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Adalber Salas: “Cada visita a las islas ha tenido hondas consecuencias en mí”

Adalber Salas Hernández (Caracas, 1987) es poeta de ascendencia canaria, ensayista y traductor. Cursó estudios doctorales en New York University y es autor del libro “Isolario” .

Erick Canino

Adalber Salas Hernández; Caracas, 1987. Poeta de ascendencia canaria, ensayista y traductor. Cursó estudios doctorales en New York University y es autor del libro “Isolario” inspirado en las islas. Entre otros, también ha publicado los libros Salvoconducto (XXXVI Premio de Poesía Arcipreste de Hita; Pre-Textos), mínimos (Ediciones Amargord), y La ciencia de las despedidas (Pre-Textos), así como de los volúmenes Insomnios. Ensayos sobre poesía venezolana (bid&co. editor), Clarice Lispector: el lugar de la poesía (Ril Editores). Entre otras, ha publicado traducciones de Marguerite Duras, Antonin Artaud, Charles Wright, Mário de Andrade, Hart Crane, Pascal Quignard, Mark Strand y Yusef Komunyakaa.

Junto a Alejandro Sebastiani Verlezza editó las antologías Poetas venezolanos contemporáneos. Tramas cruzadas, destinos comunes y Destinos portátiles. Poesía venezolana reciente. Forma parte del comité editorial de las revistas Poesía y Buenos Aires Poetry, así como de Ediciones Aguadulce. Dirige la colección Diablos danzantes en Amargord Ediciones.

Por sus raíces canarias ha visitado las islas en varias ocasiones, a pesar de tu nacionalidad venezolana y la residencia en Estados Unidos, ¿cómo percibe la realidad cultural y literaria de nuestro archipiélago' ¿Ha tenido tiempo de empezar a sentir nostalgia del mar y de la luz de Canarias?


Creo que siempre he sentido nostalgia de ese mar y esa luz. O, mejor dicho, creo que he heredado esa nostalgia: me precede, pertenece a la generación de mi familia materna que emigró a Venezuela, a sus hijos y nietos. Como suele suceder en las familias de inmigrantes, la nostalgia se vuelve una forma de pertenencia –o incluso un santo y seña, un modo de reconocernos. Si acaso, mi propia experiencia migratoria, así como la de mis familiares más cercanos –tíos, padres, hermana, hija–, ha contribuido a acentuar el deseo por volver a ese mar y esa luz cuantas veces sea posible, de las maneras que sea.

"Nueva York es una suerte de inmensa ciudad encrucijada: por ella pasan toda clase de autores que escriben en toda suerte de lenguas. Una ciudad caja de resonancia: las lenguas reverberan, hacen eco, chocan entre sí, reflejándose y multiplicándose"

Con respecto a la realidad cultural y literaria de las islas, la hallo excepcionalmente rica. Especialmente en materia de poesía: mis últimas visitas me han deparado una considerable cantidad de lecturas emocionantes, así como amistades entrañables, generosas y brillantes.

La literatura en español también participa del auge de las nuevas tecnologías y la irrupción de lo digital en el ámbito poético ¿Cómo se percibe la dedicación a la creatividad literaria desde un lugar tan múltiple y polifónico como Nueva York? ¿Qué opina de los festivales y de las lecturas poéticas internacionales que se programan con regularidad a través de las redes sociales?

Nueva York es una suerte de inmensa ciudad encrucijada: por ella pasan toda clase de autores que escriben en toda suerte de lenguas. Una ciudad caja de resonancia: las lenguas reverberan, hacen eco, chocan entre sí, reflejándose y multiplicándose. La polifonía neoyorquina es una especie de regalo que cae imprevisto en las manos y los oídos. Hay pocos lugares tan estimulantes para la escritura y la práctica de la traducción.

En cuanto a los festivales y eventos afines, en principio me parecen beneficiosos. De hecho, cualquier evento que contribuya a acercar la poesía a los lectores –a la audiencia– me parece digno de llevarse a cabo. Si las redes sociales pueden ayudar con ese trabajo de difusión, pues mejor aún. Creo en el valor de estos encuentros, se trate o no de poéticas con las que uno comulgue o que resuenen en uno: hay que leer todo, escuchar todo, estar abiertos a la resonancia.

La isla como concepto pertenece a una tradición literaria que no responde a lenguas y nacionalidades. En su libro “Isolario” publicado por Ediciones Aguadulce en Puerto Rico en el umbral de la primavera de 2019 hay una reflexión permanente sobre el significado de la insularidad en distintas cosmovisiones, ¿podría hablarnos de la historia de este poemario que tiene un acento muy canario?

Pues empezaría diciendo que, curiosamente, nunca lo he pensado como un poemario. Y, sin embargo, muchas personas lo leen como tal, lo cual me parece magnífico. Desde un primer momento, concebí el libro como una cadena de reflexiones sobre la insularidad, una serie de prosas conectadas pero no obligadas a permanecer vinculadas. Piezas, fragmentos de prosa que, si bien poseen una disposición –la linealidad del libro–, pueden ser leídos de otros modos, con otros órdenes; pueden ser recorridos como quien va de isla en isla, permaneciendo el tiempo que sea en ellos.

Isolario tiene su origen en una doble experiencia vital: la calidad casi mítica que tienen las Islas Canarias y la isla de Margarita en mi vida –su abrumadora presencia en mi imaginario personal. En ambas he estado numerosas veces, en distintos momentos de mi vida, y cada visita ha tenido hondas consecuencias en mí. Esa experiencia de la insularidad –así como el lugar de la isla como espacio simbólico en mi historia familiar– es el basamento de Isolario. Es un libro escrito en archipiélago: no una reflexión sobre las islas, sino una reflexión desde las islas. Un modo de escritura que quiere hacerse a imagen y semejanza de lo insular. Ciertamente no había mejor lugar para el libro: Ediciones Aguadulces es una editorial que lleva a cabo un trabajo excepcional; ha sido un honor que Isolario haya podido encontrar allí su hogar.

- Hay en su condición de poeta hispano una predilección por el uso del fragmento y la combinación del verso y la prosa: ¿Cree que la vida late con mayor profundidad en estos formatos de la escritura contemporánea? ¿Cuáles son los proyectos que ocupan su futuro inmediato?

- Diría que la vida late con mayor profundidad en los formatos que saben conectar con la época del escritor –los modos escriturales que le resulten contemporáneos. En mi caso, es el uso del fragmento textual, así como el contrapunteo, la alternancia entre verso y prosa. Son los que me resultan más adecuados para enunciarme, pero porque mi propia época me los ha dado.

Justo me ocupa un proyecto que explora el vaivén entre prosa y verso, la posibilidad de que uno se transforme en el otro a través de la traducción. Un libro en el que se cruzan mi práctica como poeta, mi trabajo como ensayista y mi labor de traductor. Se llamará Nuevas cartas náuticas.

También ha realizado una importante labor como antólogo de la poesía venezolana de hoy ¿qué tal se encuentra el estado de salud de la creación poética en las jóvenes generaciones?

Las más recientes generaciones de la poesía venezolana están llevando a cabo un trabajo impresionante: se encuentran en plena ebullición, escribiendo algunos de los textos más curiosos, temerarios e inteligentes que he leído últimamente. Pero debo decir que no es un fenómeno restringido a la poesía venezolana joven: en la medida en que he podido ver –y escuchar y leer–, se trata de algo que está sucediendo en toda la esfera hispanoparlante. En una época que promete tantas cosas aciagas para el futuro, este hecho singular hace que el horizonte de los próximos años no sea tan oscuro.