Loading...

Tenerife

¿Qué fue del Alraigo, el carguero que rescató y trajo a Tenerife un caza bombardero británico?

La aeronave de la Royal Navy se quedó sin combustible y tuvo que 'posarse' sobre un barco español en 1983| La pista del carguero se pierde en 2010 en el mar Egeo

6 minutos

El buque Alraigo transportando el caza Harrier británico a Santa Cruz de Tenerife. / Redes

La noche del 6 de junio de 1983, el buque de carga Alraigo navegaba a 120 millas náuticas al suroeste de Oporto, en la costa portuguesa, con rumbo a Santa Cruz de Tenerife. La nave había salido de la ría de Deusto, en Vizcaya, para transportar mercancías a Canarias y, posteriormente, a Marruecos. En la oscuridad de la noche atlántica, sobre las 23:00 horas, la tripulación del Alraigo escuchó un ruido ensordecedor sobre sus cabezas. Un caza bombardero Harrier, de la marina británica, estaba sobrevolando insistentemente la embarcación con intención de aterrizar sobre ella.

La tripulación del Alraigo debió sentirse como aquellos pastores kazajos que presenciaron la vuelta a la tierra del cosmonauta Yuriy Gagarin en la primera salida tripulada al espacio. Gagarin tuvo que explicarles a los pastores que no era un extraterrestre, diciéndoles: "Tranquilos, soy soviético". Quizás la tripulación de Aitor Suso Linaza, capitán del carguero, escuchó algo parecido de boca del subteniente Ian Watson, piloto del avión de combate. "Tranquilos, soy británico", pudo haber dicho para que los hombres de Suso Linaza no creyesen que iban a ser abducidos al posarse la aeronave sobre los contenedores que transportaban.

Aterrizó en vertical

El Harrier Sea es un modelo de caza capaz de realizar despegues y aterrizajes en vertical, maniobra que hizo el piloto inglés con la mayor suavidad que pudo en un acto desesperado por salvar su aeronave, a la que le quedaba tan solo un minuto de autonomía. Según registraron los periódicos de la época, el Harrier habría despegado de un portaaviones británico en el contexto de unas maniobras de la OTAN en el Atlántico.

Según narró el diario ABC al cumplirse tres décadas del suceso y tener acceso a los documentos desclasificados británicos, Ian Watson habría salido junto con otro caza con los sistemas de navegación y comunicaciones apagados para simular una situación de combate con radio y radar inutilizados, pero se perdió. Tras intentar localizar visualmente a su buque nodriza y tratar de contactar por radio infructuosamente, el piloto del caza no dudo en descender sobre el único barco que fue capaz de encontrar: el Alraigo.

El Harrier aterrizó sobre una furgoneta Mercedes Benz que estaba siendo transportada para una floristería./ Redes

El capitán se negó a desviar su rumbo

De inmediato se aseguró la carga inesperada, que podría haber causado una desgracia de haber alterado significativamente el centro de gravedad del buque. De hecho, a la aeronave, que había participado en la guerra de las Malvinas, llegó a desprendérsele un misil sobre la cubierta. Suso Linaza continuó hacia Santa Cruz de Tenerife, haciendo caso omiso de las exigencias del portaaviones británico para que pusiese rumbo a Gibraltar y entregase el avión. La mercancía no iba a llegar tarde a Canarias por la negligencia de la Royal Navy, amén de haber dañado material que transportaba el buque, como una vieja furgoneta Mercedes Benz que iba a ser entregada a una floristería, que quedó seriamente abollada al convertirse en el principal punto de apoyo del avión de combate sobre el barco.

Ya en Tenerife, la tripulación, la administración española y el Gobierno británico mantuvieron un tenso tira y afloja por la devolución del avión y la indemnización por los perjuicios y el riesgo de la maniobra, que se saldó con algo más de tres millones de pesetas para cada marinero (18.000 euros).

 

 

El barco cambió de nombre y pabellón

Del avión se sabe que terminó en salas de exposiciones y se puede visitar hoy en día en el Newark Air Museum de Nottinghamshire. Pero poco se sabe del Alraigo, coautor de la hazaña del primer aterrizaje de un avión sobre un buque civil. Construido en los astilleros de Naval Gijon, Asturias, en 1977, el buque tenía 93'3 metros de eslora y 13'5 de manga. Originalmente, navegó para la Naviera Garcia-Minaur hasta que en los 90 se vendió a la Sociedad de gestión de Buques. En 1991, cambió de nombre y propietario, pasando a ser el Cotinsa Catalunya, de la empresa Containers y Transportes SA. Desde entonces, volvió a cambiar de nombre, naviera y pabellón hasta en ocho ocasiones.

