El abandono escolar temprano vuelve a convertirse en uno de los grandes desafíos del sistema educativo canario. Según los últimos datos de la Encuesta de Población Activa, la tasa en las islas ha repuntado del 13,1 % al 14,4 % en el último año, casi dos puntos por encima de la media nacional, que se sitúa en el 12,6 %.
Este indicador mide el porcentaje de jóvenes de entre 18 y 24 años que no ha completado la educación secundaria postobligatoria ni ha seguido formándose. En Canarias, pese a algunos avances puntuales en la última década, la cifra se mantiene estable en un nivel superior al promedio estatal, lo que refleja una tendencia preocupante.
Brecha territorial
Las diferencias con otras autonomías son notables. Mientras en País Vasco apenas el 3,8 % de los jóvenes abandona los estudios, y comunidades como Cantabria (6,1 %) o Madrid (9,3 %) se mantienen cerca del objetivo europeo del 9 %, Canarias se ubica en el grupo de comunidades con peores registros, solo superada por Murcia (20,6 %) y las ciudades autónomas de Ceuta y Melilla (18,8 %).
Esta brecha territorial evidencia las dificultades estructurales que afronta el sistema educativo canario, donde factores como el nivel socioeconómico de las familias, el absentismo prolongado y la falta de continuidad en la formación siguen teniendo un peso decisivo.
Impacto social
El abandono temprano está directamente relacionado con peores resultados en el mercado laboral. Los jóvenes que dejan sus estudios de manera prematura suelen tener menores ingresos, más desempleo y menos oportunidades de formación continua. Canarias, con un mercado de trabajo ya marcado por la temporalidad y la dependencia del sector servicios, es especialmente vulnerable a este efecto.
Los estudios señalan además que la educación de las familias influye de forma determinante: los jóvenes cuyas madres solo completaron estudios primarios tienen 14 veces más probabilidades de abandonar los estudios que aquellos con madres con formación universitaria.
Medidas necesarias
Expertos como los del servicio de estudios de Funcas recomiendan una batería de acciones para frenar esta tendencia: reducir las ratios en las aulas, reforzar las tutorías personalizadas y ofrecer incentivos a los docentes más experimentados para que trabajen en centros situados en entornos vulnerables.
En paralelo, se considera esencial flexibilizar la oferta de Formación Profesional, adaptar la orientación educativa al mercado laboral y desplegar programas de refuerzo que permitan recuperar al alumnado con mayores dificultades. Estas medidas, aplicadas con coherencia y recursos, podrían revertir la dinámica en Canarias y acercar a la comunidad al objetivo europeo de un abandono inferior al 9 % en 2030.