinco kilómetros. Con este cambio nuestras instalaciones podrán abarcar casi toda la Isla. Hay algunos puntos en los que todavía no es posible, pero estamos mirando dónde poner las próximas instalaciones.

¿Qué instalaciones son? 

Placas fotovoltaicas encima de cubiertas, todo en centros educativos.

¿Sólo en centros educativos?

Sí, una de las instalaciones está en un colegio de Breña Alta cedido por el Ayuntamiento, y el Gobierno de Canarias nos ha cedido siete cubiertas más de institutos y colegios.

Vale, pero si soy un particular y quiero sumarme a la comunidad, ¿cómo lo hago?

Vas a la página web, te asocias y pasas a ser copropietario de la empresa. Solo tienes que aportar 100 euros al capital social obligatorio de la cooperativa. Así es cómo funcionan las cooperativas, ¿no? Generan un poco de capital común. Un porcentaje de la energía generada se la cedemos al propio centro, como retorno a que nos hayan cedido las cubiertas, y el resto va destinada a las zonas socias alrededor de esos dos kilómetros, que pronto serán cinco kilómetros.

¿Tienen perspectiva de salir de La Palma?

No, somos un proyecto de palmeros y queremos continuar siendo palmeros. Sí estamos ayudando a quien quiera generar su propia cooperativa en otras islas, con las dudas y todo los demás. Es importante una gobernanza de verdad porque lo que pasa en otra isla a veces es muy diferente. Claro, las coyunturas, las realidades... Trabajamos en asambleas y decimos las cosas en colectivo. Esto asusta a mucha gente por las peleas de los propietarios de los edificios, pero cuando una persona pasa a través de un proceso participativo bien hecho, se enamora, dice, guau, esto es otra cosa, esto sí que... Me siento orgullosa de ser parte de esto que estamos construyendo.

¿Hay iniciativas de otras islas?

Sí, nos han consultado bastante, pero cooperativas no hay tantas. Algunas, por ejemplo, son Tenergética, en Tenerife, o en La Graciosa el Sol de La Graciosa, un proyecto súper chulo, también dentro de la ciudadanía. Sí hay más asociaciones y proyectos que aluden a comunidades energéticas que no lo son en realidad. En Lanzarote ha surgido una ahora, pero no es una cooperativa porque está Repsol detrás.

¿Se publicitan como comunidades energéticas pero no funcionan como una cooperativa?

Exacto. Es lo que quiere decir. O sea, tienen una asociación local, pero no se decide nada local, ya te viene todo dado, y además, los beneficios terminan yendo a otro lado. Por eso defendemos que sean comunidades energéticas de verdad, desde la ciudadanía, desde las empresas, las pymes, desde las administraciones públicas, para que los beneficios se queden en el territorio, que no sea una empresa de fuera o una gran multinacional. Tenemos que cambiar el modelo de economía, no solamente cambiar una tecnología por la otra.

Imagino que es complicado hacerse un hueco en el sistema...

Tenemos una instalación funcionando en Breña Alta y otra en Santa Cruz de La Palma que arranca estos días, lo mismo que en Barlovento. El resto, hasta llegar a ocho, están hechas, pero nos ponen problemas para conectarlas a la red, tenemos una montaña de barreras que superar. Nos ponen muchas trabas porque estamos haciendo algo que no ha hecho nadie antes. La resistencia es increíble. 

¿Con qué problemas se suelen encontrar?

Las entidades financieras nos niegan con frecuencia los avales porque dicen que carecemos de actividad económica, pero somos una cooperativa, o sea, tenemos actividad económica por definición. A esa falta de entendimiento hay que sumarle los problemas que pone la distribuidora. Pedimos puntos de conexión de 100 kilovatios porque la red no acepta más. Hay instalaciones que las hacemos mucho más pequeñas porque la red no está preparada, o nos pedían, como en un caso, nos pedían hasta 135.000 euros para llegar a la potencia que queríamos, porque tienes que pagar tú la red y después es la distribuidora la que da. Esa red, evidentemente, no es factible económicamente. Tenemos una isla con solamente un 10% de renovables en electricidad y solo podemos poner plantas de 100 kilovatios. Las barreras son infinitas, por eso estamos muy agradecidos por el reconocimiento social de este premio.

¿Quienes conforman La Palma Energía Bonita?

Trabajamos nueve compañeros de diferentes sectores. Yo, por ejemplo, soy física, pero hay biólogos, arquitectos, economistas... 

¿Espera que el premio anime a otras comunidades energéticas a avanzar?

Lo estamos haciendo ya... Ha habido momentos muy, muy duros como cooperativa. Constituimos la cooperativa en octubre de 2021, nos vimos firmando ante notario en medio de la erupción volcánica. Pero bueno, hemos conseguido superar estas barreras, ahora ya no pueden quitar los paneles (risas).