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Heredero de la alfarería

El Centro y Museo Alfarero Cha Domitila intenta mantener viva la tradición y la historia de este arte en Santiago del Teide

Cha Domitila. Su quehacer fue tan grande que hoy en día da nombre a uno de los talleres de alfarería más importantes del Archipiélago: el de Arguayo (Santiago del Teide). Fue una de la alfareras del municipio y su legado fue tan grande que ha llevado a una de sus bisnietas a seguir su camino. Es Marta Abreu y actualmente regenta el centro alfarero, del que forma parte desde el 15 de mayo de 1986, fecha en la que fue inaugurado para recuperar esta tradición en la localidad.


A pesar de ser una tradición y formar parte de las raíces canarias, apenas se contabilizan cuatro centros alfareros en Tenerife: Candelaria, San Miguel, La Guancha y Arguayo. Además, existen otros artesanos que ejercen a título individual. Todos ellos se resisten a perder parte de nuestra historia, a pesar de que los avances tecnológicos juegan en su contra con el uso de utensilios cada vez más modernos.


“Comencé hace 30 años y hago lo que me gusta”, comentó Marta Abreu, gerente junto a Iradier Luis del Taller Alfarero Cha Domitila. “Arguayo ha sido un lugar de tradición en la alfarería y todas las casas de este pueblo se dedicaron y vivían exclusivamente de la alfarería. Era lo único que se conocía como utensilio y eran enseres que sólo se elaboraban con barro. Todas las mujeres eran alfareras y se vendían piezas desde Buenavista hasta Adeje”, recordó.

Sólo basta observar el cariño con el que realiza el raspado de la pieza (tercer paso de elaboración) para comprender que Marta Abreu ama la alfarería: “Desde que se inauguró esta casa en 1986, sólo quedo yo. Después se incorporó Iradier. Es una profesión que debes llevar dentro porque vivir de la alfarería y de la artesanía en general es muy difícil. Este centro lo mantiene el Ayuntamiento de Santiago del Teide y forma parte de la Red de Museos y Centros del Cabildo Insular de Tenerife. Gracias a las instituciones sigue vivo. Siempre hay gente que se interesa por nuestras raíces y el patrimonio no hay que dejarlo morir. Si dejamos que desaparezca se iría una parte de nuestra historia”, explicó.


El Centro, ubicado en la Carretera General de Arguayo, muestra piezas de incalculable valor propias de los aborígenes, así como otras que representan cómo trabajaban las loceras de esa época: talla, tostador, escurridor, lebrillo, majador, caldera y brasero son algunas de las obras que se muestran. Todas con el tradicional proceso de elaboración: amasado, levantado, raspado, alisado, almagrado, bruñido y horneado.

Hoy en día se utiliza materia prima propia de las islas: “tenemos buen barro en la zona de El Llano, pero también traemos de otros municipios. Todo el material que utilizamos es canario y todo es natural. Sólo debemos respetar su proceso y trabajar con paciencia, respetando los pasos. Normalmente se tardan tres días en terminar una pieza, a falta de la cocción que se hace dos semanas después de finalizada. Sólo la paciencia puede dar buen resultado”, reconoció Marta Abreu.

El Centro y Museo Alfarero no sólo le debe mucho a Cha Domitila y al resto de alfareras que ejercieron en Arguayo. También a Carlos Andrés Rodríguez, Domingo Javier González y Enrique Pérez, miembros del Colectivo Arguayo que en el 84 decidieron dar un paso adelante en la recuperación de la alfarería. Y ese rescate aún se mantiene con vida…