El que fuera el Alraigo continuó navegando bajo bandera maltesa, chipriota, ucraniana, georgiana y moldava -la última conocida-. Según un foro español en línea de marinos mercantes, la KGB soviética llegó a hacerse con él, lo que explicaría su etapa de navegación bajo pabellones del este. "Era un buen barco, yo no navegué en él pero lo conocí bien porque tuve que echarle un capote al jefe en La Guaira estando yo en el ALANGE, lo único que le sobraba era la arboladura y alguien lo dejó mocho después", comenta uno de los usuarios del foro, en referencia a la enorme grúa que llevaba originalmente el Alraigo y junto a la cual aterrizó el Harrier, que fue retirada en alguno de sus muchos cambios de nombre.

El Alraigo antes y después de perder la grúa que llevaba./ Montaje AH

Un barco fantasma desde 2010

El último nombre conocido del buque es Golden Fox. El barco cambió de bandera en 2010, cuando dejó de ser una nave georgiana y pasó a ser moldava, pero pocos meses después se le pierde la pista. Según la web Baltic Shipping, el ahora llamado Golden Fox está inscrito en el registro naval ucraniano. Sin embargo, es imposible encontrar ningún buque en dicho registro con el nombre Golden Fox ni con el número IMO -algo así como una matrícula naval- que le corresponde.

La última posición conocida del buque es sospechosa. El 4 de mayo 2010, muy poco tiempo después de cambiar de nombre y pabellón, el Golden Fox se encontraba en aguas del mar Egeo, en la posición 38° 50' 20.9" N, 026° 55' 53.0". Esa es su última localización registrada. Según Marine Traffic, web de seguimiento en directo de todas las embarcaciones que navegan en el mundo, el estado del buque es de "decomisado o perdido".

No está hundido

¿Se puede perder un barco? ¿O significa que se ha hundido? Atlántico Hoy se ha puesto en contacto con Sergi, un marinero catalán, patrón de pesca de altura, que está ahora mismo en Tenerife preparándose para ser piloto de la marina mercante. Sergi cuenta a este medio que, con la información que existe respecto al buque, se descarta un hundimiento. "Si estuviese hundido, habría habido algún rescate y un juicio. Siempre que se hunde un barco hay un juicio. Además, se habría registrado alguna llamada de emergencia... Más que hundido, creo que está desguazado. Hay muchos barcos que les cambian el nombre a última hora y luego 'desaparecen', y en realidad donde están es en algún país de la costa africana como Libia; o en Pakistán, donde los llevan para desguazarlos. Los envían directos contra una playa, los encallan allí y los despiezan", sugiere Sergi.

Este marinero comenta que hay determinados países, como los que menciona, donde hay tanta corrupción que sus costas se convierten en verdaderos cementerios de buques occidentales, donde despiezar los barcos es mucho más barato y no requiere de los trámites burocráticos que se piden en otros países. Sin embargo, el Alraigo -o Golden Fox-, no está ni en Pakistán ni en Libia. Su última posición conocida es frente a las costas turcas, por lo que la hipótesis de Sergi, aunque va encaminada, no es del todo cierta.

Astillero de desguace de cruceros en Aliaga./ Hosteltur

Un 'cementerio de barcos' en Turquía

En octubre de 2020, Hosteltur publicó un artículo titulado "El insólito destino de algunos barcos de crucero por la COVID-19" en el que narraba cómo la pandemia había llevado a la quiebra a numerosas compañías de crucero, que se habían visto obligadas a desguazar sus barcos y venderlos por piezas. Ese artículo es el nexo de unión entre la hipótesis de Sergi y el destino del Golden Fox, pues explica cómo estas compañías llevaron sus buques al Astillero Aliaga, en la costa turca que baña el Egeo, y "cuya actividad principal no es la construcción de barcos, sino su desguace".

El último destino reportado del Golden Fox según Marine Traffic es, precisamente, Aliaga. Un gigantesco astillero, cementerio de barcos, en el que, en 2020, trabajaban unas 2.500 personas. Antes de la pandemia, Aliaga recibía principalmente buques de carga y contenedores. Tras la COVID-19, el astillero recibe cruceros que tarda alrededor de seis meses en desmantelar por completo.