Hay rincones que escapan al ruido, que parecen suspendidos en otro tiempo y donde el ritmo de la vida se mide por el sonido del viento y el mar. En uno de esos enclaves, al noreste de una isla de volcanes y acantilados, se esconde un pueblo que ha conquistado el corazón de quienes buscan belleza sin artificios.
Cada año, publicaciones especializadas elaboran sus listas para señalar lo imperdible. Pero en ocasiones, la sorpresa llega cuando el galardón no cae donde todos lo esperan.
Premio a la autenticidad
La revista Viajar, referente en turismo nacional, ha publicado su lista de los pueblos más bonitos de España en 2025. El criterio: seleccionar una joya por cada provincia. Y aunque muchos esperaban que en Tenerife el reconocimiento fuera para Garachico o La Orotava, el elegido ha sido otro muy distinto: Taganana.
Este pequeño núcleo del Parque Rural de Anaga ha sido destacado por su entorno natural privilegiado, sus callejones empedrados y su cuidada arquitectura tradicional. Un lugar donde el turismo aún no ha alterado la armonía de siglos pasados.
Entre mar y montaña
Taganana se encuentra rodeado de montañas escarpadas, verdes y desafiantes, que parecen protegerlo del paso del tiempo. A sus pies, el Atlántico rompe con fuerza en playas agrestes, creando un contraste perfecto entre naturaleza y tradición. Pasear por sus calles es adentrarse en el Tenerife más auténtico, donde la vida rural aún palpita con fuerza.
Su ubicación, en una de las zonas más antiguas geológicamente de la isla, lo convierte también en un paraíso para senderistas, fotógrafos y amantes del paisaje.
Una guía diferente
Esta distinción no es casual. La selección de Viajar busca ofrecer alternativas al turismo masivo, enfocándose en localidades que conservan su esencia y ofrecen experiencias reales. En el caso de Tenerife, Taganana ha brillado por su capacidad de conjugar historia, entorno y tranquilidad.
Lejos del bullicio y de las rutas más habituales, este pueblo se posiciona como un destino imprescindible para quienes desean descubrir otro rostro de Canarias: uno más callado, más íntimo, pero infinitamente hermoso.
